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martes, 22 de octubre de 2013

Jason Kidd: Técnica y táctica

Técnica y táctica son dos conceptos distintos que no tienen por qué ir siempre estrictamente ligados. Por un lado, la técnica agrupa toda clase de movimientos que permita hacer, en este caso, la disciplina de una actividad deportiva. Por otro lado, la táctica la usamos para que con el uso de la técnica podamos conseguir un objetivo específico. Alteremos el orden. Debido a un conocimiento muy elevado de la técnica, conseguimos una distinta perspectiva en cuanto a la táctica y este modo de entender técnica y táctica es parecido al modo como lo podrá hacer Jason Kidd. Por ahora es un melón sin abrir, una caja sin saber que hay dentro, pero de bien seguro que hay algo que nos sorprenderá en él. 

Por ahora es el entrenador menos experimentado de la liga desde el banco, pero a su favor tiene haber dirigido siempre desde dentro. Su posición natural en la cancha le obligaba como jugador a ensanchar más su visión y como entrenador debe sacar provecho de esto. Jugando de uno, supo hacer gratamente que sus compañeros se ajustaran a su nivel de juego y concordaran entre ellos. Ahora, como entrenador, deberá ejecutar una tarea más o menos similar a la que hacía cuando estaba en el parqué aunque sin poder intervenir directamente. A pesar de la veteranía del roster de los Nets, si los jugadores no se interponen en el rol que Kidd llevará a cabo, podremos apreciar un baloncesto contemporáneo y al más puro estilo Jason Kidd.


lunes, 21 de octubre de 2013

El tamaño no importa

Más de una vez hemos escuchado el tópico “el tamaño no importa”. Realmente ¿hasta qué punto esto puede ser verdad? En la historia de la NBA, tan solo hasta veintitrés jugadores han conseguido residir en un roster de alguna franquicia midiendo menos de 1,75 metros. Su estatura les ha condicionado mucho en el devenir de los años, pero este inconveniente queda al margen si tenemos en cuenta su habilidad. 



Como ejemplo podemos tomar a Calvin Murphy, el hombre más bajo aposentado en el Hall Of Fame con 1,75 metros de estatura. Las condiciones físicas de jugadores así son algo fuera de lo común, extranaturales. El inconveniente que su altura supone, implica tener que desarrollar y con creces otras capacidades del juego como son la fuerza, la resistencia, la agilidad, el salto, o bien la velocidad etc. En este caso, con 165 centímetros de altura, mencionamos a Earl Boykins, quien a pesar de ni siquiera superar el metro setenta, en sus años con Denver Nuggets fue uno de los jugadores que en proporción a sus dimensiones levantaba más peso en el gimnasio tan solo con las piernas. Él afirmaba que ese entrenamiento tan autoexigente que se imponía era para poder saltar más alto en el momento en que lanzaba. De aquí viene ese porcentaje más que aceptable cuando seleccionaba sus tiros, especialmente de larga distancia (40,5% en Milwaukee Bucks y 34,8% a lo largo de su carrera en los tiros de tres). Después del jugador que destacó como triplista, no podemos obviar jugadores que a pesar de su carencia de centímetros machacan los aros como si un metro más midieran. Tanto Spud Webb como Nate Robinson, personas de 1,68  y 1,75 metros respectivamente, han sido ambos campeones del concurso de mates en el All-Star Weekend de la NBA. Cosa nada sencilla y menos teniendo en cuenta el tamaño de sus cuerpos. 


Sin embargo, no podemos hablar de ellos como jugadores que tan solo destacan en algún aspecto del juego en concreto. En especial, Robinson con los Bulls, ha vivido allí una de sus mejores campañas de su trayectoria. Y es que asumiendo el rol de líder en PlayOffs, en ningún momento le vino grande. 


