Muchos habían calificado la temporada del Barcelona, a principios de septiembre, como un año de transición en el que los jóvenes Abrines, Rabaseda, Todorovic y compañía tenían que ir adueñándose de los galones e ir ganando protagonismo en el vestuario. Esa misma hipótesis se refrendaba tras perder la Supercopa de España ante el Madrid. Sin embargo, un club como el Barcelona no se puede andar con rodeos y, tras un inicio de temporada horripilante y con derrotas bochornosas, el equipo reaccionó, ganó la Copa del Rey en Vitoria y llegó a la Final Four y a la Final de la Liga Endesa, perdiendo ambas competiciones por la mínima y dando guerra hasta el final.
Con un Navarro mermado físicamente, con un Lorbek inestable y una rotación que no funcionaba, el Barcelona Regal (patrocinador hasta el término de esta misma temporada) vivía una odisea en la Liga Endesa. Las derrotas no llegaban ni en el Palau Blaugrana, que siempre había sido un fortín. No solo los equipos punteros de la liga ganaban, sino que conjuntos de menos nivel daban la campanada contra todo pronóstico.
Se llegó al mes de enero con un equipo sin rumbo, con un Xavi Pascual cuestionado y con un Joan Creus al que se le venían encima por no haber fichado mejor. Sin embargo, en el último partido del año, en diciembre, Navarro hacía el partido de su vida ante un Madrid que, para más ende, tenía un dominio abrumador y arrollaba a sus rivales. Una victoria que parecía devolver las esperanzas a los azulgranas, pero que volvería a la cruda realidad en pocas semanas. Una bochornosa y humillante derrota frente al Estudiantes hizo replantearse el proyecto al Barcelona, que se reunió para encauzar el rumbo. Llegaron unas cuántas victorias seguidas y los de Pascual se clasificaron para la Copa del Rey.
La heroicidad ante el Madrid y el MVP de Pete
Pocos hubieran apostado por el Barça en la Copa del Rey de Vitoria. La gran mayoría de aficionados creían que los azulgranas harían las maletas a las primeras de cambio ya que, en primera ronda, tocaba el Madrid. Lo que nadie pensaba es que Navarro estaría a tope, que Oleson (recién fichado para la Copa) se adaptaría a la perfección, que Tomic le tenía ganas a su ex equipo y que Lorbek recuperaba su muñeca en el mejor momento. Así pues, en un partido memorable con prórrogas incluidas, el Barcelona acabó derrotando al Madrid por segunda vez en la temporada, dejando a Llull y a Rudy con porcentajes paupérrimos y a Pablo Laso atónito ante lo que acababa de presenciar.
Con la moral por las nubes, el Barcelona venció al Baskonia en semifinales con relativa facilidad y se llevó la Copa del Rey en la final ante un Valencia que jamás creyó poder ganar a ese equipo. Esa Copa del Rey sirvió para coronar a Pete Mickael cómo MVP del torneo, demostrando que es (o ha sido) el mejor alero de Europa hasta hace poco.
Camino de rosas en Europa
Sorprende que el ritmo que el Barcelona llevaba hasta febrero en Liga y hasta la victoria en Vitoria de la Copa del Rey, coincidiera con un camino perfecto y estelar en la Euroliga. El conjunto catalán había ganado a Olympiacos, Maccabi, CSKA de Moscú y Panathinaikos sin haber perdido ningún partido. Como si la actitud o la mentalidad cambiara, como si la confianza fuese otra. Como si el "I feel devotion" de la competición europea cambiase el chip de los pupilos de Pascual.
Ni en la primera ni en la segunda fase se vieron los defectos que arrastraba el equipo en la competición doméstica. El equipo estaba cohesionado, la defensa era la misma que antaño y el banquillo funcionaba a la perfección y sorprendía a los menos estudiosos de Europa. El equipo llegó a la Final Four derrotando al Panathinaikos en una serie durísima y con un Diamantidis que volvió a demostrar porqué es uno de los mejores bases de Europa junto a Spanoulis.
