Pero España respondió, y de que manera, ya que a pesar de no cuajar un partido brillante, sí que supo solventar un partido ante una Croacia, que se encomendó a la inspiración de Bogdanovic para mantenerse a remolque en el encuentro. Un encuentro, que pese a lo igualado en los primeros compases, fue sentenciado en el tercer cuarto con la defensa y la pluralidad ofensiva como pilares de triunfo.
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La tónica del encuentro no cambió en exceso en el segundo cuarto, ya que independientemente de que España siguiera mandando en el marcador, el partido se mantenía muy parejo, ya que la falta de acierto de los nuestros se venía compensada en cuanto a las pérdidas de los balcánicos. Bogdanovic (15p) se erigía imparable, incluso dándole la vuelta al partido con dos triples estratosféricos, hasta que sin previo aviso, Llull (11p) le hacía prácticamente la réplica. Los hombres de Orenga aguantaban el ritmo anotador que estaba imponiendo el alero croata, hasta que tanto Claver como Ricky Rubio cogían las riendas para mantener al rival a raya, poniendo finalmente un parcial de 15-4 culminado con otro triple de Llull con el que poníamos tierra de por medio una vez llegados al descanso (47-36).
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La buena dinámica alcanzada en la recta final del anterior cuarto fue continuada de manera sobresaliente en el comienzo del último. La sólida defensa sobre Bogdanovic unido a una fluidez ofensiva más que destacable sentenciábamos el encuentro conforme llegábamos al ecuador del mismo. Croacia se resistía a bajar los brazos, pero seguían sin poder dar con la tecla ante una España que ya jugaba a placer sobre el parquet. Prueba de ello era la salida de los menos habituales por ambos bandos, que intentaban maquillar el luminoso. Finalmente, España se colgaba la medalla de bronce tras imponerse por un claro 92-66.
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