Destacaron Tomas Satoransky (16 puntos, 4 rebotes, 6 asistencias), Latavious Williams (11 puntos, 8 rebotes) y Marcos Mata (16 puntos) por parte de los visitantes, mientras que en el CAI sobresalieron Joseph Jones (13 puntos, 3 rebotes), Jonathan Tabu (12 puntos) y Pedro Llompart (10 puntos, 3 asistencias).
Los primeros compases de encuentro no gozaron de un dominador claro. Mientras los locales intentaban ponerle una marcha más al encuentro, el conjunto andaluz echaba mano del enérgico comienzo de Latavious Williams, que conseguía a su vez secar a Shermadini en la pintura. Pero una vez llegados al ecuador del período, el ritmo anotador descendía paulatinamente para los intereses del CAI, que mediante una férrea defensa y la sociedad Llompart-Sanikidze se marchaba con ventaja al término del mismo (18-15).
Totalmente distinto resultaba a primera vista el segundo cuarto, donde la contundencia de cara al aro de Joseph Jones y el descaro de Tabu proporciaba una bocanada de aire fresco a la escuadra zaragozana, hasta que saltara en escena Marcos Mata, que enganchaba a los suyos en el partido. La tónica distaba mucho de lo visto al principio, pero la igualdad seguía como ente predominante sobre el parquet. El convite se desarrollaba tanto en la pintura como en el perímetro, no pudiendo sacar ninguno provecho de sus armas en la primera mitad. De esta manera, nos íbamos a los vestuarios con un empate a 38 que ajusticiaba el trabajo de ambos conjuntos.
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La incapacidad manifiesta tanto de uno como de otro para distanciarse en el luminoso seguía latente en el Príncipe Felipe. Las imprecisiones y la falta de acierto daban lugar a un partido trabado, en el que los detalles se erigían determinantes en el devenir del enfrentamiento. Salvo Jones y Mata (con 13 puntos cada uno), no sobresalía nadie por encima del resto en cuando a lo individual se refiere, siendo la pluralidad el pilar del ataque de los presentes. Sin embargo, eran los hombres de Aíto García-Renses quienes salían victoriosos a falta de disputarse el último cuarto (53-57).
La aparición de Rudez venía como agua de mayo para el combinado rojillo, que en esta ocasión sufría las continuas acometidas de Satoransky y Bamforth. La batalla se postulaba en defensa, donde fueron los sevillanos conforme pasaban los minutos donde marcaban las diferencias. Llegábamos a la recta final de partido, y fue entonces cuando los visitantes sacaron a relucir el temple y la cabeza fría, mientras que su rival se mantenía impotente ante la imposibilidad de encontrar tan siquiera posiciones de tiro. Así pues, la voluntad de los maños no fue suficiente, y con la suerte en contra en el lanzamiento, sucumbían ante un Cajasol combativo que había demostrado ser más regular así como tener las ideas más claras una vez llegada la hora de la verdad. (66-74).
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