Una de las preguntas recurrentes en todas las entrevistas realizadas a José Manuel Calderón en los últimos tres años ha sido algo así como: "¿Cómo se siente un baloncestista en el cenit de su carrera jugando en un equipo perdedor?". Así de contundente, sin paliativos en muchas ocasiones y en un acto de descaro admirable de periodistas que aún conservan la habilidad para hacer preguntas incómodas en una época en la que el nivel de juego ha pasado a un segundo plano en muchos medios que solo buscan el morbo como forma de venderse. Calderón, haciendo gala de una diplomacia inusual en la mayoría de jugadores de baloncesto e inexistente en la práctica totalidad de los futbolistas, contestaba sin alterar el gesto que aún quedaba mucho camino que recorren en la reconstrucción del equipo, que los jóvenes terminarían convirtiéndose en muy buenos jugadores pero les hacía falta tiempo y que los ciclos de la NBA son muy diferentes a los europeos. Y tenía razón. El problema es que el inicio de la reconstrucción ha dejado al base extremeño en el banquillo. Injustamente en mi opinión.
Ésta temporada parece que la reconstrucción iniciada tras la traumática marcha de Chris Bosh a Miami ha dado sus primeros frutos: DeMar DeRozan, Landry Fields, Ed Davis, Terence Ross, Andrea Bargnani, Kyle Lowry... Kyle Lowry, ese es el nombre del problema de José Manuel Calderón. Uno dos los dos fichajes de relumbrón de los Raptos junto con Landry Fields ha quitado (y eso sí es justo) la titularidad a Calderón en Toronto. ¿Por qué? Es más atlético, más rápido, mejor penetrador, mejor defensor y lee el juego y pasa igual de bien que Calderón. Y hace todo eso porque, a pesar de que no sale, ni problamente saldrá jamás, en la lista de los cinco mejores bases de la lista, probablemente sea junto a Rajon Rondo y Chris Paul uno de los tres mejores directores de juego puros. Y eso no es en absoluto malo para lo Raptos.
Lo que nadie entiende es para qué gastar una elección en primera ronda de draft en un base como Lowry, teniendo un base que sería titular en muchos equipos de la liga, como decía hace menos de un día un artículo de Bleacher Report que trataba precisamente sobre la poca preocupación que debía suponer la lesión de Lowry para los Raptors. Muchos coincidirán conmigo en que los Raptors se han gastado una valiosa elección de draft cubriendo una posición muy bien asegurada, y más en su estilo de juego, en lugar de cubrir otras posiciones en las que el equipo, claramente, cojea. Y estoy hablando de la posición de ala-pívot, donde ni Amir Johnson ni Ed Davis han dado la talla en las últimas temporadas. O la de alero, con una Landry Fields sobrepagado y decepcionante, fuera de lugar, en sus primeros cinco partidos. En cambio, los Raptors deciden deshacerse de una elección en primera ronda alegremente por un excelente base teniendo uno muy bueno, veterano y con autoridad en el vestuario en la plantilla.
Después de este, por qué no llamarlo así, desplante de la franquicia en la que José Manuel Calderón ha pasado toda su andadura en la NBA y de la que ya es leyenda, su rol esta temporada parece claro: salir desde el banquillo y ocupar su clásica posición de organizador cuando las cosas se le vayan de las manos a Lowry o cuando necesite un descanso, cuando haga falta un tirador de tres fiable o incluso como escolta tirador, posición en la que sufriría en defensa pero en la que podría crear un mismatch por rapidez y capacidad para desmarcarse.
Esperemos que, al menos, los Raptors mejoren notablemente esta temporada y Calderón pueda, merecidamente, ver al equipo para el que juega y del que hasta ahora llevaba la batuta entrar en los PlayOffs, aunque incluso esto parece altamente improbable.
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