Faltaban pocos minutos para terminar el Barcelona-Laboral Kutxa y el Palau Blaugrana quedó petrificado cuando vio a Marcus Eriksson en el suelo, retorciéndose de dolor y con las manos en la cabeza. El silencio se convirtió en una sonora ovación cuando los servicios médicos se lo llevaban.
Xavi Pascual, en la rueda de prensa posterior al choque, fue claro: "No tiene buena pinta. Esperaremos a las pruebas médicas". Y éstas han confirmado los peores presagios: Marcus Eriksson tiene una rotura en el ligamento cruzado anterior y en el menisco externo de la rodilla izquierda.
Tras ser intervenido quirúrgicamente esta semana, el alero tendrá que estar siete meses fuera de las canchas. Una verdadera lástima porque casi con total seguridad este podía ser su año de explosión en Barcelona.
Mucha fuerza, Marcus.
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