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lunes, 29 de septiembre de 2014

El inexorable declive

"Tempus fugit" decía hace más de dos milenios el inmortal poeta Virgilio, al que luego Dante Alighieri utilizaría de guía en su travesía por el Infierno ansiando hallar a la Beatriz amada. Y verdaderamente el veloz transcurrir del tiempo ha sido siempre una preocupación y fascinación para los hombres, que han contemplado su cuerpo marchitarse a la par que a su alrededor todo cambiaba. Los suspiros cósmicos son eternidades para la vida de los simples humanos, y más breves que un simple parpadeo son las carreras de los deportistas de élite.

Escribía hace unos años en MARCA el preparador físico de Nowitzki, cuando el alemán tenía aún 28, que su trabajo se basaba en mantener al crack alemán en perfectas condiciones y que había diseñado un plan para que siguiera mejorando en todos los aspectos, ya más allá de lo técnico, hasta chocar con la frontera de los 32. A partir de ese momento comenzaría un declive que buscaría atenuar. 8 años después de eso, y con 36 años en la mochila de uno de los mejores ala-pívot de todos los tiempos y gran revolucionario de su posición, lo cierto es que el gran guardián de Dirk acertó con el pronóstico, aunque su pupilo se resista a dejar que el invencible paso del tiempo consuma unas capacidades privilegiadas.

"Father time" lo llaman en la NBA, y muchas leyendas o grandes jugadores de la última década de la Liga ya han ingresado en ese "selecto" club. El panorama que observarán los que se aficionen a este baloncesto dentro de cinco años diferirá mucho del de aquellos que lo hicimos en aquel, parece ya lejano, 2005. Una rápida mirada a la lista de los jugadores más veteranos en activo hace brillar a dos nombres en el Top-3: Steve Nash y Tim Duncan, de los que hablaremos para comentar las grandes diferencias en su manera de sobrellevar la edad.

En primer lugar está el base canadiense, genio entre genios y auténtico dominador de la posición de base de los Phoenix Suns y del Oeste durante más de un lustro, comandando un equipo espectacular y anotador al que hacía bailar al son de sus pases vertiginosos, sus triples decisivos y un manejo de balón privilegiado. Sin embargo ya son más de 40 años los que calza en sus botas, y junto con las lesiones han venido a cobrarse un terrible peaje. El Nash de los últimos dos años, coincidiendo con su llegada a los Lakers, no ha sido el mismo que brillaba en Arizona, y sus problemas de espalda han provocado que solo haya jugado en 65 de los 164 partidos posibles. Varios factores podrían explicar esta derrota frente al tiempo: una lesión crónica que provocaba que el ex de Santa Clara tuviese que tenderse en el suelo al llegar al banquillo para recibir tratamiento, dejar de ser observado por el unánimemente reconocido como mejor equipo médico de la NBA y, especialmente, un estilo de juego que se combina con una hinchazón de minutos tremenda para un jugador que ya al moverse a California frisaba los 39.

Cuán diferente es la historia de Tim Duncan, el sempiterno "21" y ala-pívot de la dinastía Spur. Precisamente en los albores de la temporada 2006-2007, en ese verano en el que España ganó el Mundial de Japón y el preparador físico de Nowitzki decía que su pupilo aún tenía mucho baloncesto para dar, varios analistas daban por muertos a los de San Antonio y hablaban de que Duncan comenzaba su declive después de haber sufrido una fascitis plantar que le había lastrado el año anterior. Ese 2007 sería el de la masacre en las Finales a unos Cavaliers que se vieron destruidos por un bloque tan sólido como su líder y dirigido por un Tony Parker estelar. De nuevo se anunció el final del reinado de Duncan para reducirlo a mero escudero, dado que el base francés había tomado las riendas del equipo texano.

Con 7 años de perspectiva podemos comprobar la magnitud del error de aquellas palabras, que sin embargo sonaban tan acertadas en la 2006-2007 recién finalizada, y también la diferencia en el tratamiento dado a Nash y a Duncan. Los minutos del base disminuyeron levemente y se mantuvieron en unos baremos de 33/34 por encuentro, aproximadamente, durante los siguientes cuatro años. El ala-pívot, en cambio, solo siguió jugando ese tiempo las dos temporadas siguientes, y ya en la 2009-2010 pisaba la cancha "solo" 31 minutos cada partido. Ese número, de un jugador dos años "menor" que Nash, recordemos, descendió hasta los 28 minutos por encuentro que promediaría en las dos siguientes, amén de las decisiones de Popovich de no utilizarlo en "Back to backs" y salvaguardarlo lo más posible. En el acumulado Nash jugó 4458 minutos y Tim 3790 en el transcurso de la 2010-2011 y la 2011-2012. Una diferencia muy considerable cuando ya ambos habían más que entrado en sus treintas.

En la era de los físicos privilegiados es muy interesante realizar estas comparaciones y observar cómo lucha cada jugador contra el limitador que a todos nos llega. Duncan o Nowitzki, aquí mencionados, son los grandes desafiantes al paso de los años, y en cambio Nash es una prueba fehaciente de que hasta los mejores tienen que ceder ante lo imparable. ¿Qué hay, hablemos de españoles en la NBA, de Pau Gasol? Acusado en los últimos tiempos de desgana, de poca entrega defensiva y de no rayar al mismo nivel con el que brilló en los Lakers durante 4 años, ¿en qué medida ha podido ser esto fruto de la edad?, ¿ha llegado el "Father time" también para nuestro mejor jugador?


Lo cierto es que reducir todo a un solo factor, como hemos observado, es muy complejo. Y si bien la edad es una variable que siempre debemos introducir todo el contexto que rodea al jugador siempre influye. Desde la espalda de Nash hasta los minutos de refresco de Popovich y la diferencia de estilo de juego de Spurs y Suns. Del equipo médico de unos y otros, lo lejos que se internaron en Playoffs y los golpes recibidos. En el caso de Pau los años se han cobrado su precio en una merma considerable de su velocidad y una reducción de sus antaño raudos ataques a la canasta. Pero sin duda podemos apuntar a dos factores muy relevantes en su bajada de rendimiento: el estado mental y el estilo de juego de Mike D´Antoni. El primero de estos se suele obviar, dando mucha más importancia al "Run and gun" del ex entrenador de los Suns, que no casaba para nada con las características de un Pau que se tuvo que buscar la vida a más de cinco metros del aro, y hacemos mal, puesto que debemos recordar que en el frustrado traspaso por el que Chris Paul hubiese acabado en Los Ángeles estaba implicado el catalán. Lamar Odom salió de los Lakers poco después, y la cabeza de Pau, antaño ídolo del equipo, dejó de estar al 100% centrada en su equipo. La llegada a los Bulls podría insuflar aire fresco en su cuerpo, aunque hemos visto en el Mundial que las minutadas pueden ser letales, y estas tesis aquí defendidas se verán falsadas, o no, cuando naveguemos por el mes de febrero y comprobemos su adaptación.

Héroes, no hemos mencionado al siempre peligroso y trabajador Kobe Bryant, leyendas e iconos de una Liga por cuyo sendero aún transitan pero que pronto llegará a su final. Cada uno combatiendo a Cronos de la manera que mejor sabe o puede, pero siempre conservando el aroma y la esencia de esos jugadores que hicieron del principio del Siglo XXI una fiesta en la NBA. ¿Quién se atreve a descartarlos?


Fotos: NBA

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