Tras un 2013 nefasto para los Nets, éste año 2014 está resultando bastante esperanzador. Los de Brooklyn ocupan ahora mismo la sexta posición en la conferencia Este.
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Por todos es sabido que el proyecto de Prokhorov era, desde el primer momento, bastante ambicioso. En 2012, con la llegada a Brooklyn de Joe Johnson y con el impulso mediático del famoso rapero Jay-Z todo parecía indicar que los Nets habían vuelto. Nueva ciudad, nuevos objetivos. Tan ambiciosos que, tras la despedida de Avery Johnson por un inicio de campaña peor de lo esperado, tomaba el mando PJ Carlesimo y, entonces, desde la novedosa casa de la franquicia parecían apuntar al anillo como meta pero todo caería cuando los Bulls les pasaran por encima en la primera ronda de los Playoffs unos Bulls que, sin Rose, batallaron incluso a los que más tarde se proclamaran campeones, los Heat.
Con el final de la temporada y la nueva derrota de los entonces Nets llegaba el verano. ¡Y qué traía el verano! Más ambición y más estrellas. Nada más y nada menos que "La Verdad" Pierce, Kevin Garnett, Andrei Kirilenko y Jason Terry, pero no todo acababa ahí, el que ya fuera base de éstos cuando la franquicia residía en Nueva Jersey era el elegido para el banquillo, Jason Kidd. Veteranos que ya saben lo que es ganar un anillo con, aún, mucha guerra por dar. Comenzaba la temporada con incluso más ilusión y expectación que la pasada. Los Nets prometían mucho, pero nada más lejos de la realidad. Las lesiones, un nivel más bajo del esperado de la gran nueva incorporación KG y la inexperiencia de Kidd como entrenador dieron rienda suelta al pánico. Los de Brooklyn se alejaban de Playoffs y las derrotas se sucedían. La prensa jugueteaba con el puesto de entrenador y las críticas comenzaban a quemar a un vestuario que no cumplía con lo esperado. Para colmo, las lesiones de Kirilenko y Brook Lopez se hacían notar.
Pero el nuevo año trajo buenas noticias. Jason Kidd dio un golpe sobre la mesa y, tras despedir a Lawrence Frank como asistente a finales del 2013, consiguió enderezar el rumbo de la flota neoyorquina que parecía perdida en un mar calmado, ya que en el Este no era muy difícil remontar puestos debido a las decepciones de otros equipos como sus vecinos los Knicks, los Pistons o los jóvenes Cavaliers. De la mano de un Shaun Livingston que tomaba el mando de líder que dejaba el lamentablemente lesionado Deron Williams y de un Joe Johnson que demostraba su valía antes del All-Star los de negro y blanco volvían a confiar.
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La calma se ha convertido en euforia para unos Brooklyn Nets que demuestran que tienen coraje, garra y baloncesto. Las críticas han pasado a halagos y los jugadores y el propio entrenador se han deshecho del pasado reciente turbio que nos hizo dudar a todos de éste proyecto. No serían el típico equipo lleno de estrellas que se estanca, el carácter de los líderes del vestuario Jason Kidd, Kevin Garnett y Paul Pierce coincide precisamente en un aspecto decisivo para poder tornar la orientación, el de luchadores. Nunca rendirse ha sido clave. Se dudó de Kidd como entrenador, se habló de maldición por las lesiones, se habló de que Garnett y Pierce estaban acabados. ¿Y ahora? Todo eso quedó en nada.
A día de hoy, los Nets se alejan de la enfermería. Deron Williams y Kevin Garnett se encuentran sanos y el equipo lo nota. En el presente 2014 han conseguido darle una vuelta de 360º a la situación, colocándose como sextos en su conferencia. Han logrado imponer finalmente su estilo propio, duros en defensa y gracias a la aportación de jugadores secundarios como Teletovic, (el llegado hace poco a cambio de Jason Terry) Marcus Thornton, Andray Blatche y/o el ya nombrado Shaun Livingston poco se están notando las importantes bajas de Andrei Kirilenko y Brook Lopez. Y, por si fuera poco, ocupan los titulares de la prensa gracias a la llegada de Jason Collins. El barco ya encontró su rumbo. Viento en popa, pero no todo acaba aquí. Si bien es cierto que han mejorado enormemente el lugar de la franquicia sería un error contentarse con ésto. Quedan los Playoffs y, en ellos, será un placer ver una vez más la garra de Garnett, la elegancia de Paul Pierce y Deron Williams y la tranquilidad de Joe Johnson en el clutch time.
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