Por último, solo queda mencionar al más pequeño, Tyrone Bogues, quien compartió vestuario con Manute Bol, uno de los jugadores más altos en la historia de la NBA. No es solo por la dificultad que implica la escasez de algún que otro centímetro más, sino también por la diferencia de altura que hay en cuanto a los jugadores que les cubren y viceversa. De no ser por su elevada habilidad, buen ritmo en el juego y alto dominio en el control del balón esta diferencia sería incompensable en todos los ámbitos. Gracias a la incondicional e irrepetible actitud y mentalidad de los jugadores con estas dimensiones, propicia que hayan podido destacar en una liga como la NBA. Asimismo, por esto y por mucho más, esta clase de personas corroboran que verdaderamente, el tamaño no importa.

jueves, 17 de octubre de 2013

Incendio de agua caliente

En una disputa entre el fuego y el hielo el resultado siempre es vapor. Por un lado el hielo, duro como las rocas, se derretirá al ritmo que marque el contacto con el fuego. Dicen las leyendas mitológicas que de la lucha del agua y el fuego surge el agua caliente, el que podría ser el punto de unión entre dos de los cuatro elementos de la naturaleza. El trepidante calor del fuego, junto al frío del hielo pueden ser armas letales si a dos personas se les caracteriza con uno de estos elementos. Es el caso de Kevin Garnett, feroz representante del fuego; y de Tim Duncan, hombre de sangre fría que lo identificamos con el hielo. 

Tanto el uno como el otro juegan en la misma posición. La rivalidad que desde hace años nació de entre sus duelos, cuando les vemos en duelo, lo que surge entre ellos es un símil del agua caliente. Kevin Garnett, especialista en el fade away, hierve cada vez que toca un balón. Su potencia, su fuerza, su rabia y su perfección a la hora de seleccionar sus movimientos son los que definen su explosividad bajo aros y su habilidad en el poste alto. Hacer flexiones disputando un partido de PlayOffs al caerse al suelo, o ser conocido como uno de los jugadores que provoca más a sus rivales a tono de sus palabras, es el resultado del fuego que corre por sus venas. 

No obstante, Tim Duncan, un ser mucho más tranquilo y no por eso menos talentoso, hace gala de su ejemplar y fría personalidad en cada partido. Dirigiendo desde el primer año en el que llegó a la NBA una franquicia que desde que está él se ha vuelto histórica, haciendo llegar su equipo a estas pasadas finales a pesar de su edad, y además de esto, casi consiguiendo el anillo habiendo tenido un papel imprescindible en estas. Es hombre de sangre fría, lo demuestra cada partido y, sobretodo, si el marcador está ajustado. Tras ganar su último anillo, agradeció a la estrella del equipo rival, ni más ni menos que un joven LeBron James, por haberle dejado ganar ese anillo, en la que James sería el futuro dueño de ella.  Palabra de Duncan... Amén.

Por esto y por mucho más, tras cada enfrentamiento entre Duncan y Garnett, se produce algo más que agua caliente. KG hierve para machacar los aros, Tim en cambio se mantiene firme y sereno en cualquier situación. Es capaz de dejar helado a cualquier rival que tenga delante, ya sea en ataque o en defensa. Garnett y Duncan; Duncan y Garnett. Una pareja que por separado inspiran temor, pero enfrentados son lo peor. Y aunque esta sea una de sus últimas temporadas, ambos se encuentran en situación de ganar el anillo. ¿Se imagina alguien lo que podría pasar entre estos dos si se encontraran en las finales? Un incendio de agua caliente podría surgir por primera vez en la historia de la tierra. 



Este artículo es el que se mandó a nuestro compañero de Bang 4 three, hecho a propósito para que este TBEN potenciara su imaginación y él nos ilustrara con una de sus ediciones. Este vídeo de a continuación, es el resultado de un Bang 4 three players fusionado con un TBEN. A ver que es lo que a tí te sugiere.

Puedes verlo a continuación, o tecleando esto en YouTube:

Bang4Three Players: Duncan & Garnett (Hielo vs Fuego)




¿Chris Paul en peligro?

