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jueves, 23 de octubre de 2014

Los "sleepers" de la Liga (I)

Ya solo queda una semana para que empiece la Liga y todas las predicciones están listas. Campeón, All-Stars, resultados, sorprendentes eliminados e inesperados triunfadores en sus respectivas Conferencias. Hemos analizado, hablado y debatido hasta la saciedad sobre todos los posibles desenlaces de esta 2014-2015, y para rizar el rizo queremos dedicar esta breve sección a un tipo de jugadores y equipos que podemos encontrar esta campaña: "sleepers". 
Foto: NBA
Con esta expresión inglesa nos referimos al éxito inesperado, a aquellos que triunfan aunque nadie, o pocos, lo anticiparan, y en el caso de la NBA normalmente se incluye entre las quinielas. ¿Qué jugadores romperán el molde y darán un paso adelante espectacular en su carrera?, ¿qué equipos actuarán por encima de su nivel? Varios jugadores y franquicias pasarán por esta sección para, en la opinión del redactor, alzarse con el título a "sleepers" de la temporada. Es lo hermoso de las ligas deportivas: desde la confirmación de una estrella hasta el inesperado hallazgo de un "Cisne Negro" en el sentido que le da Taleb. Arrancamos.

Nuestro primer gran candidato a tener un año fantástico es un alero de 2,01 metros de altura que fue elegido con el número 2 en el Draft de 2012, justo por detrás de su por entonces compañero de equipo Anthony Davis. La brillante luz dejada por el número 1, por Lillard, Drummond o Bradley Beal ha hecho que MKG, Michael Kidd-Gilchrist, parezca ahora una mala idea, dos años después de que fuera seleccionado como jugador más joven de la NBA. 

Jugar en unos Bobcats perdedores en su primer año, con un sistema de juego aún caótico, no le ayudó. Y la lesión en su segunda temporada, con el objetivo de los Playoffs en mente de todos, tampoco. Pero Kidd-Gilchrist tiene serias posibilidades de ser un jugador clave, aún más, para los nuevos Hornets en esta 2014-2015.

Empecemos por las estadísticas. Es cierto que en la 2013-2014 perdió fuelle en cuanto a números. Jugó menos minutos (24) , metió solo 7,2 puntos frente a 9, cometió más faltas personales y reboteó menos (5,2  frente a  5,8). Poco esperanzador para un jugador que, eso sí, cumplió 21 años el pasado 26 de septiembre. La etiqueta de "Bust" ya pendía sobre él pese a la enconada defensa hecha por los fans de los Bobcats, que consideraban, y consideran, a MKG como una de las piezas más importantes del equipo. 

Y precisamente Clifford ha dicho que este año su alero titular va a recibir más minutos y probablemente cerrar los partidos, algo que lo llevará a unos 30 por encuentro, supuestamente. Si observamos las estadísticas "Per 36" tendríamos unos resultados mucho mejores, con casi 11 puntos y 8 rebotes, que aún no son numerazos pero sí respetables. Kidd-Gilchrist necesita algo más.

Y ese "algo" lo ha añadido en un largo verano de trabajo con Mark Price, que ha entrenado con él el tiro en muchas sesiones buscando corregir una mecánica espantosa que ya hemos reproducido en foto anterior. Durante los encuentros de pretemporada se ha animado a lanzar más de media distancia, se le ha visto suelto con el lanzamiento y con muchos defectos corregidos. Ha empezado incluso a realizar dribblings con parada y tiro, lo cual añade un arma nueva y poderosa a un juego que se basaba en las penetraciones, los rebotes ofensivos y el contraataque. 

En esta pretemporada ha subido a 28 minutos de juego (que se deberían incrementar terminado el período de pruebas) y ha anotado 10,4 puntos y cogido 6,7 rebotes por partido, con casi 2 asistencias y más de un robo y un tapón. No son, de nuevo, espectaculares, pero sí dan sentido a las sensaciones que todos los fans de los Hornets tienen (para qué engañarnos, tenemos)

El tiro de media distancia era algo pedido por el equipo técnico y la grada, puesto que posibilita que Al Jefferson tenga aún más espacios y evita que Steve Clifford tenga que sustituir a su alero, y pieza clave en el sistema defensivo del perímetro, en los últimos momentos del partido para tener más opciones para abrir la cancha. El año pasado fue Douglas-Roberts el que ocupaba el rol que ahora MKG debe asumir para aspirar a asimilarse a lo que prometía cuando fue drafteado. 

¿Por qué damos tanta importancia a su papel en el sistema defensivo? Porque verdaderamente es la clave de bóveda: ayuda constante de Al Jefferson en el interior y pegamento defensivo para un perímetro que ahora se refuerza con Lance Stephenson. Su tendencia a cometer muchas faltas debería irse templando con más partidos, respeto y experiencia, y las habilidades defensivas las tiene.

A los números nos remitimos: con él en pista los Bobcats recibieron 3,5 puntos menos por partido, y aunque anotaban ligeramente menos la diferencia en puntos netos con él en pista o en el banquillo es de +2,9. El año pasado se lesionó en un partido contra los Mavericks (el 3 de diciembre) y no volvió a jugar hasta mes y medio después, perdiendo ritmo y bajando su producción dada su readaptación. Durante esos 20 partido el equipo quedó 7-13, y a partir de su regreso tal tendencia se invirtió hacia el 28-16 hasta finales de Abril, dando balances positivos siempre desde la vuelta de MKG. 

Además, su regreso coincidió con el "florecimiento" de un Big Al que comenzó su espectacular producción de los últimos 4 meses con un enero en el que ya anotaba 24 puntos por partido y cogía 11,3 rebotes. Por todo ello concluimos que los Bobcats tenían, y tienen, al ex de Kentucky como un jugador muy necesario para conseguir triunfos.



Ante su tercer año en la Liga Kidd-Gilchrist se halla frente a dos caminos de conocido, aunque bien diferente, resultado. Está la posibilidad de que, por causa de su tiro, las lesiones, una hipotética falta de confianza o un descalabro general, vea hundirse su producción y se convierta en el "Bust" que algunos ya han anunciado, o por el contrario que dé el paso que todos los fans de los Hornets esperan, que su trabajo con el tiro en pretemporada dé réditos y que de pieza importante para 24 minutos se convierta en titular indiscutible y amenaza constante en defensa o en ataque. Yo confío en él.


Fotos: NBA

sábado, 18 de octubre de 2014

Héroes que no son Leyenda (III)

Nunca fue All-Star ni llegó en ninguna de sus campañas a números espectaculares. Ni 20 puntos por partido, ni 10 rebotes ni una docena de asistencias. Sus promedios de carrera son de 8,6, 4,2 y 1,8 respectivamente, aunque añade a ellos un robo y 0,9 tapones por encuentro. Leyenda universitaria, con su camiseta retirada en Duke y dos veces campeón de la NBA nuestro héroe de hoy es el recién retirado Shane Battier.

Shanne Batier: el pegamento
Pau Gasol describe a Battier en "El Partido de mi vida" como su mejor amigo cuando llegó a Memphis. Los redactores corroboran su tesis y lo muestran como "educado, amabilísimo y siempre dispuesto a integrar a los nuevos". Esa es la cara que siempre ha mantenido Shane más allá del campo. El estudiante modelo de infancia difícil, el brillante chaval que aplicaba al baloncesto la inteligencia que destilaba fuera de la cancha y un modelo de civismo y comportamiento. En la cancha, sin embargo, duro y tenaz, defensor tremendo y en muchas ocasiones al límite de la legalidad. Una doble vida que no empañaba la opinión que tenían sus compañeros de él, un líder de vestuario del principio al fin.

