A veces el baloncesto da momentos como el de hoy, en los que un equipo (así, "equipo", con sus seis letras) gana un partido de una manera absolutamente abrumadora ante un rival presuntamente superior que, en ese momento, nada puede hacer para huir de la que le viene encima. Eso es lo que le ha ocurrido hoy al Olympiacos del Pireo en el primer partido de la Final Four de la Euroliga: espectáculo puro. Y cuando digo espectáculo no me refiero a ese basket ofensivo y descuidado que al espectador casual le entra tan bien por los ojos, hablo del baloncesto que al verdadero aficionado le gusta: el baloncesto intenso, el baloncesto sólido, el baloncesto de equipo. Ofensivo o defensivo, el baloncesto serio.
Ante un rival de entidad como el CSKA, verdadero favorito de esta Euroliga, el Olympiacos ha desplegado una red defensiva implacable que ha anulado al equipo ruso del inicio al final del encuentro, empezando por sus hombres más importantes, de probada experiencia y talento a raudales, que sin embargo han empequeñecido ante la labor defensiva coral de un equipo que mereció el partido del inicio al final.
Una reedición de la final del año pasado, en la que el Olympiacos ganó por uno al CSKA tras llegar a ir 19 puntos abajo, este partido no ha tenido nada que ver con el del año anterior: comenzaba poniéndose por delante el equipo moscovita, que tuvo una buena labor ofensiva el tiempo que los helenos tardaban en bajar la persiana y hacer de la defensa un arte. Con un Weems que ha empezado muy fuerte secundado por Viktor Khryapa, el CSKA consiguió sobrepasar la barrera de los diez puntos ni mediados los cinco minutos, respondidos inmediatamente por un Olympiacos que, a su ritmo, fue sobrepasando al rival, igualándolo primero y superándolo después, gracias al buen hacer ofensivo de Spanoulis y Law y a la labor defensiva de Hines, un auténtico muro en la pintura. 17-24 al final del primer cuarto, en el que sin embargo no se llegaba a intuir lo que llegaría después.
En el segundo periodo es cuando realmente se ha visto de qué iba el partido: lento el ritmo de anotación, los dos equipos tiraron defensa, pero al Olympiacos la cosa le salió visiblemente mejor. Ni dejaba espacio en la pintura ni en el perímetro, jugando con una fortísima defensa de ayudas, especialmente cuando eran Teodosic y Weems quienes tocaban el balón. Ni Krstic ni Vorontsevich supieron tampoco hacerse hueco en la pintura, y el equipo griego, a un ritmo pausado, dejaba que un Spanoulis muy fino, secundado por un efectivo Perperoglu, organizara el juego a su aire, sin prisa pero sin dejar respirar a un CSKA que se ahogaba en el contacto. 28-40 al final de la primera parte.
El tercer cuarto fue sin duda el que marcó la diferencia definitiva. Con la misma dinámica que en el segundo, los porcentajes de los moscovitas, tanto en tiros de dos como en tiros de tres, bajaban. Tampoco los jugadores importantes pasaban por su mejor momento: Teodosic no llegó a anotar hasta el último cuarto, la selección de tiro de Weems era nefasa, Krstic parecía fuera de juego y solo Kaun daba la talla en un equipo con una calidad inmensa que, sin embargo, se veía superado. Del Olympiacos hay poco más que comentar: sin perder el control de la situación ni un instante, derrochando inteligencia, sobriedad y cohesión, los hombres de Barztokas defendían como leones el perímetro y levantaban un muro infranqueable en la pintura, con un Hines que reboteaba y peleaba sin parar, superando con facilidad a sus rivales. 36 a 53 al final de cuarto y más de la mitad del CSKA en la Luna.
El último asaltó incluso pareció más un trámite que otra cosa: Messina no había parado de arengar a sus hombres en todo el partido, de pedir tiempos muertos y de gritar sin marcar demasiadas jugadas, intentando que su equipo reaccionará. No sucedió. Tras un breve arreón inicial, los rusos volvieron a quedarse sin ideas y el Olympiacos se gustó definitivamente, anotando con facilidad, defendiendo sin problemas y dejando pasar el tiempo para desesperación de sus rivales, que de todas maneras daba la impresión de que no sabrían qué hacer con él. Sin llegar a peligrar la victoria de los griegos en ningún momento del último cuarto, 52 a 69, y un durísimo, sólido y muy cohesionado rival en la final para Barça o Madrid.
Gran artículo y crónica de un partido en el que se vio, como dice Arlauckas, lo que pasa cuando fichas jugadores y no fichas un equipo. Merecidísimo pase del Olympiacos y una dura final le espera al Madrid si los griegos juegan al nivel visto hoy contra el CSKA.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario y muy de acuerdo contigo. El CSKA llegaba como gran favorito por su cohesión como equipo, su juego táctico y sus ganas de revancha, y ha caído por falta de concentración y, sobre todo, por el gigantesco trabajo defensivo que ha hecho el equipo griego, empezando por el planteamiento y terminando por una ejecución intachable y sin altibajos de lo que sabían que debían hacer.
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