UConn sorprende y se planta en la final tras imponerse a Florida (63-53)
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Nacho Juan
NCAA
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Nadie daba un duro por ellos a principio de temporada, pero están ahí. Tan merecida como meritoria victoria de unos Huskies que han vuelto a demostrar que si bien es cierto que el talento individual es necesario para sentar la base, es la labor coral la que decanta la balanza a la hora de la verdad.
En un encuentro a cara de perro, fue Kevin Ollie quien con creces se proclamó vencedor de la batalla táctica ante un Billy Donovan impotente ante la pluralidad rival, y sobre todo, ante un DeAndre Daniels espectacular.
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sbnation.com |
Sin embargo, el partido no podía empezar más de cara para los Gators. Implantando el muro defensivo que acostumbran, maniataron a UConn en los primeros compases. Con Napier neutralizado gracias al buen hacer de Wilbekin, su ofensiva se quedó atascada por completo mientras Casey Prather y Patric Young empezaban a hacer de las suyas. Florida imponía su ley, haciendo gala de una superioridad física manifiesta combinada con disciplina y solidez. Pero cuando más tierra de por medio parecía que iban a poner los de Gainesville, los Huskies despertaron, y de que manera, ya que a base de triples definían un parcial de 11-0 que en un abrir y cerrar de ojos cambiará las tornas del choque.
A la cabeza de la reacción se encontraba un DeAndre Daniels que se echaba el equipo a las espaldas, que aprovechaba el aumento de ritmo para abrir el campo y aprovechar espacios. Bien secundado por Boatright, el dinamismo impuesto por Kevin Ollie daba sus frutos mientras Florida se desinflaba tras el hercúleo esfuerzo de los primeros compases. Las tornas habían cambiado, y si bien Florida no se despegaba pese al atasco ofensivo, las sensaciones eran bien distintas cuando llegábamos al descanso.
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DeAndre Daniels machacando el aro (espn.go.com) |
Puede que no estuviera llevando el peso en ataque que acostumbra, pero Shabazz Napier volvía a ser determinante, en esta ocasión atrás. En un trabajo defensivo encomiable frenaba en seco a un Wilbekin incapaz de crear e involucrar a los suyos como al principio. A partir de ahí se prolongaba la incomodidad y espesura de unos Gators que veían como el rival abría brecha de la mano de una pluralidad ofensiva para enmarcar donde seguía sobresaliendo un DeAndre Daniels a quien ni las defensas zonales podían parar. Ante la nulidad exterior, a Donovan no le quedó otra que encomendarse a sus hombres altos para aferrarse al encuentro. Gracias a un voluntarioso a la par que incisivo Patric Young, se mantenían con vida, pero convalecientes ya que la máquina del oponente permanecía engrasada a las mil maravillas. Todo ello apuntalado con un Kevin Ollie impoluto, capaz de contrarrestar los ajustes rivales y sobreponerse a los problemas de faltas de Brimah o Nolan en la pintura.
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Patric Young lo dejó todo en la pista. (usatoday.com) |
Entrábamos al punto crítico de la contienda y la tónica permanecía intacta, en un constante "quiero y no puedo" los Gators se acababan ahogando en sus ansias por sumar rápido, chocándose de bruces con la firmeza y frialdad de unos Huskies que seguían llevando el partido a su terreno con Shabazz Napier asumiendo responsibilidades, Niels Giffey ejecutando en la sombra y un Boatright siempre dispuesto a revolucionar el partido. Por mucho que se empeñaran, conforme llegábamos a la recta final, el partido estaba visto para sentencia. Los Huskies no fallaban en su cometido, minimizando errores y dando sensación de control y tenacidad, aprovechando cada despiste para hacer sangre y ampliar la ventaja. Ni Prather, ni nuevamente Young eran capaces de ni tan siquiera amenazar la hegemonía de un contrincante que no pisaba el freno, continuando con su exhibición en ambos lados de la cancha y certificando de la mejor manera y ante el mejor rival posible su pase a la final por méritos propios.
Un conjunto que no había centrado la luz de los focos, que no estaba en las quinielas, pero que con un baloncesto colectivo y plural han dado un golpe sobre la mesa, demostrando que más allá de los resultados, son la viva imagen de la magia de este March Madness. Kevin Ollie y sus chicos no han dicho aún su última palabra.
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usatoday.com |
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