Con la miel en los labios en la Final Four
De nuevo el Madrid se cruzaba en las semifinales de la Final Four. Los precedentes hacían temer a los blancos otra derrota dolorosa. Y el partido así lo parecía predicar. No obstante, en un nefasto último cuarto de los azulgranas, los de Laso le dieron la vuelta al marcador y accedieron a la final.
La tutela de no favoritos les había quitado presión y, por ende, que la derrota no fuese tan dolorosa. El tercer y cuarto puesto, ante un CSKA herido tras perder ante Olympiacos, ya fue más traumático. Un partido igualado que acabaron ganando los rusos por un punto.
El final de Liga, por Pete Mickael
Tras ganar la Copa del Rey, las lesiones seguían asolando al conjunto culé, y la peor noticia posible para un deportista y para el ser humano llegó del pulmón de Pete Mickael. Un tromboembolismo pulmonar lo dejaba en la cuneta, inactivo y sin fecha de retorno. El vestuario quedó anímicamente tocado pero, a la vez, se dio cuenta que la Liga había que ganarla por el de Illinois.
La racha de victorias siguió en aumento y el equipo fue escalando posiciones entre los 8 primeros hasta superar al Valencia y al Bilbao Basket y quedarse cerca del Baskonia, que salvó la segunda plaza por el gran inicio de campaña que realizó.
Llegaron los Playoffs y ni el Herbalife Gran Canaria ni el Bilbao Basket fueron demasiado inconveniente para que los de Pascual repitieran de nuevo las Finales. De nuevo el Madrid esperaba en la final. 2 victorias del Barcelona y 3 del Madrid a lo largo de la temporada, pero con la sensación de que Xavi Pascual le ganaba la partida a Laso.
El epíteto de las finales tuvo de todo: polémica, tensión, calidad y jugadas increíbles. El primer partido se decidió a favor de los blancos con un final polémico. En el segundo partido, el Barcelona empató la serie también con un final con las miradas puestas en los árbitros. En Barcelona, el Madrid parecía haber dejado sentenciada la eliminatoria ganando el tercero pero el orgullo azulgrana salió a flote y la serie volvió a Madrid.
En el todo o nada, el Madrid no dio opción y el Barça cedió ante Felipe Reyes, Sergio Rodríguez y compañía. De nada había servido el esfuerzo de Jasikevicius con una costilla rota, los triples de Navarro o la mejora de Todorovic. El Barça perdía la final y cerraba una temporada con un título, mucho más de lo que se hubiera esperado en enero.
Una temporada con lesiones, con dudas y con muchas criticas a un modelo que pasará a la historia en el baloncesto azulgrana. Un equipo que se resiste a morir y que el orgullo y la mentalidad le impide arrodillarse ante cualquier rival sea cuál sea el resultado. 1 título, una gran final y una magnífica Euroliga. Lo que fue catalogado como año de transición pudo ser un doblete o un triplete. El Barcelona superó las adversidades profesionales de las lesiones y las humanas con la enfermedad de Pete. Ahora, toca seguir trabajando.
¿Y el futuro qué?
Abrines tuvo un mes de abril increíble, jugando partidos de Liga y Euroliga a un gran nivel, en los que demostró su atrevimiento, su talento y su acierto desde el exterior. Todorovic, en las Finales, fue capaz de frenar algo a Felipe Reyes y ha mostrado grandes movimientos al poste. Tras el "no" de Spanoulis, la baja de Mickael y la marcha de Jawai, Ingles, Jasikevicius y Makro, el Barcelona necesitará fichar un base de garantías, un escolta anotador que dé descanso a Navarro y dos jugadores interiores de calibre. Pascual, como siempre, se encargará de dirigir a la perfección un barco que, con él, jamás viaja a la deriva.