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sábado, 3 de mayo de 2014

Los Mavericks fuerzan el séptimo partido (111-113)

En un encuentro no apto para cardíacos, el corazón y el talento se combinaron en uno y otro para dejarnos un duelo con un tira y afloja sin descanso, donde el que golpeó primero, se hundió después pero finalmente respondió al mazazo se llevó el gato al agua. 

Aunque Nowitzki y Calderón eran primero las cabezas de cartel bien secundado por la segunda unidad, se acabaron aferrando a Monta Ellis cual clavo ardiente para decantar la balanza ante unos Spurs corales que se encomendaron a Parker para agotar todos sus cartuchos. El 'Viejo Oeste' sigue sin dejar indiferente a nadie y como es ya costumbre, habrá Game7.


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Dallas toma el control

No había tiempo alguno que perder, y con la energía e intensidad que requieren las grandes citas, uno y otro se veían inmersos ya desde los primeros compases en un intercambio de golpes frenético, en el que pese al acierto de un voluntario Danny Green era la pluralidad de los Mavericks la que golpeaba primero. Cuando campeó la tormenta, Dallas no dejó de mantener la compostura y sacando partido de su acierto y fluidez, echaban mano tanto de Dirk Nowitzki como de Calderón para empezar a marcar el territorio al término del primer período. (26-34)
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Si bien la segunda unidad de los Spurs parecía ensimismada en cambiar el rumbo de la contienda, Devin Harris y Vince Carter se empeñaban en contrarrestar cualquier acometida, teniendo que ser Tony Parker y Kawhi Leonard los que lograran poner al acecho a los de Popovich a poco que su rival bajó el pistón. Ante la contundente llamada de atención, los locales se vieron obligados a reaccionar, para lo que volvieron a sacar a relucir su labor coral con el alemán como buque insignia y poner así las cosas en su sitio pese a los continuos embistes del sólido dúo interior Splitter-Duncan cuando llegábamos al descanso. (52-58)

Los Spurs remontan el vuelo

Como en los viejos tiempos, Nowitzki y Duncan se citaban para un duelo sensacional a la salida de los vestaurios. Mientras el acierto era una constante en el enfrentamiento, era San Antonio quien sin hacer mucho ruido conseguía recortar distancias una vez conseguían involucrar a todos sus efectivos con una tenacidad encomiable para dar buena cuenta de que independientemente de lo que había llovido, estaban ahí más que nunca. Fue entonces cuando Monta Ellis irrumpía para evitar la caída de los suyos, pero aun cogiendo las riendas de forma innmejorable tirando de talento para aguantar el tirón, la máquina rival se mostraba imparable cuando cual efecto dominó, todos empezaban a aportar, desde Ginobili a un enchufado Splitter pasando por Diaw, que nuevamente junto a Patty Mills demostraba que allí por San Antonio no andan escasos de artillería. Empujados por una firmeza defensiva tan impecable como implacable, la escuadra visitante se mostraba sutil pero letal, yéndose a los últimos 12 minutos de partido por delante con todo por decidir. (81-76)
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Monta Ellis explota y los Mavericks sentencian

Con las espadas en todo lo alto, no había lugar para respiro alguno, siendo Calderón y Carter los que desde el perímetro volvieran a poner el encuentro en un puño. Visto lo visto, Parker se echaba el equipo a las espaldas para evitar cualquier susto, volviendo a ser un auténtico quebradero de cabeza para el oponente que pese al 'small-ball' no conseguía neutralizar los vertiginosos ataques del francés para acabar por materializar la respuesta. Pero cuando peor se ponían las cosas, los Mavericks demostraban que no habían dicho su última palabra, encomendándose primero a Nowitzki para luego hacerlo a un Monta Ellis desatado e intratable que de la manera más espectacular y mortífera posible ponía un antes y un después en el choque. Sin embargo, Parker se resistía a dar por perdido el envite y con la determinación y entereza del curtido en mil batallas, mantenía con vida a los suyos una vez nos encontrábamos en el fulgor de la batalla de los instantes finales. Pero nada era suficiente, porque pese a los continuos intentos de sobrevivir, era en esta ocasión la frialdad de los Mavs la que salía a la palestra, propiciando casi el descalabro al final, pero dando buena cuenta de dos grandes defensas y temple desde la línea de personal para forzar el séptimo partido. (111-113)

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