UConn se alza con la corona universitaria (54-60)

Broche final inmejorable para una temporada para el recuerdo. En un encuentro tan vibrante como emocionante, ganó la consistencia, la solidez, la perseverancia y sacrificio de un grupo impecable que contra todo pronóstico se ha alzado con la corona universitaria. Tan meritorio como merecido, Kevin Ollie ha visto premiado un trabajo intachable con sus Huskies, que liderados por un titánico Shabazz Napier (22 puntos, 6 rebotes, 3 asistencias, 3 robos y MVP) vuelven a alcanzar la gloria 3 años después.

Todo ello sin olvidarnos sin unos Wildcats que de menos a más, han demostrado estar a la altura en los momentos más importantes de la temporada y que experimentando un desarrollo del sentido colectivo encomiable han llegado a una final donde su gen competitivo no fue suficiente para superar la envidiable pluralidad y firmeza de Connecticut.

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Aunque el marcador no sugería un dominador claro, la brillante puesta en escena de los Huskies daba sus frutos. Mientras los Wildcats tanteaban el terreno y se iban metiendo en vereda, UConn se apoyaba en su incesante intensidad en ambos lados de la cancha para golpear primero e imponer su ley de la mano tanto de Napier como de Boatright, que marcaban el ritmo de los suyos en ataque. Aunque la tormenta campeaba, los de Kevin Ollie seguían las ideas claras mientras su rival permanecía errático, poco acertado fruto de la pobre circulación y permisivo con unos problemas de pérdidas que ya comenzaban a ser un lastre. Junto a los destellos de DeAndre Daniels, Napier y Boatright seguían dominando el encuentro. Asfixiantes atrás (maniatando a los gemelos Harrison) y eléctricos en ataque, marcaban la pauta de un encuentro que hasta el momento estaba en sus manos y que bien aprovechaban para poner tierra de por medio ante la impotencia del rival.

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Sin embargo, alentados por las dificultades de su oponente ante la defensa zonal impuesta, Kentucky se metía de lleno en el partido en un abrir y cerrar de ojos haciendo gala de la inspiración tanto de un James Young desatado como de Andrew Harrison. Sin embargo, enfrente tenían a un Shabazz Napier imparable que hacía de las delicias de los presentes con acciones individuales tan meritorias como espectaculares, pero que no servían para frenar a unos Wildcats que sosteniéndose en la irrupción final de Julius Randle estaban más vivos que nunca que dejaban el partido más abierto que nunca de cara a la segunda mitad. (31-35)

A la salida de los vestaurios la cancha del AT&T Center se convertía en un auténtico campo de batalla. Una vez descendido el ritmo del partido, imperaban las imprecisiones así como la igualdad fruto de la tenacidad defensiva de uno y otro que quería evitar cualquier reacción contundente. Connecticut resistía a las continuas acometidas de los Harrison, así como a la telaraña metálica de los de Lexington, que cerraban la zona con uñas y dientes ajustando a la perfección en las ayudas ante las incursiones de los Huskies. Pero tan pronto parecía ponerse de cara para Kentucky como para UConn, y es que volviendo a las andadas, le daban una marcha más al partido para poner un parcial de 7-0 al que le urgía respuesta. Fue entonces cuando James Young salió al rescate de los suyos respondiendo con un mate estratosférico que estimulaba la reacción y devolvía la igualdad al marcador.

El encuentro estaba en un puño, porque si bien Napier y Giffey daban un golpe sobre la mesa con dos triples consecutivos, Randle contestaba para agudizar los problemas de faltas que sufrían los interiores rivales. Intercambio de exigencia que nos llevaba al mismo punto de partida pero siempre con la recta final asomándose por el horizonte. Si Boatright también se erigía diferencial, los Wildcats se veían contra las cuerdas fruto de los continuos errores desde la línea de personal, todo lo contrario de los Huskies que como de costumbre continuaban impolutos en este sentido. Sin hacer demasiado ruido, la defensa de UConn volvía a salir a la palestra propiciando un atasco en la ofensiva rival que les daba las riendas del envite.

De esta manera, los de Storrs volvían a sacar a relucir su frialdad y temple para mantener a raya a unos Wildcats que se ahogaban en sus desesperados intentos de no dilapidar sus opciones de victoria. Pero nada más lejos de la realidad, ya que nada era suficiente y sin la fortuna de otras ocasiones, Connecticut se convertía en el nuevo campeón del NCAA Tournament. (54-60)