Premiar a un técnico como
el mejor entrenador del año es algo mucho más interno y subjetivo de lo que a
simple vista parece. Por empezar, se tienen en cuenta valores como la
progresión de un equipo de un año al otro, la capacidad de haber sabido
integrar nuevos fichajes en una prodigiosa rotación de jugadores, hecho por el
cuál todos los jugadores adaptados a este congenien de manera que surge algo
positivo para el equipo. Se tiene en cuenta también la mejora del balance y
muchas otras cosas más, pero sin pararlo a pensar, y quizás un poco
injustamente, en la NBA habitualmente se premia con este galardón al entrenador
que con menos hace más, es decir, dejando este año de lado a un entrenador que
con mucho (de talento en su roster) está haciendo historia.
Antaño, el galardonado
con el premio al mejor entrenador del año fue el ya mítico Greg Popovich. Sin
discutir dicho reconocimiento obtenido, la temporada pasada no se hubiera
observado con mal ojo si Frank Vogel, entrenador de Indiana Pacers ese año y
también el actual, hubiera sido obsequiado con este premio. A Popovich le
valoraron el jugo que supo exprimir de su ya veterana plantilla, el elevado
rendimiento que ofrecieron durante toda la temporada. Además, la prueba que
verificaba que el mejor entrenador del año se encontraba en San Antonio, fue
que en PlayOffs consiguieron hasta diez victorias consecutivas, prolongando un
récord de victorias que frenó a las dieciocho a causa de los Thunder,
posteriormente finalistas de la NBA. A Vogel se le valoró la mejora del balance
que consiguió de un año para el otro, logrando la tercera posición del Este en
Regular Season. Montando la estructura de su juego una dinámica harto defensiva,
propició que sus jugadores se amoldaran al milímetro a las órdenes de su
técnico y su abundante rotación de jugadores. El final de dicha temporada se
podría valorar con la participación de Hibbert en el All-Star Game y haberle
puesto el miedo en el cuerpo a Miami Heat en las semifinales de conferencia.
No obstante, este año
muchos entrenadores han conseguido hacer de su equipo una revelación en esta
liga. Hablo de Lionel Hollins, Memphis Grizzlies; Mark Jackson, Golden State Warriors; y George
Karl, Denver Nuggets. Todos estos han conseguido un balance más que
significativamente positivo esta temporada. A estos se les podría unir también
Frank Vogel o bien, Tom Thibodeau (Chicago Bulls) quien también han explotado
el rendimiento de su plantilla. Pero en especial, los entrenadores de
Grizzlies, Warriors y Nuggets son los que mayores sensaciones han demostrado. Y
así es que Grizzlies llegó a las finales de conferencia, Warriors hiz un muy
buen papel en PlayOffs y Nuggets tiene el entrenador que recibía el premio al
mejor entrenador del año. Todos estos han sido capaces, como decía antes, de
extraer de sus jugadores el máximo de sus capacidades elevándolos así a equipos
temibles en la liga.
Sin embargo, existe un
caso al que siento que en parte menospreciamos sin tenerlo en cuenta y sin
hacerle un análisis ciertamente justo. Hablo de Erik Spoelstra, un entrenador que
ha generado bastante polémica sobre si tiene la capacidad de liderar uno de los
equipos con más talento de la liga, Miami Heat. El eslogan de BBVA “Un jugador
gana partidos, un equipo gana campeonatos” no trata el término equipo en vano.
Equipo engloba cada uno de los integrantes de la plantilla, desde el jugador
franquicia, al reserva que no juega, pasando por el entrenador, e incluso el
encargado de material. Los Heat consiguieron el segundo anillo de la franquicia
de las manos de Spoelstra, sin contar que el primer año consiguió llegar a las
finales de la NBA, que tras perderlas, se tachó el proyecto de la franquicia de
Florida de fracaso. Remitiéndonos a esta temporada, Spo ha demostrado que
es uno de los mejores entrenadores de la liga. Conseguir un récord de 27-0 no
es solo cosa de los jugadores, sino que también lo es del planteamiento
técnico. Saber gestionar los minutos, no forzar las estrellas y darles a este
los minutos trascendentales del juego, dando confianza a los que menos juegan,
conseguir compenetración entre todos los jugadores sean cuales sean los cinco
que estén en cancha, y hacer que el roster siga motivado, entrenando duro y con
hambre de victoria a pesar de conseguir no perder en muchos partidos. Ni más ni
menos que el mejor balance de la liga, el segundo mejor récord de victorias
consecutivas de la historia y un conjunto temido el cual parece que todavía
tiene bastantes años de vida. Incluso así, aún no he dado el argumento que creo
que es el final para poder aceptar de todas, todas, que tarde o temprano, de
seguir así, Erik Spoelstra será merecedor del premio al mejor entrenador del
año.
Entregado ya el título al
mejor entrenador de la temporada regular, empiezan los PlayOffs. Miami Heat
pasa con sobrada facilidad de primera ronda, asimismo, se encuentra a Chicago
Bulls en segunda ronda. Un rival duro de roer, les arrebata el factor cancha en
el primer encuentro de la serie, para que después el equipo de South Beach se
haga con cuatro victorias consecutivas que le hacen alcanzar por tercer año
consecutivo las finales de conferencia. Me sitúo en el quinto partido entre
Bulls y Heat en el que ambos se lo jugaban todo. Partido en Miami y los de
Chicago no venían dispuestos a perder. Estos dominaron en gran parte, la
mayoría del acontecer del juego, distanciándose incluso en ocasiones a pesar de
haber disputado un mal inicio en el primer cuarto. Parecía que Heat no
encontraba el modo de hacerse con la victoria, pero acertado en los cambios, Spoelstra
lograba que su equipo remontara tras probar diversos quintetos diferentes en la
cancha en un período de tiempo relativamente corto.
Al igual que contra
Chicago Bulls, Indiana Pacers estuvo dominando en Game 2 durante todo el
acontecer del partido. Y cuando parecía que Indiana iba a sentenciar, de nuevo
empezó la abundante rotación, otra vez acertada, de Coach Spo, quien hacía que
sus jugadores se vieran con posibilidades de remontar ese encuentro y hacerse
con la segunda victoria en cancha. Dos fallos en la ejecución de los pases de
sus jugadores fueron los que hicieran que se perdiera ese encuentro, pero en
absoluto fue por culpa de alguna decisión técnica.
Erik Spoelstra lleva tres
años liderando una plantilla que cada año ha estado luchando por el título. Es
cierto que en el primer año recibió muchas críticas, y que en el segundo estas
aminoraron tras hacerse con el título y que uno de sus jugadores se hiciera con
el MVP de la liga. Este año, no se ha valorado lo que este joven entrenador
está logrando hacer con tanto talento en su plantilla. Es cierto que todavía no
ha hecho historia su equipo tras haber conseguido ya importantes hazañas, es
cierto que todavía falta mucho camino para conseguir hacer la franquicia de
Miami una dinastía, y es que si realmente con el devenir de los años este
equipo consigue escribir su nombre en la historia de los grandes míticos del
baloncesto, no será porqué el técnico no les haya acompañado. A pesar de su
juventud, consigue ser uno de los mejores entrenadores de esta liga a la misma
vez que sufre cierta marginación tras no ser valorados a corto plazo. Spoelstra
no debe ceder.