Nacido
en el barrio de Harlem en la ciudad de Nueva York en el año 1950, jugaba de
base, y medía 1.90
metros . Joe pasó la vida en las calles del ghetto, entre
drogas, delincuencia y como no, las pistas de los “playgrounds”. Le apodaban el
destructor, o “Dirty hand”. Este último se lo ponían, porque el color de la
noche era igual de negro que el propio Joe. Su pique con, nada más y nada menos
que con el grandísimo Julius Erving, es el mejor duelo que se recuerda de toda
la historia del “playground”.
"Siempre
odió la escuela", recuerda Don Adams, el único entrenador que tuvo jamás
Hammond a nivel amateur. "Recuerdo que faltaba a clase durante largos
periodos de tiempo. Libra por libra, Joe Hammond era el mejor jugador de
baloncesto que salió nunca de Harlem. Hay una gran diferencia entre Joe y otros
jugadores de Instituto legendarios como Earl Manigault y “Helicopter” Knowings.
El resto tuvo alguna oportunidad de salir de esto pero no lo lograron. Pero
Joe, ciertamente pudo salir y no quiso", dijo Don Adams.
A
pesar de no haber jugado ni un sólo minuto en equipos de Instituto o
Universidad, muchos consideran a Hammond el mejor jugador callejero de todos
los tiempos y con 19 años ya estaban ojeadores de la NBA detrás de él.
El
gran nivel que tenía, hizo que los Lakers le seleccionaran en el hardship draft
de la NBA (draft
para jugadores con problemas en los estudios) de 1971 e hicieran una oferta de
50.000 dólares. Hammond rechazó la oferta de Jack Cooke, propietario de los
Lakers en aquella época, porque tenía su propia fuente de ingresos, un negocio
de tráfico de drogas en las calles de Harlem. “Estaba haciendo quedar en
ridículo a esos tíos, y algunos de ellos estaban ganando realmente un pastón,
200.000 o 250.000 dólares por año. Le dije a los Lakers que yo merecía lo que
ganaban esos tipos simplemente porque yo era mejor que la mayoría de ellos,
pero rechazaron pagarme. Entonces les pedí un contrato garantizado, y lo
rechazaron de nuevo” declaró Joe.
Con
21 años, tenía unos 200.000 dólares en su casa, y lo consiguió con el tráfico
de drogas. “Vender drogas es dinero garantizado, y eso es lo que les pedí a los
Lakers y que no me quisieron dar” dijo Hammond.
Un
día, el gran Nate Archibald, miembro del Hall of Fame de la NBA , estaba preparando un
reportaje para la ESPN
en Rucker Park, y ese mismo día, jugaba Hammond en aquella mítica
cancha.Casualmente, en ese partido, Joe anotó 82 puntos, y Nate, después de ver
el espectáculo y las grandes habilidades de aquel joven jugador, dijo: “Joe
estaba jugando contra un equipo de jugadores profesionales y anotó 82 puntos.
No lo hubiese creído si no lo hubiese visto con mis propios ojos. Estaba vivo, y era
real”
En
aquel partido, Joe llegó tarde, y aunque nadie sepa el por qué, la mayoría de
personas piensan que fue porque le encantaba ser el centro de atención. Una
enorme limusina paraba en mitad de la calle y de ella salía nada más y nada
menos que Hammond en medio del griterío de los aficionados que rodeaban a la
estrella local pidiendo autógrafos. La policía contenía a la muchedumbre a
duras penas e incluso uno de ellos se acercó a Hammond para pedirle que
aparcase el coche como era debido y no en mitad de la calle. Joe, en su
infinita arrogancia, miró con desprecio al policía y como si de un aparcacoches
se tratara le arrojó las llaves y le dijo “Quítalo tú”. El policía, avergonzado
y sin saber qué hacer decidió quitar el coche por sí mismo en medio de las
risas generalizadas.
Hammond
jugó su único año como profesional con los Allentown Jets de la Eastern Basketball
Association (EBA) en 1970, y se ganó un puesto en el All-Star de la liga.
Hammond
explicó que comenzó a perder interés en seguir con su carrera como profesional.
Volvió a las calles y al dinero fácil, y sufrió mucho después de aquella
decisión, más de lo esperado. Se enganchó a las drogas y fue enviado dos veces
a la cárcel por cargos relacionados con posesión de drogas, perdiendo todo su
dinero y posesiones.
Por
último, una frase que dijo Joe Hammond estando ya en prisión; “Dime, ¿de esta
pasta es de la que están hechas las leyendas?”.
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