Chris Paul es un jugador que el impacto que ha causado desde que ha llegado a la NBA, ha sido perpetuo al transcurrir de cada una de sus temporadas. Tan solo ha jugado en dos equipos, pero en cada uno de ellos ha tenido etapas doradas. Su rivalidad con Deron Williams ya casi patentada, ha proporcionado mucha polémica y temas de debate ¿quién de los dos es mejor? En cuanto a estadística y reconocimiento Paul siempre ha demostrado estar un poco por delante, pero este año esto tópico podría divagar. Desde la temporada pasada que los Clippers tenían en mente hacer algún que otro cambio en el cuerpo técnico del equipo y este año se presentaron diversas opciones a tener en cuenta. Por un lado Byron Scott, quien Cleveland Cavaliers decidía al finalizar la temporada de antaño que la ya actual prescindiría de sus servicios. Por otro lado, Doc Rivers, para muchos, mítico entrenador de Boston Celtics. Finalmente los Clippers se decantaron por convencer a Rivers, quien aparentemente todos los aficionados de los Clippers preferían su llegada que la del otro. Asimismo, me pregunto si eran conscientes que la temporada en la que Paul ganó el ROY, estaba a las órdenes de Scott; y por otro lado que dos años después este mismo era reconocido como el mejor entrenador del año habiendo sido ese pasado Febrero entrenador del equipo Oeste del ASG. Por el contrario, sin haber empezado todavía la temporada, unas declaraciones afirmaban que Rivers le dijo a Paul “tú no eres nadie”. Con la personalidad de Rivers, intuimos que esto debería motivar al jugador, pero de no ser así, quizás los Clippers no hayan acertado tanto en el que se considera uno de los mejores fichajes del equipo, el reconocido Doc Rivers.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Un ejemplo de valores



A falta de unos días para el comienzo del Eurobasket me viene en mente el verano pasado. Recuerdo sentir la misma sensación por ver de nuevo jugar la ÑBA en campeonatos oficiales. Sin duda, el año pasado fue uno de los campeonatos que pasaran al recuerdo de la historia del deporte en general.  Y aunque a pesar del orgullo que transmitió el combinado español después de entregar hasta el límite de sus esfuerzos para competir contra un Team USA muy superior en todos los aspectos, el planteamiento en aquel concreto y polémico partido de grupo frente Brasil quizás no fue una decisión éticamente correcta.

Desde aquella final en el Mundobasket de 2005, pasando por encima de Grecia como una apisonadora, nuestra selección nos ha hecho pasar, si no es la mejor, por una de las mejores etapas del baloncesto español. No hace falta que recordemos el recorrido ni el palmarés desde aquel entonces hasta ahora, en el que un grupo de españoles se proclamaban campeones del mundo para reconocer el gran trabajo que llevan haciendo desde hace ya más de una década. Antaño, una derrota muy ajustada contra el equipo ruso, liderado por Kirilenko y Shveed, dificultaba muchísimo el campeonato al equipo de Scariolo. Perdiendo otro partido en la fase de grupos, el equipo español se clasificó para cuartos de final, en los que habiendo ocupado la tercera posición solo se podían encontrar a EEUU en la final. Los actuales subcampeones olímpicos fueron muy criticados por haber perdido contra Brasil, un rival asequible en el papel.

La segunda derrota de nuestra selección en la fase clasificatoria radicó un margen de sospecha bastante amplio, a pesar de que el equipo negaba haberse dejado vencer. Sin quitar méritos a la selección brasileña, saltó a la vista que el equipo español no entregó su máximo potencial en cada una de las posesiones como si lo hicieron en el resto de encuentros. Finalizado pues el campeonato, la reflexión que se pudo extraer de la actitud de los representantes del equipo de baloncesto español tenía un sabor agridulce.