Tras cuatro años en Duke vio su número retirado, el 31 colgando en el techo del pabellón de los "Blue Devils" porque había sido todo para la gran rival de los Tar Heels. En la 2000-2001 había coleccionado títulos a mejor jugador, y durante sus temporadas anteriores a mejor defensor.  Líder de un grupo que llegó a dos Final Fours su elección en un puesto alto en el Draft de la NBA, pese a que ya tenía 23 años para el momento del sorteo, no sorprendió a nadie. Y los agraciados fueron los recién trasladados Memphis Grizzlies, que esa misma velada mandaban a Shareef Abdur-Rahim a los Hawks a cambio de Pau Gasol, y posteriormente gastaban su sexta elección en Shane. Desde el primer día actuó como uno de los jefes del equipo, y suyas fueron las primeras palabras de bienvenida para la que sería su estrella.

Cinco temporadas disputó Battier en Memphis, y habrían de ser importantes para él, pues contribuyeron a formarlo como jugador (aún más) y adaptarlo a diferentes roles. Defensor de perímetro, intentar frenar a hombres en el poste, guerrero intenso o lanzador de triples. Con él, Mike Miller, Posey, Williams y, posteriormente, Stoudemire o Eddie Jones, los de Tennessee llegaron por vez primera a los Playoffs (temporadas de la 2003-2004 a la 2005-2006) y pese a su récord acumulado de 0-12, y que ahora, en su etapa de grandes éxitos, se pueda ver como algo menor, por aquel entonces supuso un grandísimo triunfo tras años de sequía. Pero el sendero de la gloria es difícil, y más en una liga que no premia a los "mediocres" que no llegan a internarse en lo profundo del corazón de las tinieblas de la postemporada ni a perder demasiados partidos. Y como Memphis parecía condenada a este desastre los ejecutivos decidieron realizar un cambio en el verano de 2006 en el que Shane fue miembro de la selección de USA solo pudo alzarse con el bronce mundial tras perder ante Grecia. Ese mismo estío vería a Pau Gasol romperse en la semifinal que ganaba España a Argentina y al ex de Duke marchar a Houston a cambio de la octava elección en el Draft, que sería Rudy Gay. El largo peregrinaje comenzaba para los Grizzlies y para Battier tocaba mudarse a Texas.

En los Rockets volvería a ser querido por las mismas cosas que siempre aportó en los Grizzlies. Estudio, dedicación, trabajo y defensa enconada sobre quien fuera necesario, llegando a entrar en el segundo mejor equipo defensivo en dos ocasiones. Por fin tuvo la oportunidad de ganar un partido en postemporada y avanzar a una nueva ronda, y durante 4 años y medio colaboró primero en apoyar a la franquicia de los cohetes en su ataque a los Playoffs durante los últimos coletazos de la era de Yao y McGrady, y posteriormente aportar experiencia y veteranía cuando comenzaba el declive y la necesaria reconstrucción tras los fracasos y las retiradas. También a él le tocó el turno, y el destino quiso que regresara a los Grizzlies para ayudarlos en una nueva incursión a la postemporada. Con Zach Randolph, Mike Conley, Rudy Gay y Marc Gasol al mando de las operaciones, y una plantilla mucho mejor que aquella que había dejado 5 años atrás, Shane pudo ser testigo al fin de una victoria de su primera franquicia en Playoffs, y para cuando dejó el equipo a finales de la 2010-2011 la alegría había vuelto a instaurarse en Memphis.


Pero él afrontaba una decisión que marcaría sus últimos años de carrera: ¿por dónde firmar? No era ninguna estrella ni tampoco un reputadísimo especialista. Pese a sus muy buenas dotes defensivas, su compañerismo, inteligencia y tiro no era el jugador por el que las franquicias irían a la bancarrota. Contaba además con 31 años y ansiaba un anillo, así que en la 2011-2012, la temporada del Lockout, firmó por los Heat de LeBron, Wade y Bosh para ir a por el título tras la derrota que estos habían sufrido ante los Mavericks el año pasado. Spoelstra y Riley confiaban en que el ex de los "Blue Devils" aportará liderazgo y todos esos intangibles necesarios para llegar lejos en los Playoffs.

Y no solo fueron intangibles, sino que también fueron puntos y triples decisivos en el momento más importante: unas Finales en las cuáles acabó con casi 12 puntos por partido y se coronó desde más allá de la línea de tres. Los Thunder se vieron batidos por el potencial de los de Florida y Shane recibió críticas de los rivales, por sus "malas artes", y halagos de prensa y analistas por igual. El "Big-Three" se llevaba a casa su primer anillo en comunión, y repetiría al año siguiente, aunque esta vez con mucho menos tiempo de juego y un peso en el equipo sensiblemente inferior. Sin embargo el anillo se quedaba de nuevo en casa, y, paradojas de la vida, él y Mike Miller, antaño compañeros en los Memphis que celebraban entrar en Playoffs, tenían dos títulos de la NBA en su vitrina. Sin embargo todo se acababa, y la 2013-2014 ya le vio pisar mucho menos la cancha y ver su relevancia en los Playoffs reducidísima. Los Spurs aniquilaron a los Heat sin darles apenas opciones y con el sabor amargo de la derrota, aún endulzado por el recuerdo de los triunfos, fue el momento para el "Chico perfecto" de decir adiós a la mejor liga del mundo.

Si hay un nombre que puede darle relevancia y sentido al título de estos artículos es el de Shane Battier. Leyenda fue en Duke, pero cuando llegó a la liga profesional nunca consiguió labrarse su camino hacia la gloria como otros elegidos. Sin embargo con esfuerzo y tesón llegó a mejores equipos defensivos, a conseguir anillos, a bautizar franquicias en Playoffs y a ser relevante hasta cuando el declive causado por la edad era inexorable. Apreciado especialmente en sus Grizzlies y en los Heat a los que ayudó a conseguir el primer anillo de la "Era LeBron", Battier ha sido modélico en sus formas fuera de la cancha y un ejemplo de compromiso y tesón dentro de ella.


Fotos: NBA

martes, 14 de octubre de 2014

Héroes que no son leyenda (II)

Proseguimos con nuestro pequeño homenaje a esos héroes de una (o varias franquicias) que jamás llegarán a los más grandiosos altares de la NBA pero cuyo recuerdo latirá siempre fuertemente en el corazón de los seguidores de sus equipos. Hoy es el turno de una de las grandes torres de la NBA. Defensa feroz, ancla de sus equipos y líder sobre la cancha: Tyson Chandler, la pieza clave.

Tyson Chandler: el bastión necesario

Verano de 2011. Júbilo en la ciudad de Dallas, que ha visto como su equipo se alza con el anillo de la NBA tras derrotar a los aparentemente todopoderosos Miami Heat de LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh. Dirk Nowitzki, MVP de las finales, el veterano Jason Kidd, el eléctrico José Juan Barea y el resto de actores secundarios que ayudan a la gran superestrella alemana reciben los elogios de la prensa. Y entre todos ellos especialmente destaca uno: Tyson Chandler. El pívot que había llegado el verano anterior en un traspaso, procedente de los débiles Charlotte Bobcats con los que había conseguido entrar en Playoffs como octavos en el Este, se había erigido en pieza fundamental para complementar al legendario Dirk y aportar los rebotes, tapones e intimidación necesarios para hacer funcionar la máquina de Carlisle. "Que se quede Tyson" era una de las grandes premisas de los texanos para esa postemporada...pero la realidad, tozuda, quiso chocar brutalmente con las expectativas.

