Dos modelos parecen haberse impuesto en la Liga el
día de hoy en lo referente a construir un equipo campeón: por un lado está el
de los Spurs o los Thunder, erigido en torno a elecciones del Draft, con una
gran superestrella (Duncan en su día, Durant ahora) y un coro de grandísimos
jugadores a su alrededor con un relato común a lo largo de su carrera en lo
referente a su franquicia y la sensación de pertenencia a una comunidad que
trasciende una mera temporada. Por otro lado tenemos la vía del “súper-equipo”
levantado a base de una superestrella y uno o dos grandes fichajes para formar
un “Big-Two” o “Big-Three” que haga temblar al resto de la NBA (Heat, Clippers
o Rockets)
Y es que nada hay peor para una franquicia que
quedarse estancada en esa senda de la que ya se ha hablado en otras ocasiones:
la de la mediocridad. Navegar por la turbia calma de esos puestos entre el 8º y
10º de cada Conferencia es una invitación a ir recolectando elecciones entre el
10 y el 15 en el sorteo del Draft, donde las estrellas suelen haberse marchado
ya, y siendo eliminados en primera ronda sin paliativos salvo sorpresa
mayúscula. Mención aparte tiene el grupo de equipos que sin pertenecer a las
dos categorías de arriba pretende llegar lejos en Playoffs aunque no aspiren al
Anillo…y es que derruir constantemente en busca de un proyecto de futuro puede
ser perjudicial.
Tal es el caso en Philadelphia, que desde el fichaje
de Sam Hinkie como GM del equipo ha seguido el camino del “Tanking”, o dejarse
perder, para construir un horizonte más hermoso para los 76ers. Tiró el
edificio que se encaminaba a la mediocridad que le habían legado y, vía una muy
buena operación, se aseguró a Michael Carter Williams, Rookie del Año a
posteriori, a Nerlens Noel (lesionado) y las elecciones 3 y 10 para el Draft de
este año. Aunque la primera podía haberse convertido en la 1 o en la 2 merced a
la gran cantidad de derrotas de los de la ciudad del Amor Fraternal, no cabe
duda de que el proyecto de demolición y reconstrucción iba por buen camino.
Pero Hinkie logró que los analistas volvieran a
mirarse incrédulos tras la velada del 26 de junio. Con el número 3 se dejaba
caer en brazos de la Diosa Fortuna y encomendaba su futuro y el de la
franquicia tanto a la recuperación de Noel como a la de Joel Embiid, el gigante
camerunés de Kansas que quizás no debute esta temporada. Era este un movimiento
con el que se había especulado, dado el gran potencial de Joel, pero pocos
podían prever que con el 10 Philadelphia escogiera a otro base: Elfrid Payton,
al que muchos comparan con Rajon Rondo. Los periodistas asediaron a Carter
Williams preguntándole qué opinaba y si veía cerca un posible traspaso…hasta
que poco después el recién electo Payton se iba a Orlando a cambio de un Dario
Saric que no llegará a la NBA hasta dentro de dos años como mínimo.
La consigna de Hinkie es clara: no ha terminado la
senda por el desierto de los 76ers, y la 2014-2015 tampoco es la temporada del
comienzo de la cultura ganadora. Philadelphia quiere volver a frisar las 20 o
25 victorias para optar a una alta elección en el Draft del año que viene y
encontrarse antes de la temporada 2015-2016 con mucho espacio salarial, Noel
recuperado y en plenas facultades, Carter Williams progresando, Saric
luciéndose en el Efes y el resto de jugadores que hayan incorporado creciendo a
buen ritmo. De esta manera podrán intentar fichar a algún agente libre que les
ayude a dar el salto para ese 2016…o aguardar un poco más para atacar la
temporada siguiente con otra gran elección.
Pero sin duda la clave de bóveda de toda esta
arquitectura es el “Center” llamado a dominar la NBA durante la próxima década
o a, no lo quieran las lesiones, ser el nuevo Greg orden: Joel Embiid. Sobre
sus gigantescas espaldas recae el peso de la histórica franquicia, pues tiene
la oportunidad y el deber de ser la gran estrella sobre la que se sustente el
proyecto a muy largo plazo iniciado por Hinkie. Los 76ers no arriesgarán con su
gran valor, y si han de esperarle un año entero lo harán. Y cuando Embiid se
recupere simplemente será para ir poniéndolo a prueba y afinando su cuerpo ante
posibles lesiones, ya que es el más necesario de todos los jugadores reclutados
por Hinkie.
Aunque esta estrategia sea muy buena a largo plazo
los 76ers deben tener cuidado de no caer en el conformismo y en crear una
mentalidad perdedora que pueda afectar tanto a los aficionados de la franquicia
que no acepten un “Tanking” demasiado prolongado, como a los jugadores,
mermados en su desarrollo por la carencia de un contexto adecuado con su
crecimiento. La consecución de objetivos en el Draft debe ir acompañada de
algunos brotes verdes de esperanza que permitan mantener viva la llama de la
ilusión tanto entre fans como entre jugadores en los años venideros.
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