Este equipo lograba antaño un nuevo mérito, y conseguía con mucha honra la segunda plata olímpica consecutiva. Visto desde este punto de vista, es más positivo alcanzar la plata que conformarse con el bronce. ¿Es esto lo que justifica que no se esforzaran contra Brasil al mismo nivel que contra los otros equipos? La cuestión es que a mi parecer, de haber vencido a Brasil, y caer eliminados en una disputada semifinal contra ni más ni menos que Estados Unidos, para después hacerse justamente con el bronce olímpico (habiendo ganado obviamente los cuartos de final y el tercer y cuarto puesto), el resultado final de aquél mes de baloncesto olímpico no hubiera acabado con un sabor agridulce. Hubiera sido sin duda un ejemplo de valores, tras asumir el error y la derrota frente una selección que en su momento fue mejor (Rusia) y tirar del carro con fuerza para cruzarse con los favoritos antes de lo que ellos querían.


Es por esto que estando en año de campeonato europeo, sin la presencia de las potencias norte y sur americanas el equipo español asume claras expectativas de favorito. Mis ganas de ver transcurrir este Eurobasket es por apreciar las estrategias que gestionarán los equipos tras una derrota, o quizás una victoria no esperada. Asimismo, ver las reacciones de estos grupos de atletas que se enfrentarán entre ellos para arrebatar el título a los actuales campeones, los españoles, quién tras conseguir la segunda posición el pasado verano en Londres, a mi me quedó un sabor agridulce.

viernes, 31 de mayo de 2013

No subestimes a Mario Chalmers

Cuando oímos el nombre de Mario Chalmers, a menudo no causa en nuestra mente una impresión demasiado emblemática de un jugador de baloncesto. Incluso así, el “guard” de Miami Heat presenta una serie de características en su juego, que junto a hechos que lo corroboran, se podría constatar que Mario es uno de los mejores bases de esta liga. Sin embargo, Mario Chalmers vive a la sombra de LeBron, Wade y Bosh. Y por si fuera poco, Norris Cole está empezando a recibir minutos, sin reprochar que no los merezca, son motivo de quitarle más afán de protagonismo, ya sea por su peinado retro, por su juventud, o por la simpatía que este que ha causado. La cuestión es que Chalmers sí merece ser reconocido como uno de los pilares en la estructura de su equipo y la verdad, no es que lo parezca demasiado.


Con la ausencia de Bosh en varios partidos de los PlayOffs de antaño, la presencia de Chalmers en la cancha aumentaba. De tal modo fue, que sus minutos en el terreno de juego ascendían hasta 35,6 mientras que en la temporada regular, jugaba tan solo 28,5. Chalmers erigió como líder en situaciones que nadie lo esperaba, y de hecho fue una de las piezas claves para la consecución del segundo campeonato de la franquicia de South Beach. Asimismo, sus estadísticas también dieron un paso adelante, en PlayOffs conseguía por partido encestar hasta 11,3 puntos, repartir casi 4 asistencias y capturar cerca de 4 rebotes por partido. Mientras que en temporada regular sus números fueron inferiores a todas estas facetas.

Hay que recordar también, los partidos en que este jugador suplía a Wade como segundo máximo anotador del roster, y de nuevo este año lo ha vuelto a hacer. En la derrota a domicilio frente a los Pacers en el game 4, consiguió hasta 20 puntos en 28 minutos. Por un lado esta temporada promedia hasta 9 minutos menos que la anterior en PlayOffs (25,6), por otro lado este año promedia los mismos minutos en PlayOffs que en temporada regular, los que ya son menos de los que jugó la campaña pasada (28,5).

Antaño Chalmers sorprendió en PlayOffs y demostró que sí es base para subir y hacer rodar el balón en el equipo de James y compañía. Se le tacha de mediocre en una liga donde se dice que muy pocos son los equipos que no dotan de un base catalogado de superestrella, pero la verdad es que no debería ser así. Quizás se le rechaza en este prestigioso grupo de bases superestrellas por el hecho que tanto Wade como LeBron han subido el balón en más de una ocasión o porqué no tiene los minutos que los jugadores de dicho grupo de “guards” sí tienen.