58 millones en cuatro años, Carmelo Anthony y un proyecto donde cupieran sus aspiraciones financieras y deportivas tenían la culpa. Chandler declaraba su tristeza por marcharse del lugar en el que se había convertido en campeón de la NBA, pero la oportunidad que se le presentaba era demasiado buena para dejarla pasar a sus casi 30 años, porque al fin y al cabo "Business is business". Y por su parte los neoyorquinos conseguían a un pívot poderoso y defensivo para amarrar su frontcourt y proveer de más ayuda a Carmelo. Las piezas comenzaban a encajar para el asalto al título que la franquicia había previsto con los fichajes del alero y de Amaré Stoudemire.

Pero antes de seguir con la historia acaecida en los últimos cuatro años miremos al pasado. Al momento en que un jugador que no había pasado por la Universidad daba el salto directamente a la Liga. Un draft de 2001 en el que el primer seleccionado, Kwame Brown, había seguido el mismo camino, y en que el número 3, justo después de él, era un español proveniente del Barcelona y no de una universidad americana. Extraños compañeros de podio para un pívot de 2,13 metros que aterrizaba en los jovencísimos ("Baby") Bulls para hacer de pareja del prometedor Eddy Curry para superar la sequía de los primeros años post-Jordan.

Sus cinco años en los de Illinois fueron, en general, merecedores de un aprobado o como mucho un "bien", pero tampoco nada absolutamente espectacular. Cuando parecía que se iba a convertir en una gran pieza (jugaba su cuarta temporada en la Liga y solo tenía 22 años) al realizar una muy buena 2004-2005 en la que los Bulls se clasificaron para Playoffs, la temporada siguiente lo vio perder mucho a nivel de juego, con su peor media de carrera en puntos (unos 5 por encuentro) pese a sus 9 rebotes y cometiendo casi 4 faltas por encuentro. Con su contrato recién estrenado las críticas arreciaron, y llegando un clásico de las zonas como Ben Wallace, uno de los pilares de los grandísimos Detroit de principios del Siglo XXI, era el turno de Chandler para moverse. El destino fue New Orleans, donde ahora jugaban los Hornets y Chris Paul comenzaba a hacer diabluras.

Su asociación de tres años con el pequeño base dio mucho rédito en cuanto a espectáculo y resultados para los de Louisiana. En la 2007-2008, y promediando casi 12 puntos y 12 rebotes, los Hornets llegaron a los Playoffs tras haber conseguido el segundo puesto de la Conferencia (tras unos Lakers que habían adquirido a Gasol y por delante de los siempre temibles Spurs), derrotaron a los Mavericks en primera ronda...y cayeron frente a los San Antonio, jamás descartables, en las semifinales. Después de la efímera gloria, sin embargo, llegaba una temporada más amarga, y con los Hornets a un nivel inferior al año pasado el GM, Jeff Bower, comenzó a rastrear el mercado que tenía su "center"...y la alarma saltó en febrero de ese 2009.

¿Qué hubiera podido ser de la Liga si ese 18 de febrero Tyson Chandler hubiese superado su reconocimiento médico on los Oklahoma City Thunder? Un día la NBA se echaba las manos a la cabeza y al siguiente respiraba algo más aliviada. Los Oklahoma no estaban ganando demasiados partidos pero Durant y Westbrook comenzaba a apuntar maneras, y envueltos por la atmósfera vibrante de su recién estrenada ciudad prometían dar muchas alegrías en el futuro. ¿Qué hubiese podido suceder?, ¿Harden habría llegado a los Thunder pese al posible incremento de victorias con la llegada de Chandler?, probablemente jamás se hubiese hecho el traspaso por Perkins y quién sabe cuáles hubiesen sido los resultados del equipo. Ahora, en retrospectiva, a buen seguro que los Thunder lamentan no tener a Chandler en sus filas...pero los contrafactuales son traicioneros, y muchas otras cosas pudieron cambiar durante los casi 6 años transcurridos. Sea como fuere al final el traspaso no se realizó, Tyson acabó la temporada (Derrotados en primera ronda por los Nuggets) y, esta vez sí, le tocó moverse a Charlotte, donde volvería a entrar en Playoffs, la primera vez en la historia de la franquicia, pero sería nuevamente traspasado por motivos financieros, un mantra que se repetía a lo largo de su carrera, a los Dallas Mavericks de Dirk Nowitzki y Jason Kidd.

Y aquí se comienza a vislumbrar el cierre del círculo que al principio del artículo habíamos trazado. Llegó el campeonato, los halagos y los festejos. Luego la luminosa Nueva York, con su dinero, su fichaje de Carmelo Anthony para redimir a la "Gran Manzana" y el Lockout, sirviendo Tyson como la pieza clave para cerrar el esquema defensivo de un Mike Woodson que sustituyó a D´Antoni. Mejor defensor del año y, curiosamente, relegado al segundo mejor quinteto defensivo (aunque en el tercero de "All-Nba") sería en su segunda temporada en la antigua posesión holandesa cuando logró llegar al All-Star, entrar en ese primer quinteto defensivo y ver cómo su equipo avanzaba con mano de hierro por el Este, llegando incluso a vislumbrarse un posible épico enfrentamiento contra Miami por el trono del Atlántico. Indiana los apartaría del sueño en la segunda ronda, y las bases para la recuperación que tan arraigadas parecían saltaron por los aires cuando el año siguiente se convirtió en una pesadilla a todos los niveles. Vagando sin rumbo por la tabla, con los esquemas defensivos y ofensivos sin funcionar y un caos general la 2013-2014 supuso que tras tres años de Playoffs y lo que parecía un futuro prometedor se convirtiera en cenizas y la afición mirara con pavor el destino de los Knicks.

Para calmar a las masas se optó por un fichaje popular: Phil Jackson, que tomaría las riendas de las operaciones deportivas del equipo. Con mucho que limpiar y poco que amarrar, el "Maestro Zen", en una jugada que aún resuena en la mente de algunos, mandó a Raymond Felton, perdido desde hace mucho tiempo, y al antaño ídolo Chandler a Dallas para traerse a Dalembert, Calderón, Ellington y Larkin. Y ahora, otra vez en su último año de contrato y tres años después del anillo al que en tanto contribuyó, Tyson Chandler regresa a Dallas para aportar lo que tanto benefició a Nowitzki en su única campaña juntos: rebotes, poderío defensivo, brazos largos y capacidad de intimidación. Los texanos ya se muerden las uñas pensando en la emoción de la nueva temporada.

Siempre clave en sus equipos, especialmente a partir de su llegada a New Orleans, Tyson Chandler ha marcado en las varias ciudades en las que ha jugado. En los Hornets por sus mates al servicio de Chris Paul, en los Knicks por haber sido uno de los mejores defensores de la Liga durante dos años "mágicos", para lo que habían experimentado los neoyorquinos previamente, y en Dallas por haber sido ingrediente clave de la receta que frenó a los Heat en las Finales de 2011. Nunca ha tenido un hogar fijo, a diferencia de otros jugadores que compondrán esta lista, pero su impacto en la vasta mayoría de temporadas disputadas, especialmente en su "madurez" post 2006-2007, nos habla de un jugador que aún será recordado y que muchos quisieran tener en su equipo.

