Sombras en la zona

Con la magnífica temporada de los San Antonio Spurs que ha finalizado de la mejor manera posible, sólo nos queda anotar las claves de su éxito para tener constancia de cómo se consiguen las cosas.

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¿Alguien duda a día de hoy de que los Spurs tienen la mejor plantilla de toda la NBA? Su proyecto, el que Phil Jackson definiera como "una gran fuerza" y no como dinastía, se basa en valores como la unión, el trabajo y muchos otros que tienen algo en común; el grupo. Contando con tres jugadores de talla extra grande, que llevan más de 10 años en la élite, Gregg Popovich ha sabido crear un plantel que case a la perfección con el juego de estos, elevándolo hasta lo más alto (incluso teniendo una clara inferioridad física respecto a los demás), y es que, con jugadores como Kawhi Leonard, Danny Green, Patty Mills, Boris Diaw, Splitter o Marco Belinelli, conseguir el campeonato se les ha hecho más ameno de lo que pensaban, acabando de manera contundente con unos Heat que les faltó de lo que precisamente andan sobrados los tejanos; armonía.

Hoy, mirando atrás y analizando esas increíbles series que se disputaban hace apenas unos días, podemos ver cómo han sido clave los jugadores que antes nombramos. Si en el primer partido la explosión de Green finalizó con todas las opciones Heaters y en el quinto y definitivo fue Mills quien cortocircuitó las finales, hay dos nombres (a parte del del MVP de las finales) que se elevan sobre los demás. Dos jugadores que casan perfectamente con la filosofía Spur, y es que su trabajo es tan callado como relevante. Al igual que en un bólido de carreras cada pieza debe estar en su mejor estado, en el sistema del galardonado como mejor entrenador de la campaña 2013/2014 todo jugador tiene una importancia capital. No depender de una estrella, sino que varios jugadores se repartan el liderazgo dice mucho de ellos, a quienes define perfectamente el hecho de que hasta que Adam Silver no dijera el nombre del mejor jugador de las finales nadie sabía quien sería el galardonado. El puzzle que RC Buford (general manager de los Spurs) ha elaborado ha encajado a la perfección, haciendo de un baloncesto suyo único e irrepetible.

Diaw y Splitter; las sombras de Duncan

Boris Diaw y Tiago Splitter han sido, durante toda la temporada, navajas suizas para Popovich. La polivalencia de ambos ha ayudado bastante en el proceso de adaptación a su sistema (en el caso del francés desde 2012 y en el del brasileño desde 2010). Cuando uno de los dos juega al lado de Tim Duncan, su labor se basa en hacer lo que podríamos llamar "trabajo sucio". El mejor ala-pívot de la historia sigue anotando y enamorando a todos con sus fundamentos y su inteligencia, pero la edad pasa para todos y con ella sus capacidades se han visto limitadas. Así, la necesidad de un jugador de garantías a su lado se ha agravado y con ella se ha elevado la importancia de estos dos jugadores. Estadísticamente no forman parte de los cuatro mejores del plantel, pero sin ellos probablemente no hubieran conseguido el anillo. Se han repartido los minutos para conseguir un equilibrio perfecto en la pintura.
La zona débil de los Heat es, precisamente, la que ellos ocupan. Con su presencia han obligado a Chris Bosh a doblegarse, han llegado a las ayudas de las penetraciones de Wade para que este no haya estado a la altura del momento y, sobre todo, con sus asistencias han sido un seguro de vida para Duncan. Muy significativo ha sido el hecho de que Diaw haya sido el jugador que más cerca haya estado de lograr un triple-doble en las finales (en el cuarto partido, con 8 puntos, 9 rebotes y 9 asistencias). Para lograr la confianza de Pops se necesitan dos cosas de las que van sobrados; ética de trabajo e inteligencia.

No obstante, en toda la liga no son el único ejemplo. Equipos como Rockets, Bobcats o Trail-Blazers han sido capaces de llevar a cabo un trabajo de colaboración en la zona pintada. McRoberts, Terrence Jones y Robin López han complementado a sus mayores espadas cerca del aro.

Robin López; culpable del crecimiento de Aldridge

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A LaMarcus Aldridge en Oregon le han dado las herramientas prometidas para poder pelear por el anillo. Con un bloque joven y ya con Brandon Roy olvidado, Lillard y él han sido capaces de sorprender a todos llegando a las semifinales de conferencia. Si ellos dos son los que acaparan todos los focos, son Robin López y Wesley Matthews los que hacen posible que estos sean el 5º y el 10º anotador de la liga respectivamente.

En la primera ronda de los Playoffs se ha podido apreciar la tarea del center de los Blazers. Ya no es el hermano malo, sino que desarrolla aquello de lo que Brook escasea. Al de los Nets, si bien está capacitado para anotar contando con enormes fundamentos, se le acusa de falto de intensidad. Ya como titular consagrado debía de defender a Dwight Howard, pero, sobre todo, su sufrida misión se hace notar en ataque. Para un LaMarcus cuya anotación llega mayormente desde la media distancia ha sido vital el desarrollo de Robin, que le libera creando espacios para que pueda tirar de una manera más cómoda. De la mano de Terry Stotts ha encontrado al entrenador que le de confianza y aproveche su sacrificio. Con sus 4 rebotes ofensivos por partido ha dañado a todo rival, a los que Aldridge con sus 23,2 puntos ha terminado por lapidar. Ha sido una de las claves para el auge de una de las franquicias del momento.

Posible en el baloncesto moderno

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Si pensamos en el pívot que reprensente a la perfección el baloncesto moderno todos ponemos nuestra mente en el mismo jugador. Dwight Howard lleva años dominando la liga a base de físico, capacidad para anotar e intensidad, pero los vigentes campeones nos han demostrado que otro baloncesto es posible, que se puede ser duro e inteligente a la vez. 

Así, me veo obligado a mirar hacia Los Ángeles. Ya pasaron los días de Del Negro en los Clippers y ahora con Rivers parece que se aspira a más. Gracias a trabajo (tanto del propio jugador como de su técnico por hacerle ver su manera de entender el juego), hoy Blake Griffin puede ser considerado uno de los mejores jugadores de toda la liga. A su lado hasta ahora se había encontrado a un DeAndre Jordan cuyo IQ es bastante limitado. Es por eso por lo que el fichaje de Glen Davis dio una oportunidad a Griffin para brillar aún más. Big Baby ha hecho que Blake pueda dejar de lado aquello que le cuesta desempeñar y centrarse en anotar. Si una figura así encaja en una de las franquicias cuyo baloncesto es más renovado, ¿por qué no podría hacerlo en cualquier otra? 

Este tipo de piezas son fundamentales para cualquier formación. Para que las estrellas brillen con fuerza, los trabajadores deben de realizar su oficio. La pintura ha de ser compartida para que los grandes interiores se hagan aún mayores.