Tras el
partido contra Limoges, la racha de victorias valenciana ha llegado a su fin.
No solo son importantes las victorias conseguidas: 28 en total entre Euroliga y
Liga Endesa, sino que la fuerza mental exigida para mantener
esta racha durante cuatro meses seguidos de competición también lo es. Quizás este periodo de tiempo
haya pesado más en la fuerza y concentración de los jugadores valencianistas que la autoexigencia o la propia de exigencia de los aficionados que no querían
(no queríamos) que el record se truncase. Y menos contra un equipo tan francés
y tan acabado como el Limoges CSP.
Es
triste que hayan tenido que venir tres árbitros, comandados por el turco-italiano
Tolga Sahin, a limar las diferencias existentes entre un Limoges, al que le
salió todo (parece increíble que ya no esté en Euroliga y que, si no fuera por
esta victoria, estuviera a punto de decirle adiós a la Eurocup) y un Valencia
al que le salía lo habitual, pero al que los árbitros impidieron que hiciera lo
de siempre. Extrañas circunstancias que no hacen más que ahondar en la
manifiesta intención de franceses e italianos por guardarse las espaldas ahora
que la nueva Champions del baloncesto se pondrá en marcha la próxima temporada.
¿Qué sería de los derechos televisivos
de esta nueva competición o de una presentación mediática por todo lo alto, si
los equipos franquicia de las federaciones que la han promovido no han
conseguido mantenerse en Euroliga, ni superar la Eurocup?
Tras
este varapalo al Valencia, preocupante por la forma pero no por el contenido,
hay que preguntarse por la propia forma del equipo y por su concepto de cara a
los próximos compromisos que vienen. No se alarmen, es natural ser agoreros y pensar que, una vez que se acaban
las victorias, todo lo que vendrá serán derrotas, ya que este tipo de
pensamientos forman parte de la
condición humana. No obstante, no hay que hacer caso a estas cavilaciones para
olvidarse cuanto antes de la derrota y ser objetivos buscando rendir el homenaje
debido a un equipo que lo ha dado todo con la tranquilidad del que sabe que
haciendo las cosas con profesionalidad se consiguen los éxitos. Importante
premisa para la afición y el equipo de cara a los compromisos que vienen, que hay
que afrontar con la mirada puesta en lo hecho hasta ahora.
Sin embargo, en el aire queda una cuestión
importante: si todos los jugadores y los equipos tienen periodos de máximo
rendimiento para caer después en la línea descendente que marca el bajón tras
el esfuerzo realizado, ¿esta derrota significa que el periodo de bajón comienza
ahora? Hacer de futurólogos no se corresponde con los principios de este
articulo y solo las fuentes más próximas a Pedro Martínez saben cómo están los
biorritmos de sus jugadores, por lo que deberíamos intentar ser objetivos y ver
que tiene por delante el equipo para atender a las señales que nos indiquen su
estado de forma, ya que si el record es toda una satisfacción para la afición,
muchos lo cambiarían por poder levantar la copa del 21 de febrero para la que ya
se clasificó cuando jugó contra el UCAM Murcia del añorado Lishchuk en la
Fonteta el 22 de diciembre.
Tomando
como referencia la Copa del Rey, que se disputará del 18 al 21 de febrero, hay
que examinar los encuentros que quedan, tanto en Liga Endesa como en Eurocup. Quizás
porque el calendario se ajusta mucho en este mes y porque Pedro Martínez no las tenga
todas consigo a la hora de entender una situación en la que nunca ha estado antes, sus declaraciones tras la
derrota ante Limoges se antojan más preocupantes que realistas. Declaraciones como:
“Espero que no nos tenga que afectar de cara al futuro más allá de que creo que
la Eurocup es una competición muy corta y estamos en una situación peligrosa
porque tenemos dos partidos fuera y nadie nos va a regalar nada” o “Veo difícil
que nos clasifiquemos, los cuatro equipos van a tener opciones hasta el final.
Quedan tres partidos y tenemos que hacerlo bien estos tres partidos” suenan a
entrenador muy cauteloso que no se fía de lo que ha visto hasta ahora: un
primer puesto y un record historico, que se podría calificar de espejismo una vez leídas
estas declaraciones. Y es que los jugadores del Valencia Basket tienen que
afrontar los siguientes encuentros (aparte de ya finalizado con el Limoges):
Tras Limoges, este fin de semana Valencia Basket tiene su primer test importante frente a un Barcelona que, con 15 victorias y una derrota, va camino de igualar el mejor arranque liguero de la temporada 88-89 de 18 victorias. Difícil escollo para Valencia que, una vez clasificado para la Copa, debe centrarse en los difíciles partidos que tiene en Eurocup, ya que, tres días después, el 27, debe volver a jugar contra Limoges en casa de los galos, donde podremos ver hasta qué punto la derrota ha calado en la plantilla y si jugarán con ánimos de revancha conscientes de la importancia de este vital partido para la clasificación. En la mente del aficionado estará presente la duda de saber hasta qué punto los árbitros volverán a ser permisivos con el juego sucio desplegado por Limoges, que, por lo visto, es la piedra angular del desarrollo de su juego actual.
Tras Limoges, este fin de semana Valencia Basket tiene su primer test importante frente a un Barcelona que, con 15 victorias y una derrota, va camino de igualar el mejor arranque liguero de la temporada 88-89 de 18 victorias. Difícil escollo para Valencia que, una vez clasificado para la Copa, debe centrarse en los difíciles partidos que tiene en Eurocup, ya que, tres días después, el 27, debe volver a jugar contra Limoges en casa de los galos, donde podremos ver hasta qué punto la derrota ha calado en la plantilla y si jugarán con ánimos de revancha conscientes de la importancia de este vital partido para la clasificación. En la mente del aficionado estará presente la duda de saber hasta qué punto los árbitros volverán a ser permisivos con el juego sucio desplegado por Limoges, que, por lo visto, es la piedra angular del desarrollo de su juego actual.
Después
Bilbao y PAOK Salónica como rivales asequibles, aunque este último encuentro se jugará en casa de los griegos, pero, visto el juego del PAOK y su pobre clasificación, el
rival se muestra mas que asequible. Sin embargo, tras estos rivales, Valencia tendrá su
segundo test importante ante un rival directo en la Copa del Rey, que está desplegando un
baloncesto de altura que le colocan como uno de los equipos más difíciles de
batir por juego y calidad, y que hace de su casa un fortín, el Baskonia de
Perasovic. Finalmente, tres días después se jugará la clasificación a la siguiente fase de Eurocup, a cara o cruz si las cosas no salen perfectas, contra el equipo
alemán del Ewe Baskets, al que ganó con mucho esfuerzo después de hacer uno de
los partidos más serios de la temporada en Oldenburgo. Tras estos encuentros,
el partido contra el Joventut se antoja un juego de niños de cara a la semana
de Copa.
En el
escenario más pesimista, el calendario medirá las posibilidades, el juego y la
fortaleza mental de un Valencia que debe enfrentarse a sus miedos para despejar
dudas. En el escenario más optimista, Valencia tiene los recursos, la capacidad
y la fortaleza mental y física, como ha demostrado hasta ahora, para sacar a
adelante el mes de exámenes que tiene ante sí como paso previo a su
participación en la Copa. Y qué mejor que un mes de partidos duros para
demostrar a todo el mundo que si ha sido capaz de ganar 28 partidos seguidos es
porque están sobradamente preparados. Es decir, lo más difícil para los mejores, ya que a fin de cuentas esa es la base de la cultura del esfuerzo: enfrentarse
a retos y superarlos porque los retos son los que ponen a prueba el esfuerzo.
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