El camino terminaba en Houston. Villanova y North Carolina pusieron al broche de oro a la temporada más frenética e igualada que se recuerde con un partido que quedará para la posteridad. Los Wildcats acabaron con 31 años de sequía merced a un apoteósico triple sobre la bocina de Kris Jenkins que haría estallar el delirio de todos los presentes en el NGR Stadium, amén de quienes seguimos la final en nuestras casas, para otorgar el título a Villanova.
Foto vía yahoo |
#2 Villanova Wildcats 77-74 #1 North Carolina Tar Heels
Medían sus fuerzas los dos conjuntos que sin ningún género de dudas habían comandado el torneo con puño de hierro. Con la solidez por bandera, tanto Villanova como North Carolina habían cuajado un NCAA Tournament de extrema firmeza, dejando incluso las semifinales algo descafeinadas debido a su implacable autoridad sobre el resto. Las espadas estaban en todo lo alto ante un choque de titanes que no suscitaba sino una expectación que bien acabó por ser justificada.
Un inicio fuera de guión
Nova y Jay Wright tenían presentes desde el principio las fortalezas de UNC y nada más disputarse el salto inicial sus intenciones se hicieron notar: impedir que los Tar Heels metiesen en balón en la pintura para que no exprimiesen así su exuberancia física. Lo consiguieron, pero se encontraron con un acierto impropio en su rival, que lograba conectar todos sus tiros abiertos con Joel Berry (20 puntos) y Justin Jackson (9 puntos) a la cabeza. Ante esta tesitura, nos encontramos con que North Carolina era quien acribillaba desde el perimetro y Villanova quien vencía la batalla en la pintura, el mundo al revés que beneficiaba a los primeros. Al menos hasta el descanso.
Villanova reacciona tras el descanso y toma el timón
Los Wildcats habían pasado su momento más crítico en los minutos previos al descanso, pero tras salir ilesos salieron de vestuarios dispuestos a imponer su juego y aumentar el nivel defensivo. Y lo consiguieron.
Villanova cogió el control del encuentro y fue abriendo brecha sigilosamente, mermando sin hacer mucho ruido las opciones de los de Chapel Hill, que veían como sus numerosos fallos cerca del aro les estaban condenando ante un rival que se mostraba y, sobre todo, se creía superior. La aparición de Phil Booth (20 puntos) como Factor X de la final rompió los esquemas a unos Tar Heels sin remedio para contenerle. Para mayor inri, el capitán general de la tripulación de Jay Wright volvió por sus fueros. Ryan Arcidiacono (16 puntos), sumando a una buena cantidad de acciones individuales que valían su peso en oro y al esfuerzo colectivo a ambos lados de la pista, maniató a una UNC nerviosa y precipitada que tenía en las pérdidas su mayor hándicap. Pero en los momentos de flaqueza es cuando emergen la figura de los verdaderos líderes, y Brice Johnson (14 puntos y 8 rebotes) y Marcus Paige (21 puntos, 5 rebotes y 6 asistencias) lo son de verdad. Mientras el primero reseteaba el acierto interior de North Carolina, el segundo asumió los tiros más críticos con aplomo y acierto, igualando el envite tras los 10 puntos de ventaja que los Wildcats quisieron establecer como definitivos, pero que ni mucho menos lo fueron.
Kris Jenkins hace campeón a Nova en un tramo final para el recuerdo
Pese al innecesario afán de los protagonistas de los árbitros, insistentes en aguarnos el partido, éste lo tenía todo, y sería un final memorable el que le daría un rinconcito en la historia tanto del torneo como de las finales del mismo.
Phil Booth, mediante tiros libres tras falta dudosa, sacó petroleo e hizo respirar a Nova cuando la épica Tar Heel era incesante. Pero por poco tiempo. Marcus Paige, contra viento y marea, seguía empeñado en hacer campeón a UNC e igualó la contienda con una canasta y un triple completamente inverosímiles en un derroche de pasión y talento tan intenso que lograba emocionar a quienes lo estaban presenciando.
Por desgracia para la leyenda de North Carolina, su encomiable actuación en el clutch time resultó estéril después de que, a falta de 4.7 segundos, Arcidiacono (nombrado Most Outstanding Player) subiese el balón hasta campo adversario y, en una formidable demostración de sangre fría, pasase atrás a Kris Jenkins para que éste ganase el partido sobre la bocina. Sí, tras 31 años de interminable espera, Villanova volvía a ser campeón nacional.
Maravilloso final #NCAA con Villanova campeón. ¡Viva el basket! https://t.co/tdmcqrORj5https://t.co/jfezCoVeQ9— Solobasket (@solobasket) 5 de abril de 2016
Las lágrimas de Brice Johnson y la felicidad de Jay Wright y sus pupilos exponía a la perfección cómo el deporte puede llegar a ser tan cruel como maravilloso al mismo tiempo.
El March Madness le debía una a Villanova tras varios años de decepciones prematuras. Jenkins fue el héroe y los Wildcats, construidos a fuego lento y con buena mano, unos más que dignos campeones. La temporada ha llegado a su fin y la espera es larga, peor como de costumbre merecerá la pena.
See you soon, college basketball.