Fotos: NBA

sábado, 11 de octubre de 2014

Héroes que no son leyenda

La historia de la NBA está plagada de leyendas. Jugadores que eran, y son, capaces de echarse a su equipo a las espaldas y liderarlo hasta las más altas cotas de gloria. All-Stars, anillos y nominaciones a mejores equipos de la Liga se les caen de las manos y en sus vitrinas apenas queda espacio para acaparar toda la atención que reciben no solo por parte de sus propios aficionados y de periodistas, analistas y tertulianos, sino también del fan promedio de la NBA.

Pero no lo son todo, ni mucho menos. Y no me refiero solamente al enorme reparto de jugadores secundarios que están siempre ahí detrás haciendo labores quizás más oscuras pero no por ello menos importantes en el desarrollo del juego de su equipo, sino también a figuras como las que iré analizando en esta serie de artículos. Jugadores que sin llegar a ser nunca estrellas rutilantes de la competición sí que han representado mucho para los aficionados del equipo en el que jugaban y siguen vivos en la memoria como piezas clave en momentos históricos para su franquicia.

¿Quién podría ser un prototipo de estos jugadores de los que hablo? El primero en pasar por estas páginas será Gerald Wallace, actualmente en los Boston Celtics pero durante seis años y medio estrella, aunque perteneciera a la segunda o tercera línea de jugadores en la NBA, de unos necesitados Charlotte Bobcats, en los que aún sigue siendo el único jugador participante en el All-Star. Shane Battier y Tyson Chandler serán otros invitados por estos artículos, pero animo a que todo el que quiera participe en los comentarios y diga quién debería estar incluido en esta sección de grandes jugadores a los que no conviene olvidar.
Gerald Wallace: el orgullo del lince

7437 puntos, 3398 rebotes, 827 robos, 531 tapones y 16718 minutos en 454 partidos con su equipo. Si no contamos a leyendas de los Hornets como Larry Johnson o Alonzo Mourning, y dado que aquí solo hablaremos de los Bobcats no lo haremos, el actualmente alero de los Celtics es líder anotador de los de Charlotte, jugador con más robos, más minutos y más partidos jugados y en el Top 3 de tapones y rebotes. En la breve década en que los Bobcats camparon por la NBA su nombre solo se podía asociar a una figura dentro de la cancha: Gerald Wallace.

Es cierto que a su alrededor desfilaron jugadores de más o menos nivel que también atrajeron atención y pudieron rendir a alto nivel, hablamos de Stephen Jackson, Jason Richardson, Boris Diaw, Emeka Okafor, Raymond Felton o Tyson Chandler, pero si había una "estrella" permanente en la muy pequeña constelación de los de Carolina del Norte era esta bestia procedente de Alabama y que se había curtido durante sus primeras tres temporadas en los maravillosos Kings de principios de siglo. Wallace dejó su selo de intensidad y entrega durante sus casi siete temporadas en Charlotte, y su número 3 era garantía de júbilo en un pabellón en el que no se solían presenciar demasiadas victorias. Con Gerald, al menos, el espectáculo estaba garantizado.

Acabó en los Bobcats por vía del Draft de Expansión de 2004 que daba la bienvenida a la franquicia que suplía a los míticos Hornets, entonces trasladados a Nueva Orleans y ahora de nuevo en Charlotte tras uno de esos vaivenes típicos de esta competición, y los equipos restantes dejaban elegir de entre sus jugadores a los recién llegados. Vía Draft aterrizó allí también Emeka Okafor, primer proyecto de estrella de los Bobcats, y por otras vías Primoz Brezec, Gerald Wallace y un mito para los aficionados de Charlotte como Matt "Hammer" Carroll. Ellos cuatro y Raymond Felton serían los primeros rescoldos de esperanza para un equipo que solo logró dos presencias en Playoffs durante su década de existencia.

Si una palabra puede definir a Wallace es esta: "intensidad". Y eso lo hizo convertirse rápidamente en "fan-favorite" y multiplicar sus prestaciones tras tres años en los que apenas pisaba diez minutos por partido la cancha. En su primer año en Carolina del Norte le tocaría jugar durante 30 minutos cada encuentro y batirse el cobre con los aleros titulares de los demás equipos de la Liga. 11,1 puntos, 5,5 rebotes y 1,7 robos serían su carta de presentación y un anticipo de lo que estaba por venir. La temporada siguiente, con los Bobcats aún naufragando y buscando más y más refuerzos universitarios, subió hasta los 15,2 puntos, 7,5 rebotes y 2,5 robos por encuentro, lo cual combinado con sus más de 2 tapones en cada partido hacía que compartiera récord en cuanto a la combinación de estas dos últimas estadísticas con mitos como Hakeem Olajuwon y David Robinson. Poco a poco su nombre comenzaba a sonar en los mentideros y los analistas tenían ya claro quién lideraba en la cancha a la joven franquicia del Este.


Durante los siguientes cuatro años y medio se dedicaría a seguir creciendo en el aspecto anotador y en el reboteador. Si bien nunca fue una amenaza desde lejos sí que incrementó sus prestaciones en el juego interior, no teniendo ningún problema en lanzarse contra jugadores mucho más altos o corpulentos en busca de rebotes. "Crash", su sobrenombre, terminaría la temporada 2009-2010 con 18,2 puntos y 10 rebotes por partido, pero durante los primeros meses de la misma había conseguido dobles-dobles con una facilidad asombrosa y llegó a liderar la lista de mejores reboteadores de toda la Liga. Previamente, en la 2007-2008, se encargaría de poner su récord en 19,4 puntos por partido, y pese a las diversas lesiones que su estilo de juego le acarreaba no cejó en su empeño de seguir saltando a la cancha y dejándose la piel por un equipo que no correspondía a los esfuerzos de su líder.

Esa 2009-2010 mencionada, en la que ya era un jugador maduro que había pasado más de 8 años en la Liga y que seguía exhibiendo un físico portentoso para alcanzar esos registros en todas las facetas defensivas, sería la de su gran explosión y salto a la siempre fugaz fama de la Liga. Nominado para jugar en el All-Star de 2010 se convertía en el primer Bobcat en lograrlo (ni siquiera Al Jefferson en la 2013-2014 fue capaz) y sus 15 minutos y 2 puntos fueron meros irrelevantes testimonios de un acontecimiento histórico para un equipo que desde su llegada a la Liga había fracasado constantemente y se había enrocado en la mediocridad. Sin embargo ese año llegó la primera temporada con un récord de victorias-derrotas favorable (44-38), a la postre la única hasta la reciente 2013-2014, la primera clasificación para los Playoffs de la mano de un equipo veterano con Larry Brown como entrenador y su nombramiento para el mejor equipo defensivo de la NBA. Una 2009-2010 de oro que se cerraba con un barrido por parte de los Magic en primera ronda pero muchas esperanzas y reconocimientos puestos en su figura.



Sin embargo la diosa Fortuna es tan veleidosa como la describía Maquiavelo en "El Príncipe", y después de la gloria, como si de la cíclica historia en la que creían los griegos se tratara, llegó el fracaso y la descomposición del equipo que había logrado colarse en la postemporada. Ante la perspectiva de la mediocridad perenne y un arranque nefasto de temporada Larry Brown fue despedido, y antes que él también lo habían hecho Raymond Felton y Tyson Chandler. Prácticamente abandonado como último vestigio de una etapa superada y que había concluido en la "dulce derrota" frente a Orlando, Gerald Wallace siguió a lo suyo y aportó 15,6 puntos, 8,2 rebotes y su esfuerzo constante en los casi 40 minutos por encuentro que disputó en 48 partidos antes de que el mercado y la situación de la franquicia determinaran que su próximo hogar sería Portland. La noticia fue como un jarro de agua fría para el alero y para los fans.