Chalmers es un base seguro y habilitado para ser titular en el equipo que está, la falta de minutos es un gran factor que tiene en contra, y el hecho de estar al lado de jugadores del calibre del Biggest 3 propicia que este no pueda lucirse tanto como quizás lo haría en otro equipo de distintas características. Chalmers, por ahora, no ha demostrado ser un joven base all-star como sí lo han hecho otros bases muy de moda como Rose, Rondo e Irving. Sin embargo Mario Chalmers no ha vivido las condiciones que otros bases como Jrue Holiday, Ty Lawson o Kyle Lowry, quiénes en su equipo han debido hacer un gran trabajo para que tiraran adelante. De haber sido seleccionado Chalmers en otro equipo del Draft, ahora no se le conocería como el base mediocre de los Heat.


domingo, 26 de mayo de 2013

El Maestro Zen del futuro

Premiar a un técnico como el mejor entrenador del año es algo mucho más interno y subjetivo de lo que a simple vista parece. Por empezar, se tienen en cuenta valores como la progresión de un equipo de un año al otro, la capacidad de haber sabido integrar nuevos fichajes en una prodigiosa rotación de jugadores, hecho por el cuál todos los jugadores adaptados a este congenien de manera que surge algo positivo para el equipo. Se tiene en cuenta también la mejora del balance y muchas otras cosas más, pero sin pararlo a pensar, y quizás un poco injustamente, en la NBA habitualmente se premia con este galardón al entrenador que con menos hace más, es decir, dejando este año de lado a un entrenador que con mucho (de talento en su roster) está haciendo historia.

Antaño, el galardonado con el premio al mejor entrenador del año fue el ya mítico Greg Popovich. Sin discutir dicho reconocimiento obtenido, la temporada pasada no se hubiera observado con mal ojo si Frank Vogel, entrenador de Indiana Pacers ese año y también el actual, hubiera sido obsequiado con este premio. A Popovich le valoraron el jugo que supo exprimir de su ya veterana plantilla, el elevado rendimiento que ofrecieron durante toda la temporada. Además, la prueba que verificaba que el mejor entrenador del año se encontraba en San Antonio, fue que en PlayOffs consiguieron hasta diez victorias consecutivas, prolongando un récord de victorias que frenó a las dieciocho a causa de los Thunder, posteriormente finalistas de la NBA. A Vogel se le valoró la mejora del balance que consiguió de un año para el otro, logrando la tercera posición del Este en Regular Season. Montando la estructura de su juego una dinámica harto defensiva, propició que sus jugadores se amoldaran al milímetro a las órdenes de su técnico y su abundante rotación de jugadores. El final de dicha temporada se podría valorar con la participación de Hibbert en el All-Star Game y haberle puesto el miedo en el cuerpo a Miami Heat en las semifinales de conferencia.

No obstante, este año muchos entrenadores han conseguido hacer de su equipo una revelación en esta liga. Hablo de Lionel Hollins, Memphis Grizzlies;  Mark Jackson, Golden State Warriors; y George Karl, Denver Nuggets. Todos estos han conseguido un balance más que significativamente positivo esta temporada. A estos se les podría unir también Frank Vogel o bien, Tom Thibodeau (Chicago Bulls) quien también han explotado el rendimiento de su plantilla. Pero en especial, los entrenadores de Grizzlies, Warriors y Nuggets son los que mayores sensaciones han demostrado. Y así es que Grizzlies llegó a las finales de conferencia, Warriors hiz un muy buen papel en PlayOffs y Nuggets tiene el entrenador que recibía el premio al mejor entrenador del año. Todos estos han sido capaces, como decía antes, de extraer de sus jugadores el máximo de sus capacidades elevándolos así a equipos temibles en la liga.

