Costó más que de costumbre, pero una vez se llevaron el partido a su terreno, Estados Unidos no dio opción para imponer su ley y sellar el pase a semifinales. Eslovenia tiró de orgullo, pero nada sería suficiente para hacer que tarde o temprano la máquina ofensiva americana acabara por rubricar la victoria.
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Sin complejos y con las ideas claras, Eslovenia dejaba claro en los primeros compases que no iban a ser presa fácil. Si bien Kenneth Faried salía adueñándose de los tableros de ambos lados de la cancha, la entrega eslovena bajo los aros les permitía mantener la compostura. Tanto Lorbek como Slokar parecían marcar la pauta, pero aun sin brillar, Estados Unidos comenzaba a brillar conforme Derrick Rose cogía las riendas, imponía su ritmo y Klay Thompson irrumpía para asegurar su ventaja al término del primero período. (22-29)
Fue entonces cuando Estados Unidos subía líneas, lo que no podía significar otra cosa que no fuera correr. Encomendados a su endiablado compás, parecían llevarse el partido a su terreno ante las continuas acometidas de un Lorbek tan voluntarioso como efectivo, Sin embargo, el desacierto americano seguía siendo una lacra, lo que daba alas a una Eslovenia que a base de garra e intensidad seguía viva en un encuentro donde las imprecisiones se sucedían. Thompson y Davis intentaban tirar del carro, pero nada era suficiente para terminar por despegarse en el luminoso una vez llegados al descanso. (42-49)
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La tónica permanecía intacta a la salida de los vestuarios. Las dificultades en estático los de Coach K intentaban eclipsarlas a base de transiciones rápidas e individualidades, pero sería la defensa la que se erigiría diferencial entre ambos equipos. Sin embargo, Irving salía a la palestra para encarnar la mejor versión de los suyos. A base de defensa, potencia y agresividad, el Team USA sacaba partido de las pérdidas rivales y sumar fácil, pero no con menos contundencia para poner tierra de por medio en el luminoso. Incluso James Harden, que tras su noche aciaga salía a la palestra dejar el partido visto para sentencia ante una Eslovenia que ni aferrándose a Dragic o a dos triples consecutivos de Klobucar o Prepelic conseguían frenar la sangría con un cuarto aún por jugarse. (86-64)
Con el encuentro convertido en un correcalles, el rodillo estadounidense sacaría a relucir su pluralidad, así como su dinamismo para dar un auténtico espectáculo. Con Cousins, Rose y Thompson como máximos exponentes, Estados Unidos jugaba a placer con mientras su rival se encomendaba a su honor, echando mano de los menos habituales para dignificar su actuación. La contienda no tenía mayor historia, lo que no iba a evitar que Plumlee, DeRozan y Drummond protagonizaran su particular exhibición para materializar una victoria sin miramientos. (76-119)
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