"Siento que esta ciudad no me debe nada. Yo les debo todo, aquí pude mostrar mi juego", "No estaba nada contento, muy triste...es una pena, nada agradable, hacía de todo en el equipo", "Gerald era el epítome de todo lo que queremos en este equipo y no podemos agradecerle lo suficiente su contribución a los Bobcats. Sin embargo se acercaba el Deadline y sentíamos que era lo mejor para el largo plazo". Wallace, Silas (su entrenador) y Michael Jordan, por aquel entonces reciente propietario de la franquicia, respectivamente. Sea como fuere ya no había manera de echarse atrás, y aunque el movimiento se entendía, había que escapar de esa peligrosa senda que amenazaba con tragarse al equipo y condenarlo a vagar perennemente por los puestos situados entre el octavo y el undécimo, eso no lo convirtió en más fácil. La afición perdía a su estrella, a su ídolo y último representante de los Bobcats que habían jugado allí desde 2004. Triste y apesadumbrado se fue a los Blazers y puso fin a la mejor etapa de su carrera.

Después del traspaso las cosas no marcharon nada bien. En los Blazers no rindió al nivel esperado y pese a jugar en los Playoffs vería cómo era traspasado de nuevo a los Nets. Allí se lesionó, en esta ocasión de gravedad, y pese a renovar su contrato de nuevo tuvo que hacer las maletas tras apenas temporada y media para recalar en unos Celtics donde volvió a sufrir una lesión a principios de 2014. En un equipo en reconstrucción y con dos años aún por cobrar es muy difícil determinar dónde acabará un jugador que a sus 32 años ha bajado su nivel a la vez que las lesiones y la edad se han comenzado a cobrar su precio.

Jamás será recordado como una de las grandes leyendas de la NBA, pero dio brillo a los Bobcats durante casi 500 partidos y 7 años de sacrificio. Fue el único All-Star de la franquicia, el experto en mates que cuando se juntó con Jason Richardson levantó a los aficionados muchas veces de la grada, el rostro conocido por el resto de la Liga y pura entrega en defensa y en ataque. En retrospectiva, casi cuatro años después de su marcha de los Bobcats, Jordan tenía razón y es muy difícil valorar lo mucho que dio en tiempos complicados para el equipo. ¿Cómo encajaría ahora tutelando a Michael Kidd-Gilchrist y cerrando aún más una defensa como la de los actuales Hornets?, ¿colgará el "3" alguna vez del techo del pabellón de los renacidos Hornets? Sea como fuere Wallace siempre tendrá un lugar en los corazones y la memoria de los aficionados de Carolina del Norte.


Fotos: NBA

jueves, 9 de octubre de 2014

¿Cuál es el mejor backcourt de la NBA?

Hace pocos días Sport Illustrated volvía a avivar las llamas de la polémica verbal desatada entre John Wall, Dion Waiters y Bradley Beal después de que el escolta de los Wizards proclamara que junto con el que fuera número 1 del Draft formaban la mejor pareja exterior de la Liga. Tal declaración no pareció sentar bien al de los Cavaliers, que mostró su disconformidad con la afirmación y fue "reprendido" por Wall en respuesta. Un breve calentamiento para lo que está por venir en una temporada en la que ambos equipos se han reforzado para llegar lejos, y especialmente los Cavaliers de LeBron y Love.
Foto: NBA
Pero volvamos a Sport Illustrated. En su web Chris Johnson decidió escribir un artículo acerca de cinco parejas de jugadores exteriores que pondría por delante del "dúo dinámico" capitolino. Y poco después varios "nominados" que se quedaron fuera por poco. En este artículo, intentando en cierta medida "responderle", haremos campaña por una de esas parejas nominadas en función de lo que puede sorprender en la Conferencia Oeste esta temporada y por otras dos opciones que no han sido contempladas por el autor del artículo original.

Por supuesto esto es mera opinión personal, y es que más allá de los datos objetivos que las frías estadísticas puedan arrojar, no cabe duda de que el deporte es terreno fértil para la subjetividad, toda vez que las sensaciones que nos transmite un jugador pueden ser malas pese a unos números de escándalo o una publicidad desmedida. Así le ocurre al que suscribe con, por ejemplo, Kyrie Irving, pero este hecho imposible de pasar por alto fomenta la existencia de un debate sano que animamos desde esta página. He elegido tres "Back-courts", dos por poder ser revelaciones y otro por una solidez quizás no brillante y digna de "Highlights" pero sí eficaz y rentable, pero siguiendo la argumentación antes hecha, cada lector puede ver en ellos una elección pésima. Por ello animo a que dejéis vuestros comentarios y opinéis sobre cuáles son los "olvidos" de Johnson en su artículo.

Comenzaremos con una pareja recién reunida y que puede dar muchas alegrías a los Denver Nuggets:

Ty Lawson-Arron Afflalo
El combo que presentan los de Colorado es, cuanto menos, interesante como una de las piedras angulares del proyecto azul celeste. El ex de Carolina del Norte se ha ido convirtiendo, a base de mucho trabajo, en un "fan-favorite", y sus estadísticas de la última temporada revelan su importancia en este equipo, con 17,6 puntos, 8,8 asistencias y 1,6 robos por encuentro. Sirviendo a su puesto de guía de sus compañeros también entra en varios de los mejores quintetos Nugget en cuanto a promedio de victoria y los puntos anotados por su equipo con él en cancha se incrementan en casi 3 por cada 100 posesiones.

Afflalo, por su parte, regresa a la que fuera su casa durante tres años tras dos en Orlando. Allí, en un equipo sumido en el "Tanking" y la reconstrucción, ha tenido que afrontar un cambio de papel que ha ido perfeccionando su rol de jugador ofensivo, dejando de lado poco a poco el de intenso especialista defensivo, o "3&D" que le había tocado en sus etapas anteriores. 18,2 puntos le avalan, y más aún su inicio de campaña, cuando llegó a frisar, e incluso superar, los 22 tantos por encuentro durante noviembre y diciembre, llegando a rumorearse su presencia en el All-Star. Sea como fuere se consolidó como anotador y ha terminado en Denver a cambio de Fournier, añadiendo una nueva presencia de peso en el perímetro.

¿Cómo se combinarán los dos? Por ahí pasa una de las fórmulas del éxito de los de Colorado. En un principio la mezcla parece buena y de alto nivel, si bien es cierto que Afflalo dejó algo de lado sus cualidades defensivas en favor de desarrollar su lanzamiento de larga distancia y ser una mayor amenaza al otro lado de la cancha. Sin embargo asegura trabajo en ambos extremos y puede beneficiarse mucho de jugar con un base de verdad, Oladipo no lo era, que es uno de los máximos asistentes de la Liga. Lawson, por su parte, tiene tanto a Afflalo como a Gary Harris en el banquillo para ayudarle en la defensa de perímetro y lanzar desde media y larga distancia. Denver tiene aquí un filón para explotar que no pasará desapercibido.

Mike Conley-Tony Allen:
No por viejos conocidos son peores. Casi todo el mundo señala, y acierta al hacerlo, como clave del éxito de los Memphis Grizzlies a su pareja interior. Zach Randolph y Marc Gasol son un pilar clave del equipo, ¡cómo negarlo!. Pero no se puede menos que alabar al dúo que forman el ex de Ohio State y el ya veterano Tony Allen, porque de su combinación surge una de las parejas más difíciles de superar de la Liga.

