D-Will no está contento en los Nets. Se fue de Utah pensando que el equipo de Nueva Jersey edificaría un gran proyecto a su alrededor y se ha encontrado, temporada y media después, en un equipo bisoño con algunas piezas salvables pero con un banquillo horrible y que, en opinión de gran parte de los aficionados y algunos expertos, compite con los Bobcats y los Raptors por ser la peor plantilla de la NBA. Y no les falta razón. MarShon Brooks, un rookie con un estilo muy Ol'school, tirador, buen penetrador y defensor inteligente, Kris Humphries, más conocido por asuntos extradeportivos con mujeres del mundo de la farándula y Brook López, un prometedor pívot ofensivo que tiene una gran tendencia a lesionarse son, probablemente, las únicas piezas aptas en la actualidad para la NBA que tienen los Nets. Aparte de estos, Anthony Morrow y DeShawn Stevenson no tienen mala pinta .Mas Deron Williams, claro.
Pero los Nets tenían un as en la manga y pensaban sacarlo durante la última semana de traspasos. Llevaba comentándose desde principio de temporada que otro ilustre descontento, Dwight Howard, pívot franquicia de los Orlando Magic, había hablado con Williams, buen amigo suyo, para pedir ser traspasado a los Nets y formar con él un equipo aspirante al anillo. Pero Howard no tiene las cosas claras, ni antes ni ahora. Su mente es una cuerda tirada en los dos extremos por pros y contras para quedarse o marcharse de la ciudad de Disneyland: por un lado, su ambición le empuja a buscar alternativas, al igual que hizo Shaq en su día, a unos Orlando Magic que no parecen ser lo suficientemente buenos como para aspirar a ganar unos playoffs. Por otro, el cariño de una afición que lo adora y la petición pública de su propia madre para que se quede en su actual equipo le mantienen Florida. En medio, históricos como Magic Johnson le piden que se calle y empiece a darlo todo. Y finalmente, "Superman" Howard ha decidido firmar un contrato con los Magic para quedarse, al menos, una temporada más en el equipo. Y esto, amigos míos, terminaba con los Nets buscando durante los últimos días del periodo de traspasos una alternativa a Howard que, a todas luces, no iba a ser tan deslumbrante como el pívot más dominante de la NBA.
Buscando por aquí y por allá se encontraron a los Portland Trail Blazers, en crisis desde que Brandon Roy, el alma del equipo, se retirara al final de la temporada pasada por culpa de las lesiones. Durante los primeros compases de esta temporada, LaMarcus Aldridge supo disimular la pérdida de Roy desplegando un magnífico juego bajo los aros y ganando partidos él solito. Pero hasta un tipo como Aldridge tiene límite, y una mala racha de los Blazers ha terminado con Nate McMillan despedido y los Blazers desembarazándose de jugadores que cobran demasiado para hacer un hueco salarial suficientemente grande como para reconstruir el equipo a final de temporada. Una de esas piezas es Gerald Wallace.
Un alero versátil, una gran pieza para formar un gran equipo y un jugador caro, pero asequible para unos Nets que, con él, gastarán 60 millones de dólares en salarios. Cobra lo mismo que Okur, 10 millones, al que han trapasado junto con Shawne Williams (3 millones) a Portland más una primera ronda de Draft protegida hasta el Top3 (es decir, si la elección que toca es primera, segunda o tercera, elegirían los Nets. A partir de la cuarta, los derechos del jugador elegido serían para los Trail Blazers). Jugada de chicos listos. Los Nets se hacen con un jugador en forma que previsiblemente subirá sus números en una franquicia con menos competencia anotadora por dos jugadores lesionados. Los Blazers, en cambio, se deshacen de un jugador muy caro y se hacen con Okur, que termina contrato a final de temporada y Williams, que tiene un salario asequible. Aún así, siguen siendo la 5º franquicia que más gasta en salarios, pero ese es otro tema.