Sin embargo, existe un caso al que siento que en parte menospreciamos sin tenerlo en cuenta y sin hacerle un análisis ciertamente justo. Hablo de Erik Spoelstra, un entrenador que ha generado bastante polémica sobre si tiene la capacidad de liderar uno de los equipos con más talento de la liga, Miami Heat. El eslogan de BBVA “Un jugador gana partidos, un equipo gana campeonatos” no trata el término equipo en vano. Equipo engloba cada uno de los integrantes de la plantilla, desde el jugador franquicia, al reserva que no juega, pasando por el entrenador, e incluso el encargado de material. Los Heat consiguieron el segundo anillo de la franquicia de las manos de Spoelstra, sin contar que el primer año consiguió llegar a las finales de la NBA, que tras perderlas, se tachó el proyecto de la franquicia de Florida de fracaso. Remitiéndonos a esta temporada, Spo ha demostrado que es uno de los mejores entrenadores de la liga. Conseguir un récord de 27-0 no es solo cosa de los jugadores, sino que también lo es del planteamiento técnico. Saber gestionar los minutos, no forzar las estrellas y darles a este los minutos trascendentales del juego, dando confianza a los que menos juegan, conseguir compenetración entre todos los jugadores sean cuales sean los cinco que estén en cancha, y hacer que el roster siga motivado, entrenando duro y con hambre de victoria a pesar de conseguir no perder en muchos partidos. Ni más ni menos que el mejor balance de la liga, el segundo mejor récord de victorias consecutivas de la historia y un conjunto temido el cual parece que todavía tiene bastantes años de vida. Incluso así, aún no he dado el argumento que creo que es el final para poder aceptar de todas, todas, que tarde o temprano, de seguir así, Erik Spoelstra será merecedor del premio al mejor entrenador del año.


Entregado ya el título al mejor entrenador de la temporada regular, empiezan los PlayOffs. Miami Heat pasa con sobrada facilidad de primera ronda, asimismo, se encuentra a Chicago Bulls en segunda ronda. Un rival duro de roer, les arrebata el factor cancha en el primer encuentro de la serie, para que después el equipo de South Beach se haga con cuatro victorias consecutivas que le hacen alcanzar por tercer año consecutivo las finales de conferencia. Me sitúo en el quinto partido entre Bulls y Heat en el que ambos se lo jugaban todo. Partido en Miami y los de Chicago no venían dispuestos a perder. Estos dominaron en gran parte, la mayoría del acontecer del juego, distanciándose incluso en ocasiones a pesar de haber disputado un mal inicio en el primer cuarto. Parecía que Heat no encontraba el modo de hacerse con la victoria, pero acertado en los cambios, Spoelstra lograba que su equipo remontara tras probar diversos quintetos diferentes en la cancha en un período de tiempo relativamente corto.

Al igual que contra Chicago Bulls, Indiana Pacers estuvo dominando en Game 2 durante todo el acontecer del partido. Y cuando parecía que Indiana iba a sentenciar, de nuevo empezó la abundante rotación, otra vez acertada, de Coach Spo, quien hacía que sus jugadores se vieran con posibilidades de remontar ese encuentro y hacerse con la segunda victoria en cancha. Dos fallos en la ejecución de los pases de sus jugadores fueron los que hicieran que se perdiera ese encuentro, pero en absoluto fue por culpa de alguna decisión técnica.