Conley ha ido mejorando a pasos agigantados desde que entró como el compañero de equipo del malogrado Greg Oden en el Draft de 2007. Durante estos casi 8 años ha ido incrementando su peso en el juego de los Memphis hasta explotar con Lionel Hollins y, posteriormente con Dave Joerger consolidarse como capitán del navío. 17,2 puntos y 6 asistencias la última temporada son su carta de presentación...pero también los impresionantes números en defensa de los Grizzlies con él en pista: pasan de encajar 107 puntos por cada 100 posesiones a quedarse en 98,8, y, por supuesto, el quinteto titular en el que está encuadrado obtiene un muy alto porcentaje de victorias.

Pero el baloncesto no es solo un individuo, sino que transmite la idea del poder del colectivo (y no hay equipo que más fuerza haga de esto que los Memphis). Por ello siempre conviene recordar al acompañante en el Back-court: Tony Allen. El perro de presa de la posición de escolta trasciende los meros números, y probablemente haya sido excluido del artículo de Johnson por su menor tiempo de juego o su falta de impacto relevante a la hora de atacar. ¡Pero qué decir de su defensa! No sabrá tirar de lejos y solo promediará 9 puntos y 3,8 rebotes (aunque 1,6 robos), pero con él en pista Memphis encaja 5 puntos menos (99,9 frente a 105,2) por cada 100 posesiones. Intangibles, esa cosa tan difícil de percibir y tan valorada, que resplandecen con fiereza en un escolta que ya frisa los 33.

Aquí nos encontramos ante un caso, otro más, de "la suma mejor que las partes por separado". Mike Conley es un buen base y Tony Allen un jugador de rotación y especialista defensivo ideal, pero combinados, y sobre todo haciendo fuerza con sus dos grandes compañeros del interior, forman un dúo terrible y que si bien no reluce tanto en ataque permite sostener una de las mejores defensas de la Liga. Merecen, al menos, un reconocimiento por ello.

Kemba Walker-Lance Stephenson
La última de las parejas por las que aquí apostamos es, probablemente, la que más riesgo conlleva respecto al resultado que puede dar. Walker y Stephenson han sido, hasta el momento, noche y día en sus actitudes fuera de la cancha y ambos presentan, dentro de la misma, ciertas características comunes, ¿pero cómo funcionarán juntos? El fichaje de "Born Ready" por la franquicia de Carolina del Norte ha disparado las expectativas pero también aconseja extremar precauciones dada su posible falta de entendimiento con sus compañeros en el juego exterior.

Si a los números nos atenemos no hay nada que temer. Tanto el escolta como el base han ido progresando durante sus 4 y 3 temporadas respectivamente y ambos se han estabilizado en torno a la quincena de puntos en la 2013-2014. Ambos son dinámicos, competitivos e intensos y han jugado en el "Playground" de Nueva York, por lo que aseguran espectáculo para la grada. Kemba es un maestro manejando el balón y liderando penetraciones a toda velocidad o frenándose para lanzar un tiro de corta-media distancia. Stephenson, por su parte, ha evolucionado hacia un All-around player que igual asiste que rebotea, números increíbles para un escolta, o anota. El "Triple-doble" y la jugada espectacular están siempre en su mente, y además es un defensor aplicado que mejora en mucho a Gerald Henderson.

¿Qué puede salir mal aquí si tan magnífica parece la combinación de los dos jóvenes talentos neoyorquinos? Pues, por ejemplo, el lanzamiento exterior. Si bien "Born Ready" lo ha mejorado y Kemba no tiene miedo a lanzar desde más allá de los 7 metros eso no implica que sean una amenaza consistente, y desde luego el tercero en discordia (Michael Kidd-Gilchrist) tampoco lo es, y eso puede debilitar las opciones de los Hornets. Ambos pueden acaparar demasiado balón, aunque Walker no tuvo reparo en dejárselo a McRoberts como facilitador principal durante la temporada pasada, o simplemente ver sus egos chocar o no ser capaces de suministrar balones al auténtico líder: Al Jefferson.

Sin embargo esta es mi gran apuesta: serán una de las mejores parejas de la Liga. Aficionado a los Charlotte como soy reconozco que puedo pecar de parcialidad en lo referente a este tema pero lo cierto es que las sensaciones son muy buenas. La progresión que ha ido siguiendo Stephenson, eso no se le puede negar, lleva a pensar en un jugador reinventado para ser si no "Floor general" el pasador principal y además una amenaza desde el perímetro. Y a su lado Walker con menos carga sobre sus hombros, un nuevo aliado a su vera, anotando con más consistencia libre de las presiones que lo han rodeado desde su temporada "Rookie". Son jóvenes, son buenos y son prometedores. ¿Qué pensáis vosotros?

Referencias:


Datos de jugadores en www.82games.com 


lunes, 29 de septiembre de 2014

El inexorable declive

"Tempus fugit" decía hace más de dos milenios el inmortal poeta Virgilio, al que luego Dante Alighieri utilizaría de guía en su travesía por el Infierno ansiando hallar a la Beatriz amada. Y verdaderamente el veloz transcurrir del tiempo ha sido siempre una preocupación y fascinación para los hombres, que han contemplado su cuerpo marchitarse a la par que a su alrededor todo cambiaba. Los suspiros cósmicos son eternidades para la vida de los simples humanos, y más breves que un simple parpadeo son las carreras de los deportistas de élite.

Escribía hace unos años en MARCA el preparador físico de Nowitzki, cuando el alemán tenía aún 28, que su trabajo se basaba en mantener al crack alemán en perfectas condiciones y que había diseñado un plan para que siguiera mejorando en todos los aspectos, ya más allá de lo técnico, hasta chocar con la frontera de los 32. A partir de ese momento comenzaría un declive que buscaría atenuar. 8 años después de eso, y con 36 años en la mochila de uno de los mejores ala-pívot de todos los tiempos y gran revolucionario de su posición, lo cierto es que el gran guardián de Dirk acertó con el pronóstico, aunque su pupilo se resista a dejar que el invencible paso del tiempo consuma unas capacidades privilegiadas.

"Father time" lo llaman en la NBA, y muchas leyendas o grandes jugadores de la última década de la Liga ya han ingresado en ese "selecto" club. El panorama que observarán los que se aficionen a este baloncesto dentro de cinco años diferirá mucho del de aquellos que lo hicimos en aquel, parece ya lejano, 2005. Una rápida mirada a la lista de los jugadores más veteranos en activo hace brillar a dos nombres en el Top-3: Steve Nash y Tim Duncan, de los que hablaremos para comentar las grandes diferencias en su manera de sobrellevar la edad.

En primer lugar está el base canadiense, genio entre genios y auténtico dominador de la posición de base de los Phoenix Suns y del Oeste durante más de un lustro, comandando un equipo espectacular y anotador al que hacía bailar al son de sus pases vertiginosos, sus triples decisivos y un manejo de balón privilegiado. Sin embargo ya son más de 40 años los que calza en sus botas, y junto con las lesiones han venido a cobrarse un terrible peaje. El Nash de los últimos dos años, coincidiendo con su llegada a los Lakers, no ha sido el mismo que brillaba en Arizona, y sus problemas de espalda han provocado que solo haya jugado en 65 de los 164 partidos posibles. Varios factores podrían explicar esta derrota frente al tiempo: una lesión crónica que provocaba que el ex de Santa Clara tuviese que tenderse en el suelo al llegar al banquillo para recibir tratamiento, dejar de ser observado por el unánimemente reconocido como mejor equipo médico de la NBA y, especialmente, un estilo de juego que se combina con una hinchazón de minutos tremenda para un jugador que ya al moverse a California frisaba los 39.

