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lunes, 21 de octubre de 2013

El tamaño no importa

Más de una vez hemos escuchado el tópico “el tamaño no importa”. Realmente ¿hasta qué punto esto puede ser verdad? En la historia de la NBA, tan solo hasta veintitrés jugadores han conseguido residir en un roster de alguna franquicia midiendo menos de 1,75 metros. Su estatura les ha condicionado mucho en el devenir de los años, pero este inconveniente queda al margen si tenemos en cuenta su habilidad. 



Como ejemplo podemos tomar a Calvin Murphy, el hombre más bajo aposentado en el Hall Of Fame con 1,75 metros de estatura. Las condiciones físicas de jugadores así son algo fuera de lo común, extranaturales. El inconveniente que su altura supone, implica tener que desarrollar y con creces otras capacidades del juego como son la fuerza, la resistencia, la agilidad, el salto, o bien la velocidad etc. En este caso, con 165 centímetros de altura, mencionamos a Earl Boykins, quien a pesar de ni siquiera superar el metro setenta, en sus años con Denver Nuggets fue uno de los jugadores que en proporción a sus dimensiones levantaba más peso en el gimnasio tan solo con las piernas. Él afirmaba que ese entrenamiento tan autoexigente que se imponía era para poder saltar más alto en el momento en que lanzaba. De aquí viene ese porcentaje más que aceptable cuando seleccionaba sus tiros, especialmente de larga distancia (40,5% en Milwaukee Bucks y 34,8% a lo largo de su carrera en los tiros de tres). Después del jugador que destacó como triplista, no podemos obviar jugadores que a pesar de su carencia de centímetros machacan los aros como si un metro más midieran. Tanto Spud Webb como Nate Robinson, personas de 1,68  y 1,75 metros respectivamente, han sido ambos campeones del concurso de mates en el All-Star Weekend de la NBA. Cosa nada sencilla y menos teniendo en cuenta el tamaño de sus cuerpos. 


Sin embargo, no podemos hablar de ellos como jugadores que tan solo destacan en algún aspecto del juego en concreto. En especial, Robinson con los Bulls, ha vivido allí una de sus mejores campañas de su trayectoria. Y es que asumiendo el rol de líder en PlayOffs, en ningún momento le vino grande. 


Por último, solo queda mencionar al más pequeño, Tyrone Bogues, quien compartió vestuario con Manute Bol, uno de los jugadores más altos en la historia de la NBA. No es solo por la dificultad que implica la escasez de algún que otro centímetro más, sino también por la diferencia de altura que hay en cuanto a los jugadores que les cubren y viceversa. De no ser por su elevada habilidad, buen ritmo en el juego y alto dominio en el control del balón esta diferencia sería incompensable en todos los ámbitos. Gracias a la incondicional e irrepetible actitud y mentalidad de los jugadores con estas dimensiones, propicia que hayan podido destacar en una liga como la NBA. Asimismo, por esto y por mucho más, esta clase de personas corroboran que verdaderamente, el tamaño no importa.

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