Si el rival era duro, más lo eran las circunstancias. Con la pérdida de Abós como telón de fondo, el CAI tiró de garra y corazón para brindarle una victoria, pero nada fue suficiente. Tras una primera parte de ensueño, el tercer cuarto hizo de la contienda una carrera de fondo que acabaría con cruel final. Con la prórroga como escenario de infarto, Matt Howard fue el encargado de decidir la fortuna del encuentro.
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El CAI se impone en una 'montaña rusa'
Encabezados por el dúo interior Katic-Jelovac, el CAI demostraba solvencia a la par que solidez en los primeros compases de partido. Sin embargo, los locales no se dejaron maniatar tan fácilmente, encomendándose a Ali Traoré para devolver el parcial rival y poner las tablas. Poco duraría la misma, ya que como si de una montaña rusa se tratara, los rojillos volvían a pisar el acelerador, logrando un patrón de juego dentro-fuera tan fluido como efectivo, siendo el perímetro el encargado de atestar un parcial de 0-10 con el que llevarse el partido a su terreno al término del primer cuarto. (12-18)
El acierto exterior rojillo abre brecha
Bajo la manija de Louis Campbell y la determinación de Matt Howard, los hombres de Vincent Collet hacían acto de presencia con contundencia. Los franceses llegaban incluso a ponerse por delante, pero ante el cortocircuito rojillo pronto sería el tiro exterior el que marcaría un punto de inflexión en el partido. Dos triples consecutivos de Goulding impondrían un dinamismo diferencial, y es que con el equilibrio por bandera, la escuadra zaragozana mostraba tanta puntería como alternativas para ser un auténtico quebradero de cabeza para un Strasbourg aferrado a Campbell debido a los problemas de falta de Diot y Traoré. Llompart y Jason Robinson serían suficientes para poner la máxima una vez llegados al descanso. (26-37)
La avalancha francesa da la vuelta al partido
Todo cambiaría a la salida de los vestuarios. Las buenas sensaciones se disiparían conforme el Strasbourg crecía desde atrás, provocando la impotencia de un CAI abrumado ante un parcial de hasta 13-0 de parcial. Una avalancha repentina pero que daba vuelco a un partido de rachas. La claridad aparecía en el ataque francés, que mostrando verticalidad, sumaban con facilidad para hacer de la primera parte una ilusión lejana. Con Antoine Diot como director de orquesta, el viento soplaba a favor de un conjunto francés cada vez más cómodo, que conseguía hacer inútiles las acometidas de Jason Robinson para poner tierra de por medio. (61-53)
El garra zaragozana fuerza la prórroga
Con el acierto galo más apagado, el encuentro se convertía en una auténtica batalla. Las imprecisiones imperaban en uno y otro al mismo tiempo que las defensas cobraban protagonismo. A base de destellos, los locales veían poco a poco peligrar su ventaja gracias a la sobriedad de un Jelovac entonado que ofrecía sobriedad ante la falta de cadencia anotadora. Pero la tenacidad local, así como la sencillez de sus ataques con Traore como punta de lanza les proporcionaba una tranquilidad engañosa. Llegábamos al 'clutch time', y si bien el CAI no brillaba, hacía una demostración de garra y entereza para seguir con vida al último minuto. Aunque Landry tuvo el partido en sus manos, a los visitantes les iba a quedar una última bala en la recámara. Tras el intercambio de tiros libres, Matt Howard concedía tres tiros libres a un Llompart, que con la prórroga en sus manos, no falló, llegando al tiempo extra gracias al temple del base balear.
Matt Howard decanta la balanza
Alejados de los nervios y de la importancia de cada balón, Diot y Jelovac se batían en un duelo desde la línea de 6'75. Cada posesión valía su peso en oro mientras el marcador no terminaba por decantarse por ninguno de los lados. La contienda pasó su fase crítica en la línea de tiros libres, siendo Lisch quien le hacía la réplica a Matt Howard para dejarle a los franceses la última posesión con las tablas en el luminoso. Traore asumió la responsabilidad con un gancho forzado, pero cuando el partido parecía abocado a la segunda prórroga, pero ahí estaba Matt Howard para decidir el partido con un heroico palmeo que certificaba la victoria.