Cuán diferente es la historia de Tim Duncan, el sempiterno "21" y ala-pívot de la dinastía Spur. Precisamente en los albores de la temporada 2006-2007, en ese verano en el que España ganó el Mundial de Japón y el preparador físico de Nowitzki decía que su pupilo aún tenía mucho baloncesto para dar, varios analistas daban por muertos a los de San Antonio y hablaban de que Duncan comenzaba su declive después de haber sufrido una fascitis plantar que le había lastrado el año anterior. Ese 2007 sería el de la masacre en las Finales a unos Cavaliers que se vieron destruidos por un bloque tan sólido como su líder y dirigido por un Tony Parker estelar. De nuevo se anunció el final del reinado de Duncan para reducirlo a mero escudero, dado que el base francés había tomado las riendas del equipo texano.

Con 7 años de perspectiva podemos comprobar la magnitud del error de aquellas palabras, que sin embargo sonaban tan acertadas en la 2006-2007 recién finalizada, y también la diferencia en el tratamiento dado a Nash y a Duncan. Los minutos del base disminuyeron levemente y se mantuvieron en unos baremos de 33/34 por encuentro, aproximadamente, durante los siguientes cuatro años. El ala-pívot, en cambio, solo siguió jugando ese tiempo las dos temporadas siguientes, y ya en la 2009-2010 pisaba la cancha "solo" 31 minutos cada partido. Ese número, de un jugador dos años "menor" que Nash, recordemos, descendió hasta los 28 minutos por encuentro que promediaría en las dos siguientes, amén de las decisiones de Popovich de no utilizarlo en "Back to backs" y salvaguardarlo lo más posible. En el acumulado Nash jugó 4458 minutos y Tim 3790 en el transcurso de la 2010-2011 y la 2011-2012. Una diferencia muy considerable cuando ya ambos habían más que entrado en sus treintas.

En la era de los físicos privilegiados es muy interesante realizar estas comparaciones y observar cómo lucha cada jugador contra el limitador que a todos nos llega. Duncan o Nowitzki, aquí mencionados, son los grandes desafiantes al paso de los años, y en cambio Nash es una prueba fehaciente de que hasta los mejores tienen que ceder ante lo imparable. ¿Qué hay, hablemos de españoles en la NBA, de Pau Gasol? Acusado en los últimos tiempos de desgana, de poca entrega defensiva y de no rayar al mismo nivel con el que brilló en los Lakers durante 4 años, ¿en qué medida ha podido ser esto fruto de la edad?, ¿ha llegado el "Father time" también para nuestro mejor jugador?


Lo cierto es que reducir todo a un solo factor, como hemos observado, es muy complejo. Y si bien la edad es una variable que siempre debemos introducir todo el contexto que rodea al jugador siempre influye. Desde la espalda de Nash hasta los minutos de refresco de Popovich y la diferencia de estilo de juego de Spurs y Suns. Del equipo médico de unos y otros, lo lejos que se internaron en Playoffs y los golpes recibidos. En el caso de Pau los años se han cobrado su precio en una merma considerable de su velocidad y una reducción de sus antaño raudos ataques a la canasta. Pero sin duda podemos apuntar a dos factores muy relevantes en su bajada de rendimiento: el estado mental y el estilo de juego de Mike D´Antoni. El primero de estos se suele obviar, dando mucha más importancia al "Run and gun" del ex entrenador de los Suns, que no casaba para nada con las características de un Pau que se tuvo que buscar la vida a más de cinco metros del aro, y hacemos mal, puesto que debemos recordar que en el frustrado traspaso por el que Chris Paul hubiese acabado en Los Ángeles estaba implicado el catalán. Lamar Odom salió de los Lakers poco después, y la cabeza de Pau, antaño ídolo del equipo, dejó de estar al 100% centrada en su equipo. La llegada a los Bulls podría insuflar aire fresco en su cuerpo, aunque hemos visto en el Mundial que las minutadas pueden ser letales, y estas tesis aquí defendidas se verán falsadas, o no, cuando naveguemos por el mes de febrero y comprobemos su adaptación.

Héroes, no hemos mencionado al siempre peligroso y trabajador Kobe Bryant, leyendas e iconos de una Liga por cuyo sendero aún transitan pero que pronto llegará a su final. Cada uno combatiendo a Cronos de la manera que mejor sabe o puede, pero siempre conservando el aroma y la esencia de esos jugadores que hicieron del principio del Siglo XXI una fiesta en la NBA. ¿Quién se atreve a descartarlos?


Fotos: NBA

viernes, 26 de septiembre de 2014

Hornets y Cavaliers se refuerzan

Un par de movimientos de perfil bajo han servido para seguir animando un poco la Conferencia Este en estas últimas semanas de preparación antes del comienzo de la Liga. Hornets y Cavaliers han tratado de introducir retoques en su fondo de banquillo para asegurar la máxima competitividad y que hasta su jugador número 12 pueda salir y dotar de ciertas garantías al quinteto que esté en ese momento sobre el parqué.
Foto: NBA
En el caso de los primeros, y a la par que comenzaba la rumorología sobre la extensión del contrato de un Kemba Walker que entra en su cuarta temporada como profesional, el refuerzo ha sido un Jason Maxiell que contará con un contrato no garantizado y que tendrá minutos en la pretemporada de los de Charlotte. El equipo buscaba un nuevo refuerzo interior y el ex de Pistons y Magic puede ser una buena pieza para disputar muy pocos minutos por encuentro. Nunca pasó de ser una promesa y, posteriormente, un jugador decente de rotación en su aventura en Michigan y el breve paso por Florida, pero su hipotético rol en el conjunto dirigido por Clifford tampoco sería mucho mayor y a un sueldo bajo puede ser uno de esos movimientos "under the radar" que tan bien maneja Rich Cho.

Por su parte los Cavaliers han obtenido a Keith Bogans en un traspaso con los Celtics, que a cambio reciben a John Lucas III, Erik Murphy, Dwight Powell y Malcolm Thomas. En ningún caso es una jugada decisiva para alterar el orden de poderes en la Liga, pero los de Cleveland confían encontrar a otro líder veterano en el jugador de 34 años para sumarlo a un equipo que ensambla piezas rumbo al campeonato de la mano de James. Por su parte los de Boston pueden haber conseguido un buen talento a muy bajo coste al conseguir a Dwight Powell, elegido con el número 45 por los Hornets y traspasado a Cleveland en la noche del Draft, puesto que algunos ojeadores lo habían puesto muy bien. Traspaso, de nuevo, de perfil bajo que probablemente afecte en poco al rendimiento de ambos equipos y que tiene más probabilidades de deberse al contrato no garantizado de Bogans (unos 5 millones)

Fuente: realgm.com

lunes, 15 de septiembre de 2014

El Legado de Yao: "lo que hubiera podido ser"

Casi 2,30 de estatura. Todo un gigantesco país, acorde con su talla, jaleando cada uno de sus movimientos y haciendo que  las audiencias de todos los encuentros de los Rockets se dispararan. Una irrupción estelar en la NBA a la que vencieron las incontables lesiones que fueron mermando las capacidades de una auténtica muralla china de imborrable recuerdo para los aficionados a la liga, fuese cual fuese el motivo. Desde su elección con el número 1 por los Rockets en 2002 hasta las bromas de Barkley o los incontables votos para el All-Star, las promociones con su cara y su origen o el "meme" que tanta popularidad tuvo en internet. Yao Ming, y su herencia.