Las dos partes salen más o menos beneficiadas y los Nets consiguen un jugador importante con el que intentar convencer a un Deron Williams impaciente y decepcionado de que se quede año más en los Nets (el año que viene en Brooklyn) y comienzan a edificar un proyecto con cierta perspectiva de futuro. Además, se reservan una elección Top3 que puede tocarles perfectamente y se quitan de encima dos jugadores hasta ahora inútiles.
La cuestión ahora está en si Williams decidirá quedarse o marcharse a otros equipos. Y candidatos para hacerse con, probablemente, el base más completo de la NBA, hay muchos.
Pero los Nets tenían un as en la manga y pensaban sacarlo durante la última semana de traspasos. Llevaba comentándose desde principio de temporada que otro ilustre descontento, Dwight Howard, pívot franquicia de los Orlando Magic, había hablado con Williams, buen amigo suyo, para pedir ser traspasado a los Nets y formar con él un equipo aspirante al anillo. Pero Howard no tiene las cosas claras, ni antes ni ahora. Su mente es una cuerda tirada en los dos extremos por pros y contras para quedarse o marcharse de la ciudad de Disneyland: por un lado, su ambición le empuja a buscar alternativas, al igual que hizo Shaq en su día, a unos Orlando Magic que no parecen ser lo suficientemente buenos como para aspirar a ganar unos playoffs. Por otro, el cariño de una afición que lo adora y la petición pública de su propia madre para que se quede en su actual equipo le mantienen Florida. En medio, históricos como Magic Johnson le piden que se calle y empiece a darlo todo. Y finalmente, "Superman" Howard ha decidido firmar un contrato con los Magic para quedarse, al menos, una temporada más en el equipo. Y esto, amigos míos, terminaba con los Nets buscando durante los últimos días del periodo de traspasos una alternativa a Howard que, a todas luces, no iba a ser tan deslumbrante como el pívot más dominante de la NBA.
Buscando por aquí y por allá se encontraron a los Portland Trail Blazers, en crisis desde que Brandon Roy, el alma del equipo, se retirara al final de la temporada pasada por culpa de las lesiones. Durante los primeros compases de esta temporada, LaMarcus Aldridge supo disimular la pérdida de Roy desplegando un magnífico juego bajo los aros y ganando partidos él solito. Pero hasta un tipo como Aldridge tiene límite, y una mala racha de los Blazers ha terminado con Nate McMillan despedido y los Blazers desembarazándose de jugadores que cobran demasiado para hacer un hueco salarial suficientemente grande como para reconstruir el equipo a final de temporada. Una de esas piezas es Gerald Wallace.
Un alero versátil, una gran pieza para formar un gran equipo y un jugador caro, pero asequible para unos Nets que, con él, gastarán 60 millones de dólares en salarios. Cobra lo mismo que Okur, 10 millones, al que han trapasado junto con Shawne Williams (3 millones) a Portland más una primera ronda de Draft protegida hasta el Top3 (es decir, si la elección que toca es primera, segunda o tercera, elegirían los Nets. A partir de la cuarta, los derechos del jugador elegido serían para los Trail Blazers). Jugada de chicos listos. Los Nets se hacen con un jugador en forma que previsiblemente subirá sus números en una franquicia con menos competencia anotadora por dos jugadores lesionados. Los Blazers, en cambio, se deshacen de un jugador muy caro y se hacen con Okur, que termina contrato a final de temporada y Williams, que tiene un salario asequible. Aún así, siguen siendo la 5º franquicia que más gasta en salarios, pero ese es otro tema.
Las dos partes salen más o menos beneficiadas y los Nets consiguen un jugador importante con el que intentar convencer a un Deron Williams impaciente y decepcionado de que se quede año más en los Nets (el año que viene en Brooklyn) y comienzan a edificar un proyecto con cierta perspectiva de futuro. Además, se reservan una elección Top3 que puede tocarles perfectamente y se quitan de encima dos jugadores hasta ahora inútiles.
La cuestión ahora está en si Williams decidirá quedarse o marcharse a otros equipos. Y candidatos para hacerse con, probablemente, el base más completo de la NBA, hay muchos.
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