¿Recuerdan el enfrentamiento de Cuartos de Final entre el Panathinaikos y el Barcelona en la pasada edición de la Euroleague? Refresquemos la memoria; ambos equipos disputaron un total de 5 partidos, tras una dura serie en la que el Barça asaltó Atenas en contra de un ruidoso y combativo público. La Euroleague terminó multando al equipo heleno por los incidentes vividos en la grada, con exceso de afluencia y un ambiente demasiado "hostil", con cuatro partidos a puerta cerrada y 259.000 euros. Pues ahora la máxima competición europea se ha arrepentido y le ha rebajado la sanción a los griegos, sin un motivo claro aparente.
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El Panathinaikos iba a tener que disputar cuatro partidos sin público y pagar un total de 259.000 euros tras los incidentes vividos en los Cuartos de Final de la Euroleague ante el Barcelona. Pero parece ser que alguien ha decidido rebajar la sanción a los helenos, no se sabe si por buena conducta, favoritismos o qué en concreto, hasta tan sólo dos encuentros lejos de Atenas y además con la posibilidad de que los seguidores viajen para animar a los suyos.
Jordi Bertomeu asegura haber tomado la decisión pensando en "los aficionados y las nuevas normas que han entrado en vigor durante la presente temporada". Unas declaraciones contradictorias atendiendo al volumen de la primera sanción, que se debió precisamente a la conducta poco deportiva de unos aficionados que abarrotaron el OAKA y que dejaron claro que, en ocasiones, se les puede ir de las manos.
Bertomeu, además, ni corto ni perezoso lanza el siguiente mensaje, como podemos conocer a través de los compañeros de TuBasket: "Esperamos que los incidentes que provocaron la sanción no se vuelvan a repetir (...) Y también esperamos que, llevando estos partidos a Chipre o a Creta, los aficionados que no tienen la posibilidad de hacerlo, podrán disfrutar de un partido de Euroleague en directo. De esta manera, convertimos lo negativo en positivo en su beneficio".
En resumidas cuentas, lo que empezó como una sanción económica y deportiva para un equipo puntero de la competición ha terminado convirtiéndose en una oportunidad de negocio para una Euroleague que ha dejado su credibilidad por los suelos. ¿Quién cree ahora en las buenas intenciones al castigar conductas de aficionados que no se corresponden con el espíritu deportivo? En definitiva, un bochornoso capitulo para una competición que cuenta con dirigentes a los que parece, interesa más el negocio y la apertura sospechosa de nuevas vías de mercado que la buena conducta y ejemplaridad de los aficionados y clubes.
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