De la gloria al fracaso. De equipo en equipo viendo
como sus esperanzas se iban desvaneciendo al ritmo del paso de los años y de
los analistas murmurando sobre cómo su alta elección en el Draft no era
justificable. Y de la miseria a la gloria de nuevo. Y no ya una pasajera y
efímera, no una sola noche de victoria e inconmensurable sensación de placer,
sino el perpetuo triunfo de la voluntad
y el encumbramiento a los altares de la NBA. "Mr Big Shot", un mote
que pervivirá en la historia de la Liga. El símbolo de un equipo que despedazó
la fantasía y devolvió la ilusión a una ciudad que la había perdido tras la
gloriosa era de los Bad Boys, en un canto de cisne que quizás fuese el preludio
de su declive actual. Se retira Chauncey Billups, se retira una de esas figuras
que ha marcado el Siglo XXI en la NBA.
"Cuando no eres capaz de jugar de la manera en
la que sabes que puedes hacerlo... Ese es el momento de parar". Las últimas
líneas de Billups como jugador de la Liga, en un ejercicio de sinceridad que no
es habitual en el mundo deportivo. Buen defensor, gran tirador y excelso líder.
Las tres grandes cualidades de un base que empezó su carrera drafteado por los
Boston Celtics y sumido en la indefinición por sus peculiares cualidades en una
era en la que aún se estilaba el base a lo John Stockton. Sin pena ni gloria
vagó de Boston a Toronto, aterrizando luego en Denver y posteriormente en
Minnesota, cuando muchos daban por muerta su carrera. Allí, sin embargo, como
el ave fénix resucitó y los Detroit fueron los más inteligentes en el mercado
al llevarse a la pieza que faltaba en el ensamblaje de un equipo campeón.
De esos Pistons hoy solo quedan los recuerdos de un
pasado mejor en el Palace de Auburn Hills, el estadio que siempre colgaba el
cartel de "Sold out" temporada tras temporada, pero durante años los
de Michigan llevaron el terror al Este de la NBA, y en ese mágico estío del
2002 vieron aterrizar en su plantilla a Chauncey, a Rip Hamilton y a Tayshaun
Prince, tres de los cinco jugadores de aquel quinteto que todo aficionado a la
NBA podía recitar de memoria. Pero centrémonos en Billups, en "Mr Big
Shot", en el hombre de los tiros en los momentos difíciles y encargado de
llevar la batuta de una defensa correosa y un ataque organizado que desmoronó
los esquemas de fábula de los Lakers, ¡tan invencibles parecían!, del 2004.
Aumentó su responsabilidad en el juego, pasó a
permanecer en pista bastante más que 30 minutos, se encargó de anotar y de
repartir el balón entre sus compañeros y su explosión fue reconocida por los
mismos que le criticaron. En el año 2004 ya estaba firmemente asentado en su
nueva ciudad, pero serían las llegadas de Larry Brown al banquillo y Rasheed
Wallace al parqué lo que cambiaría finalmente su sino. Llegados hasta las
Finales consiguieron destrozar a los Lakers de O´Neal, Kobe, Payton y Malone y
alterar los planes angelinos para los siguientes cuatro años. Billups, solo dos
años antes muy cerca de ser considerado un "bust", fue nombrado MVP
de las Finales. 21 puntos y 5 asistencias por partido tenían la culpa.
Y así el matrimonio feliz entre Chauncey y los
Deroit prosiguió. En comunión con compañeros y grada los Pistons alcanzaron las
Finales de nuevo al año siguiente, donde serían derrotados por los siempre
poderosos Spurs de Popovich y Duncan. ¿Pero quién podía tacharlos ahora de no
ser candidatos perennes al anillo? Con Ben Wallace llevándose premios
constantes a mejor defensor del Año, Billups a punto de ingresar en el club de
los All-Star y hasta teniendo el honor de contar con cuatro de los cinco
miembros de su quinteto en uno de los partidos de las estrellas, los Pistons
habían regresado a la senda que trazaron Dumars, Thomas o Laimbeer más de una
década atrás.
Así, hasta el año 2008 todo fue jolgorio y rosas en
el aspecto deportivo para Chauncey. 6 presencias consecutivas en la Final del
Este, siempre más de 50 victorias, un anillo, 3 All-Stars, nominaciones al
segundo mejor quinteto defensivo, dos Finales y un MVP de las mismas. Ben
Wallace se marchó pero la vida siguió, con los mismos veteranos de siempre
reverdeciendo laureles una y otra vez...hasta el inicio de la temporada
2008-2009. Eran ya 4 años sin alzar un título y el resurgimiento de Celtics y
Lakers hacía peligrar la posibilidad de otro. Y de esta manera la directiva
quiso dar carpetazo y enviar a uno de sus símbolos rumbo al Oeste para traer a
Allen Iverson. El tiempo probaría que la jugada fue un grave error de Dumars,
que rompió al gran lazo de los "Nuevos Bad Boys" en un intento por
cambiar un futuro que se nublaba. Marchándose a Denver con rostro triste,
Chauncey volvía a su ciudad natal con look de estrella y muchos más kilómetros
y experiencia en la mochila que cuando la dejó 6 años atrás.
Y aliado con Carmelo llevó la solidez y el orden a
unos Nuggets que se aprovecharon de su liderazgo, precisión y carisma para
dotarse de la fiereza que les había faltado en años anteriores. Llegaron a unas
Finales de Conferencia que hacía dos décadas que no pisaban y a su lado Anthony
anotó como nunca antes. Estrella del proyecto y uno de los capitanes de la
franquicia, Billups seguía demostrando que en la nueva era de los bases cada
vez más atléticos él se amoldaba perfectamente, y si bien las lesiones
empezaron a hacer mella en un cuerpo ya veterano siguió dirigiendo a los
Nuggets hasta su traspaso junto a Melo a los New York Knicks en 2011. Vuelta a
los vaivenes, a los giros y a los cambios de equipo. Decepcionado con su marcha
de Denver el base se rehízo, pero tras perderse los Playoffs de ese año la
directiva tenía otros planes y lo cortó con la amnistía. Luego vinieron los
Clippers, y después Detroit querría rescatarlo para monitorear a su nuevo y
joven equipo en busca de un éxito que no llegó. Pero ya nada era lo mismo, y
las piernas pesaban y los años pasaban por Chauncey, que ha puesto fin a su
carrera antes de que esta quisiese cobrarse un precio más alto con su figura y
su leyenda.
A nadie lo apodan "Mr Big Shot" por
casualidad o mero placer. Billups fue y es el símbolo de un equipo que marcó
una década de la NBA junto con los indelebles Lakers de Jackson, O´Neal y Kobe
y los Spurs de Popovich y Duncan. Los Pistons recuperaron un baloncesto duro,
de defensas asfixiantes, contacto y gradas enfervorecidas por el espíritu de un
tiempo ni mucho menos olvidado. A los mandos un trotamundos que encontró
acomodo en un pabellón difícil y supo entender la idea que transpiraba la
camiseta y se fajó en cada encuentro por defenderla. 6 temporadas, solamente 6
(no contaremos el regreso en la 2013-2014) pero una huella que jamás se borrará
para los aficionados de la "Motown", que tuvieron el privilegio de
volver a ver como su equipo se elevaba entre los grandes de la NBA con el
baloncesto duro del que siempre gustaron.
Publicar un comentario
Déjanos tu opinión sobre lo leído.