Erik Spoelstra lleva tres años liderando una plantilla que cada año ha estado luchando por el título. Es cierto que en el primer año recibió muchas críticas, y que en el segundo estas aminoraron tras hacerse con el título y que uno de sus jugadores se hiciera con el MVP de la liga. Este año, no se ha valorado lo que este joven entrenador está logrando hacer con tanto talento en su plantilla. Es cierto que todavía no ha hecho historia su equipo tras haber conseguido ya importantes hazañas, es cierto que todavía falta mucho camino para conseguir hacer la franquicia de Miami una dinastía, y es que si realmente con el devenir de los años este equipo consigue escribir su nombre en la historia de los grandes míticos del baloncesto, no será porqué el técnico no les haya acompañado. A pesar de su juventud, consigue ser uno de los mejores entrenadores de esta liga a la misma vez que sufre cierta marginación tras no ser valorados a corto plazo. Spoelstra no debe ceder.

jueves, 23 de mayo de 2013

Como jugar a las canicas

De pequeño, solía jugar a las canicas. Recuerdo que siempre había disputa entre los compañeros por el orden en que empezábamos a lanzar nuestras bolitas de cristal o porcelana decoradas con diversos colores. La cuestión es que tirar primero o tirar último siempre traía polémica. En primer lugar, el que empezaba la partida tenía la posibilidad de hacerse con las canicas apostadas colocadas en un cuadro dibujado en la arena. No obstante, de fallar el primer disparo y no conseguir ninguna canica, era el que se exponía a más balazos de los demás compañeros. No siempre era mejor ser primero. En segundo lugar, alguien que no tirase empezando consigo la partida, representa que tiene un disparo de desventaja al primero, incluso así a veces este salía más beneficiado que el que tiraba ante que él.

El Draft de la NBA es algo muy parecido al jugar a las canicas. Es cierto que como más buena sea la posición para elegir, más se acercará a escoger el jugador que se precise. Y también es cierto, que a quien hayan elegido las franquicias, no se lo podrán quitar las franquicias que lo harán a posteriori. Sin embargo, existe la posibilidad de no acertar con el jugador drafteado, de modo que con esto, el draft sí que se parece al jugar a las canicas. De buen principio, a la par con la posición en que se escoge, se opta a todo lo que se ofrece, y a lo largo del Draft, dicho total va aminorando. Cleveland Cavaliers tiene de nuevo la primera elección en el Draft por segunda vez en tres años, y por tercera vez desde hace diez años. En concreto, LeBron James no ocasionó ningún tipo de duda en que él sí sería número uno en el Draft. Pero esto no suele ser así. Incluso jugadores de la talla de Kevin Durant, o del mismísimo Kobe Bryant no fueron elegidos en la primera elección por sus respectivos equipos. Portland optaba a todo lo que había en el Draft y perdió la oportunidad de escoger al jugador franquicia en que se hubieran estructurado unos cimientos más que firmes. En cambio, antaño fue recompensado y sin saberlo de buenas y primeras. Damian Lillard, mejor rookie de la temporada fue escogido en la sexta posición. Pero otro ejemplo ¿Lillard hubiera ganado el ROY de haber sido seleccionado en la cuarta posición por Cleveland Cavaliers? Lillard, con Irving siendo ROY del año anterior, hubiera perdido protagonismo, eso seguro.


Jugar a las canicas es algo es algo sin importancia, sin trascendencia en la consecución de los hechos de cada partida. Tan solo es jugar. Asimismo, comparte un paralelismo con el Draft de la NBA, aunque esto, paradójicamente, asume una responsabilidad casi vital. Cómo explicar sino que Hibbert escogido en decimoséptima plaza, o Marc Gasol, mejor defensor de la temporada y escogido en la elección cuarenta y ocho de su Draft, sean imprescindibles en el quinteto inicial de dos equipos que están jugando las finales de conferencia este año. De haber sabido su margen de progresión, quizás hubieran salido en el Top 10, o quizás no, pero fueron en su momento “regalos” que el Draft de la NBA da. Es por esto, que tan cerca de una decisión que puede condicionar o llevar por el buen camino el futuro de una franquicia, lo comparo con algo tan insignificante como un juego de recreo. Alivio con palabras esta presión que el Draft supone, ya que de acertar con el jugador adecuado, una franquicia puede hacerse con fortuna, fama, y poder a su vez.


 
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