Tras el partido en Alemania y en especial la exhibición de John Bryant por parte de los visitantes en su día, todo el mundo avecinaba un partido igualado en el cual saltarían chispas de cara a la consecución del pase a semifinales. Pero finalmente, fue todo lo contrario.
Independientemente de la intensidad y concentración de los locales desde el primer minuto, el partido en el primer período se mantuvo parejo en todo momento. El conjunto alemán comenzaba a carburar a pasos agigantados apoyados en Bryant, quién quería seguir haciendo sangre tras su partidazo en Alemania. Pero fue entonces, cuando con la entrada de Zisis, el equipo se metió en el partido. El ritmo que le impulsó el base griego al partido fue clave para que tanto Mumbrú como el resto del equipo se metieran en vereda. El primer cuarto resultó ser un auténtico festín ofensivo, que finalizó con un 28-30 para los visitantes.
Bilbao, quienes apoyados en la excelente dirección y descaro de cara al aro de Zisis y de un determinante Mumbrú, empezaban a tirar del carro de los suyos para alargar tímidamente las distancias en el luminoso. El segundo cuarto era hasta el momento era un auténtico "acoso y derribo" por parte de los locales, quienes querían responder con contundencia a la dura derrota sufrida en la ida. Aunque cuando peor parecían las cosas, los alemanes intentaron reaccionar y hacer frente en la medida de lo posible a las contínuas acometidas del rival, quien hacía valer su superioridad bajo los aros de la mano de Hamilton y de su infalible perímetro. Nos íbamos al descanso con un 47-37 para Bilbao.
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La tónica del partido cambió en cuanto se inició el tercer cuarto. Las defensas se impusieron poco a poco conforme pasaban los minutos lo que se vio reflejado en el ritmo anotador del partido. El Bilbao seguía haciendo daño por todos los costados al rival, mientras éstos últimos veían como el partido se les ponía cuesta arriba cuando llegábamos al final del cuarto. La sobriedad local permitió a los hombres de Katsikaris irse al último cuarto con 15 puntos de ventaja en el marcador tras un parcial de 8-0 que dejaba el partido visto para sentencia.
Llegábamos al último cuarto, y desde el primer minuto del mismo, el partido parecía totalmente decidido. A pesar de que a priori se esperaba una posible reacción por parte del Ulm, lo cierto es que a estas alturas, el Bilbao era una máquina casi imparable. La superioridad en ambos lados de la cancha era pavorosa y el festín que se estaban llevando a cabo era digno de admirar y disfrutar. Desfondados, los alemanes eran un juguete para un Bilbao Basket sediento de venganza que certificaba su pase a semifinales tras vencer por un contundente 101-78.