"Tempus fugit" decía hace más de dos
milenios el inmortal poeta Virgilio, al que luego Dante Alighieri utilizaría de
guía en su travesía por el Infierno ansiando hallar a la Beatriz amada. Y
verdaderamente el veloz transcurrir del tiempo ha sido siempre una preocupación
y fascinación para los hombres, que han contemplado su cuerpo marchitarse a la
par que a su alrededor todo cambiaba. Los suspiros cósmicos son eternidades
para la vida de los simples humanos, y más breves que un simple parpadeo son
las carreras de los deportistas de élite.
Escribía hace unos años en MARCA el preparador
físico de Nowitzki, cuando el alemán tenía aún 28, que su trabajo se basaba en
mantener al crack alemán en perfectas condiciones y que había diseñado un plan
para que siguiera mejorando en todos los aspectos, ya más allá de lo técnico,
hasta chocar con la frontera de los 32. A partir de ese momento comenzaría un
declive que buscaría atenuar. 8 años después de eso, y con 36 años en la
mochila de uno de los mejores ala-pívot de todos los tiempos y gran
revolucionario de su posición, lo cierto es que el gran guardián de Dirk acertó
con el pronóstico, aunque su pupilo se resista a dejar que el invencible paso
del tiempo consuma unas capacidades privilegiadas.
"Father time" lo llaman en la NBA, y
muchas leyendas o grandes jugadores de la última década de la Liga ya han
ingresado en ese "selecto" club. El panorama que observarán los que
se aficionen a este baloncesto dentro de cinco años diferirá mucho del de
aquellos que lo hicimos en aquel, parece ya lejano, 2005. Una rápida mirada a
la lista de los jugadores más veteranos en activo hace brillar a dos nombres en
el Top-3: Steve Nash y Tim Duncan, de los que hablaremos para comentar las
grandes diferencias en su manera de sobrellevar la edad.
En primer lugar está el base canadiense, genio entre
genios y auténtico dominador de la posición de base de los Phoenix Suns y del
Oeste durante más de un lustro, comandando un equipo espectacular y anotador al
que hacía bailar al son de sus pases vertiginosos, sus triples decisivos y un
manejo de balón privilegiado. Sin embargo ya son más de 40 años los que calza
en sus botas, y junto con las lesiones han venido a cobrarse un terrible peaje.
El Nash de los últimos dos años, coincidiendo con su llegada a los Lakers, no
ha sido el mismo que brillaba en Arizona, y sus problemas de espalda han
provocado que solo haya jugado en 65 de los 164 partidos posibles. Varios
factores podrían explicar esta derrota frente al tiempo: una lesión crónica que
provocaba que el ex de Santa Clara tuviese que tenderse en el suelo al llegar
al banquillo para recibir tratamiento, dejar de ser observado por el
unánimemente reconocido como mejor equipo médico de la NBA y, especialmente, un
estilo de juego que se combina con una hinchazón de minutos tremenda para un
jugador que ya al moverse a California frisaba los 39.
Cuán diferente es la historia de Tim Duncan, el
sempiterno "21" y ala-pívot de la dinastía Spur. Precisamente en los
albores de la temporada 2006-2007, en ese verano en el que España ganó el
Mundial de Japón y el preparador físico de Nowitzki decía que su pupilo aún
tenía mucho baloncesto para dar, varios analistas daban por muertos a los de
San Antonio y hablaban de que Duncan comenzaba su declive después de haber
sufrido una fascitis plantar que le había lastrado el año anterior. Ese 2007
sería el de la masacre en las Finales a unos Cavaliers que se vieron destruidos
por un bloque tan sólido como su líder y dirigido por un Tony Parker estelar.
De nuevo se anunció el final del reinado de Duncan para reducirlo a mero
escudero, dado que el base francés había tomado las riendas del equipo texano.
Con 7 años de perspectiva podemos comprobar la
magnitud del error de aquellas palabras, que sin embargo sonaban tan acertadas
en la 2006-2007 recién finalizada, y también la diferencia en el tratamiento
dado a Nash y a Duncan. Los minutos del base disminuyeron levemente y se
mantuvieron en unos baremos de 33/34 por encuentro, aproximadamente, durante
los siguientes cuatro años. El ala-pívot, en cambio, solo siguió jugando ese
tiempo las dos temporadas siguientes, y ya en la 2009-2010 pisaba la cancha
"solo" 31 minutos cada partido. Ese número, de un jugador dos años
"menor" que Nash, recordemos, descendió hasta los 28 minutos por
encuentro que promediaría en las dos siguientes, amén de las decisiones de
Popovich de no utilizarlo en "Back to backs" y salvaguardarlo lo más
posible. En el acumulado Nash jugó 4458 minutos y Tim 3790 en el transcurso de
la 2010-2011 y la 2011-2012. Una diferencia muy considerable cuando ya ambos
habían más que entrado en sus treintas.
En la era de los físicos privilegiados es muy
interesante realizar estas comparaciones y observar cómo lucha cada jugador
contra el limitador que a todos nos llega. Duncan o Nowitzki, aquí mencionados,
son los grandes desafiantes al paso de los años, y en cambio Nash es una prueba
fehaciente de que hasta los mejores tienen que ceder ante lo imparable. ¿Qué
hay, hablemos de españoles en la NBA, de Pau Gasol? Acusado en los últimos
tiempos de desgana, de poca entrega defensiva y de no rayar al mismo nivel con
el que brilló en los Lakers durante 4 años, ¿en qué medida ha podido ser esto
fruto de la edad?, ¿ha llegado el "Father time" también para nuestro
mejor jugador?
Lo cierto es que reducir todo a un solo factor, como
hemos observado, es muy complejo. Y si bien la edad es una variable que siempre
debemos introducir todo el contexto que rodea al jugador siempre influye. Desde
la espalda de Nash hasta los minutos de refresco de Popovich y la diferencia de
estilo de juego de Spurs y Suns. Del equipo médico de unos y otros, lo lejos
que se internaron en Playoffs y los golpes recibidos. En el caso de Pau los años
se han cobrado su precio en una merma considerable de su velocidad y una
reducción de sus antaño raudos ataques a la canasta. Pero sin duda podemos
apuntar a dos factores muy relevantes en su bajada de rendimiento: el estado
mental y el estilo de juego de Mike D´Antoni. El primero de estos se suele
obviar, dando mucha más importancia al "Run and gun" del ex
entrenador de los Suns, que no casaba para nada con las características de un
Pau que se tuvo que buscar la vida a más de cinco metros del aro, y hacemos
mal, puesto que debemos recordar que en el frustrado traspaso por el que Chris
Paul hubiese acabado en Los Ángeles estaba implicado el catalán. Lamar Odom
salió de los Lakers poco después, y la cabeza de Pau, antaño ídolo del equipo,
dejó de estar al 100% centrada en su equipo. La llegada a los Bulls podría
insuflar aire fresco en su cuerpo, aunque hemos visto en el Mundial que las
minutadas pueden ser letales, y estas tesis aquí defendidas se verán falsadas,
o no, cuando naveguemos por el mes de febrero y comprobemos su adaptación.
Héroes, no hemos mencionado al siempre peligroso y
trabajador Kobe Bryant, leyendas e iconos de una Liga por cuyo sendero aún
transitan pero que pronto llegará a su final. Cada uno combatiendo a Cronos de
la manera que mejor sabe o puede, pero siempre conservando el aroma y la
esencia de esos jugadores que hicieron del principio del Siglo XXI una fiesta
en la NBA. ¿Quién se atreve a descartarlos?
Fotos: NBA
Fotos: NBA
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