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Si bien es cierto que el partido se antojaba complicado desde el inicio teniendo en cuenta las bajas de San Emeterio y Kelati, poco podíamos imaginar que los griegos pusieran tierra de por medio en los primeros compases. Fue desde el perímetro donde de la mano de Maciulis, Bramos y Curry ponían las primeras diferencias serias en el luminoso. Independientemente de lo voluntarioso de Nocioni y Pleiss, veían como el marcador al término del primer período propiciaba una respuesta inmediata (26-16).
Sin embargo, en el segundo cuarto no sólo no mejoraban las cosas, sino que las distancias eran aún mayores. La pluralidad ofensiva local no obtenía respuesta alguna por parte de los hombres de Scariolo que se mostraban impotentes ante el vendaval rival. Tanto fue así, que el único que conseguía sacar las castañas del fuego era Nocioni, quien seguía echándose el equipo a las espaldas. De esta manera, nos íbamos a los vestuarios con un 50-35 que no daba muchas razones para ser optimistas de cara a la segunda mitad.
Y efectivamente, la tónica del encuentro al comienzo de la segunda parte era prácticamente un calco de la primera. A la inspiración en ataque del dúo Curry-Bramos había que sumarle la solidez en la pintura que aportaban tanto Gist como Fotsis, así como el orden y equilibrio que ponía sobre la pista Diamantidis. Pero con la llegada de este período también vino la aparición de Jelinek, que con Walter Hodge servía de apoyo a un Nocioni que no tiraba la toalla. El Laboral Kutxa seguía a remolque, y las ideas en ataque eran más claras, pero nada era suficiente para acortar distancias ante un Panathinaikos que no presentaba grieta alguna. Pero por encima de cualquier aspecto saltaba a la vista el hecho de que los helenos amenazaban con romper el récord de triples en un partido de Euroliga, ya que no parecía haber manera humana de frenarles desde el 6'75.
Una vez llegados a los últimos 10 minutos de encuentro, el guión del mismo parecía tener un final por todos sabidos, lo que no quitaba que todos los asistentes al partido en Chipre disfrutaran de un espectáculo anotador digno de hemeroteca. Los protagonistas en escena seguían siendo los mismos, lo que a su vez propiciaba que el curso de la trama no sufriera cambio destacable. Así pues, el encuentro ponía punto y final con una victoria holgada del Panathinaikos que sellaba la primera en esta competición (95-74).
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