En ataque la cosa no está tan clara como en defensa, donde ya es una auténtica bestia: es capaz de postear y domina los movimientos de pies básicos, soliendo terminar el posteo con un semigancho a la media vuelta, pero no es ningún prodigio y, si quiere luchar por la posición en la zona con ciertas garantías en la NBA, deberá ganar algunos kilos de músculo. Tampoco tiene una mala mecánica de tiro, pero no es consistente tirando a media distancia ni mucho menos de tres, por lo que se le podría calificar como un anotador de un perfil más interior, descartando una evolución hacia la posición de cuatro abierto. Su ataque poniendo la pelota en el suelo es, gracias a su capacidad atlética y a un dominio del drible bastante bueno, efectivo. También domina con soltura las jugadas de recibir y anotar y no tiene problemas para abrirse espacio en la zona y terminar con un mate de pié. Su rendimiento al contraataque es bueno, sobretodo gracias a su velocidad y a una buena lectura del mismo, que le permite, cuando no rebotea, salir disparado hacia el aro rival.
En ataque ya se está hablando de la necesidad de que perfeccione su tiro de cuatro y cinco metros y lo haga pasar de algo ocasional a un recurso mucho más regular, efectivo y automático. Tampoco le vendría mal aprender a driblar mejor y hacer más rápido su primer paso con la pelota en el suelo, ya que la balanza atlética estará mucho más equilibrada en la NBA que en la NCAA. Por último, su asignatura pendiente es el juego de pies en poste, innecesario hasta ahora gracias a su capacidad atlética pero muy útil en la NBA, donde deberá utilizar sus movimientos técnicos para poner la guinda a su superioridad física.
Anthony Davis, ex jugador de la Universidad de Kentucky, es la gran esperanza de unos New Orleans Hornets que con Chris Paul quedaron desahuciados y deprimidos. Que Eric Gordon, un anotador compulsivo y proyecto de estrella, permanezca en el equipo le vendrá bien en cuanto a la presión, aunque la franquicia de Louisiana espera que se convierta, nada más llegar, en la referencia interior clave. El objetivo a corto plazo es que Davis se convierta en un jugador interior completo, capaz de anotar con más consistencia y recursos, defender y rebotear, y sobre todo que no se estanque en su juego como parece que le está pasando al penúltimo jugador interior elegido en la primera posición del Draft, Blake Griffin, que si bien se mantiene en su 20-10 con solvencia ha ofrecido, hasta ahora, una pobre evolución técnica, menor de la esperada.
Con todo, el aficionado que siga un poco la NCAA en sus momentos calientes o que se haya interesado en ver alguno de los partidos de los Kentucky Wildcats (mucho más asequibles por horario que la NBA) habrá podido comprobar que Davis es un jugador muy maduro ya en su concepción del baloncesto, que no suele perder la cabeza en jugadas alocadas y que, si bien no pasa la pelota demasiado, tampoco suele perderla, cuidando el balón mucho mejor que la práctica totalidad de los interiores de la liga universitaria y por encima de la media de los NBA. Es, resumiendo, un proyecto de jugador interior dominador, con mucho margen para mejorar su juego y que, uniendo a su atletismo impresionante un tiro de media distancia medianamente bueno, algunos kilos de músculo y algún que otro movimiento de pies de buena factura sería muy difícil de parar.
Es, desde luego, el futuro de los Hornets y, por lo que parece, podría empezar a dominar desde la próxima temporada misma, añadiendo a sus excelentes condiciones físicas y su buen nivel técnico la capacidad de jugar, si es necesario, tanto de cuatro como de cinco e incluso de tres, pues sus cualidades físicas y sus larguísimos brazos le permiten defender sin problemas el perímetro y mantenerse delante sin problemas, por pies, de un jugador exterior penetrando tras recepción, finta o bloqueo. Su potencial permite vislumbrar que, si bien cabe la posibilidad de que en la NBA no llegue a ser brillante en ataque sí lo será con toda seguridad en defensa, pues la NCAA se le ha hecho muy pequeña en este aspecto en su primer año y su increíble capacidad de defender tres posiciones sin ningún tipo de problema auguran una brillantez defensiva a medio plazo verdaderamente magnífica.
Mi valoración personal es la siguiente: tradicionalmente los equipos de la NBA han preferido cimentar un equipo ganador en un jugador interior, preferiblemente un pívot, que arriesgarse a elegir en una posición alta a un “guard”, ya sea base o escolta, por la sencilla razón de que en el juego de un jugador exterior entran en la ecuación más factores que en el juego de un interior, en principio más ortodoxo y sencillo. Esto ha llevado a equivocaciones a algunas franquicias, equivocaciones tanto antiguas como recientes, ya sea por rendimiento (Kwame Brown) como por lesiones (Greg Oden). Aunque las lesiones siempre están al acecho y casi nunca son previsibles no parece que los Hornets se hayan equivocado en sus selección. Han seleccionado en el Draft a un jugador maduro defensivamente, competitivo, con una buena mentalidad en el juego y que, por descontado, no es ningún negado técnicamente hablando. Si bien en su primera temporada se espera de él que se adapte a la NBA, que demuestre quien es y que se vaya cogiendo poco a poco al nivel de competición más elevado del mundo en una liga profesional, es posible que a corto plazo demuestre la clase que se le presupone y que, en dos o tres años, estemos hablando de un auténtico tirano de la pintura. Por el contrario, si no cumple las expectativas, siempre podríamos hablar de un especialista defensivo al estilo de Marcus Camby en sus mejores años.
Por otra parte, su buena disposición y la evolución en su juego mostrada este año en la NCAA hacen prever que no se estancará y, si se le lleva por buen camino, podría ser el dominador de la NBA de los próximos diez o doce años. A su favor tiene la compra de la franquicia por parte de un particular, la presencia de jugadores en el equipo con más galones y experiencia que él y la ausencia de presión que, se intuye, tendrá esta temporada dentro de una organización cuyo proyecto es más de futuro que de presente. La espectacularidad de su juego y su buen hacer están servidos.
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