Junto a los "ratatatá" de Andrés Montés (DEP),
aquellos que empezábamos a ver baloncesto con más regularidad en aquel año 2006
nos encontramos con los chistes y chanzas de su compañero en la narración de
los partidos de la selección española que acabó ganando la final del mundial a
Grecia en un partido perfecto y levantando al cielo japonés la primera medalla
de oro de la historia de nuestro país en el deporte de la canasta. Pero Juan
Manuel López Iturriaga, para algunos gracioso, para otros menos, no es un
comentarista cualquiera.
Foto: Dribleo |
Nacido en el año 1959 en Bilbao, era un apasionado del
Athletic y del fútbol, hasta que con 12 años y midiendo ya 1,80m, fue inducido
a cambiar de deporte por Michel Ureta, entrenador de su colegio. Con su
estatura y un talento que ya se adivinaba, formó parte de absolutamente todas
las categorías inferiores de la selección nacional, a la que, por supuesto, años
después llegaría y con la que disputaría 90 partidos. Michel Ureta, al que el
Loiola Indautxu, equipo en el que se crió Iturriaga, rinde homenaje en su
Historia como "alma máter" de un equipo con más de medio siglo de
vida, alabando también sus capacidades de reclutamiento de jugadores: "Alguno
se lo tiene que agradecer y mucho como por ejemplo el Sr López Iturriaga, a la
sazón portero de hockey en el Cole, donde no se le veía mucho porvenir tal y como
él comenta."
En el año 1976 se fue a Madrid, con apenas 17 años, para
jugar en un equipo que llevaba una década y media gobernando con puño de hierro
tanto en España como en Europa. Las ligas y copas se amontonaban en las
vitrinas del equipo de la capital, que con Pedro Ferrándiz había firmado una
larga trayectoria de éxitos. Su sucesor, Lolo Sainz, había logrado ganar la
Liga, pero no había conseguido ni la Copa de Europa (derrotado por el Varese,
en el que jugaba el italiano Dino Meneghin), ni la Copa, conquistada por el
Joventut. Iturriaga se incorporaba a la disciplina para comenzar la campaña
1976-1977 junto con Romay. En aquel Madrid jugaban mitos como Wayne Brabender,
Carmelo Cabrera, Walter Szczerbiak y, por supuesto, Corbalán. Iturriaga y Romay
contribuyeron a añadirle aún más pólvora.
Foto: Juanmaiturriaga |
Seguiría ganando títulos en Madrid hasta que, él dice que
"por sorpresa", en el año 88 Lolo Sainz le dijo que ya no contaba
para él y que se buscara equipo. Duró dos años bastante buenos en el CajaBilbao
y se retiró con 31 años a la finalización de la campaña 89/90. Sin embargo,
antes de llegar a sus últimas grandes temporadas como profesional, merece la
pena centrarse en la temporada 83/84, en la que el Real Madrid conquistó la
primera Liga ACB y la Recopa de Europa. Pero lo verdaderamente importante
vendría en ese verano en que la selección española logró su mayor éxito hasta
el año 2006, la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de los Ángeles.
En aquel estío de 1984, el combinado nacional se aprovechó
de la ausencia de los países del bloque soviético (cosas del boicot), de su
excelente plantilla y de un gran juego para ir avanzando fases derrotando a
Canadá, Uruguay, Francia y China en la liguilla, a Australia en cuartos y a
Yugoslavia por 74 a 61 en la semifinal. En la última eliminatoria de la
competición esperaba Estados Unidos, que ya había vencido a España en la
primera fase, con una selección aún no profesional, pero en la que se
encontraban Michael Jordan, Chris Mullin o Patrick Ewing entre otros quienes,
dirigidos por Bobby Knight, habían gobernado el campeonato ante su público con
mano de hierro. En la final ganaron con gran autoridad y se colgaron un oro que
todo el mundo esperaba, pero la selección de Díaz Miguel regresó a casa con la
vitola de héroes patrios, habiendo logrado lo que muy pocos antes.
- 7 Ligas
- 3 Copas
- 2 Copas de Europa
- 1 Recopa
- 1 Korac
- 1 Plata Olímpica
- 1 Plata Europea
A esto debemos sumar, en el ámbito estadístico, las 90
internacionalidades con España, con 8,4 puntos por partido (57% de acierto en
tiros de campo) y sus 14,3 puntos y 2,4 rebotes en 222 partidos en la ACB (sin
contar los años transcurridos desde la 76-77 hasta la 82-83). Pero alejándonos
de la fría lógica de los números, queda el recuerdo de un jugador que sigue
siendo muy querido entre la afición madridista, un hombre que se siente
orgulloso del apodo de "Palomero" que se le puso y un jugador
excepcional que fue clave en dos épocas de gloria para el equipo al que entregó
12 años de su carrera y una selección española poco acostumbrada a los éxitos
por aquel entonces. Cada vez que se escucha su voz en la retransmisión de un
partido de la selección, habla un auténtico mito.
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