Lo increíble del gigante chino, y lo que puede hacer que muchos miren con nostalgia a cada partido en el que se fue lesionando, impidiéndole desarrollar una carrera aún más fructífera en unos Rockets malditos por las constantes recaídas de su figura y del sempiterno McGrady, es que pese a sus 2,29 no era un pívot al uso, sino que tenía también un juego lejos del aro muy desarrollado. Pese a un comienzo algo frío en la NBA poco a poco se fue acostumbrando y sus medias se dispararon hasta estabilizarse cerca de la frontera del 20/10, a la que llegaba con facilidad en sus tres mejores temporadas (de la 2005-2006 a la 2007-2008). Sin embargo, y como una Espada de Damocles y una maldición que pesara sobre los texanos, a la vez que crecía su importancia en el juego, el respeto de la liga y sus números también lo hacían sus problemas con las lesiones: En sus tres primeras temporadas solo se había perdido dos encuentros en la 04-05, pero en las tres siguientes serían 86 de 246, más de una tercera parte de todos los partidos disputados por los Rockets. Y McGrady, por su parte, no pudo jugar en 62. El resultado fue que el ambicioso proyecto de Houston se estrelló constantemente contra las rocas.

Solo una vez llegaron a la segunda ronda, de nuevo con T-Mac fuera, y merced a un gran Yao que, sin embargo, sufriría una lesión terrible en la rodilla durante un encuentro contra los Lakers antes de la definitiva eliminación de los suyos, obligándole a perderse toda la temporada 2009-2010 y con muchos comentarios sobre su carrera estando en riesgo. Desgraciadamente así fue, y en 2011 Yao anunció su retirada del baloncesto por la imposibilidad de seguir conviviendo con tantas lesiones y molestias. Atrás quedaban innumerables esfuerzos y un legado que procederemos a enumerar, no solo en lo meramente deportivo, que fue mucho, sino en lo humano y en la ampliación de las fronteras de la Liga en los albores del Siglo XXI.



El primer factor que hay que tener en cuenta a la hora de analizar a Yao Ming es el punto de inflexión de la temporada 2005-2006. Tras esos tres años de salud de hierro comenzó a llegar la plaga de lesiones que finalmente terminarían con su carrera. Por supuesto esta sería solo la consecuencia final, las demás fueron el ir jalonando su cuerpo de cicatrices y obligándole a pasar menos tiempo en pista, perderse partidos y mermar las aspiraciones de su equipo. Aún así los datos quedan ahí, y es que más de 22 puntos por partido y 10 rebotes en cada encuentro fueron constantes en la 2005-2006, y números incluso mejores (25-10) en su siguiente año. Con cada temporada que pasaba más respetado era por el resto de jugadores, pero a la vez más le exigía un cuerpo descomunal, de proporciones que tiempo hacía que no se veían.

Sin embargo fue, sin lugar a dudas, una de las grandes estrellas de la Liga en los 9 años que pasó en ella. Al principio recibió la lógica desconfianza de aficionados y analistas que temían que la gran sensación china no fuese más que una decepción de 2,29, pero el pívot de los Rockets fue callando bocas. Algunos llegaron a decir que podría haber sido de "los 5 mejores pívots de la historia" si no hubiese sido por las lesiones, y aunque los castillos en el aire siempre superan a la realidad lo cierto es que los movimientos y el tiro de Yao eran mucho mejores que los de cualquier hombre con una estatura similar. Dificilísimo de defender por sus múltiples recursos y su físico, amén de una gran capacidad para aprender y seguir progresando tal y como atestiguan sus números, sin duda fue una de las pesadillas en las zonas hasta que su organismo le dijo que se detuviera.

Trascendamos, sin embargo, el ámbito deportivo que se queda en la cancha y pongamos la lupa sobre el grandísimo impacto que tuvo en todo lo que rodea a la Liga. En sus presencias año sí y año también en el All-Star, siempre como titular merced al gran voto de los aficionados chinos, lo cual le reportó grandes críticas pero que, sea como fuere, no debe desmerecer el hecho de que probablemente la mayoría de veces lo mereciera. Precisamente esta riada de entusiasmo chino que, sin embargo, no se traduciría en otro gran jugador proveniente del país asiático, coincidió con la época de mayor internacionalización del "Producto" NBA, uno de los grandes objetivos de David Stern, que tiene mucho que agradecerle a Yao.


En esa 2002-2003 en la que el gigante chino pisaba las canchas estadounidenses por vez primera jugaba su última temporada en los Blazers otro pívot de leyenda como Arvydas Sabonis. En los Memphis había destacado un Pau Gasol que echaba abajo la puerta que tímidamente había entreabierto Fernando Martín más de una década atrás y Dirk Nowitzki ya era la estrella indiscutible de los Dallas Mavericks. Los ecos de Petrovic, Divac y Kukoc llegaban a una Liga que abría sus fronteras a talentos de todo el mundo y de los cuales Yao fue otro de los grandes exponentes. El gran asiático, la primera gran estrella oriental que se sumó a los europeos que empezaban a estar de moda en la liga. Su llegada contribuyó a modernizarla y a abrirla a una pluralidad de países que comenzaron a tener ídolos con los que identificarse en un territorio que antaño parecía vedado y exclusivo para superhombres. Un chino llegando al All-Star, entrando en los mejores equipos de la Liga, siendo un ídolo en Houston y compartiendo focos con los Kobe, Duncan y compañía suponía no solo un orgullo nacional sino una demostración de que el baloncesto, y la propia NBA, estaban cambiando.

Y precisamente de orgullo nacional hablaremos aquí. De cómo la figura deportista trascendió el baloncesto para ser mucho más en China. Abanderado en dos ocasiones en los Juegos Olímpicos, con especial ilusión en los de 2008 de Pekín cuando el mundo quedó impresionado por la magnitud de la ceremonia de apertura, su figura era un símbolo de gloria para la República Popular. Su éxito jamás se ha visto replicado por otro jugador del gigantesco país, pero sus logros eran celebrados por multitudes y especialmente por un gobierno feliz de ver triunfar a su gran atleta en las tierras occidentales. Yao, con toda su popularidad, abanderó muchas causas sociales, se implicó en temas de defensa medioambiental y, quizás a un nivel inferior, salvó a su antiguo equipo de no poder jugar merced a problemas económicos. Raro es encontrar una voz que se alce contra el carácter de Ming, siempre a la cabeza de la solidaridad en la NBA.

Fue propuesto para ser "Hall of Fame" pero prefirió esperar. Una espera que, a buen seguro, terminará en su inclusión en esta selecta lista de grandes contribuyentes al deporte. Su impacto deportivo fue grande, aunque quizás no tanto a nivel de resultados como hubiesen querido en Houston, pero más aún sus repercusiones internacionales y su implicación humanitaria. Yao Ming es una de las figuras indelebles de la historia de la NBA del Siglo XXI, y sin haber ganado un anillo ni haber llegado nunca a unas Finales de Conferencia. El "qué hubiera podido ser" estará siempre a la orden del día, pero quedémonos con lo que sí fue y lo que de él se pudo disfrutar.

Fotos: NBA
 
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