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miércoles, 5 de diciembre de 2012

Los faros de los Knicks

Muchos se preguntan qué ha cambiado en los Knicks para que hayan pasado de ser el equipo de una gran ciudad, que promete mucho, pero que nunca llega nada desde hace años, a un equipo que le disputa el primer puesto de la Conferencia Este a Miami y que se pone como reto el anillo (sin ser nada descabellado). Quizás tiene que ver la evolución de Anthony, mucho más rápido y efectivo en ataque y duro en defensa. Quizás que Chandler ha dado un paso adelante en la faceta ofensiva. Quizás el acierto desde la línea de tres de JR Smith y Novak. Pero lo que realmente ha cambiado en los Knicks es la dirección de orquesta.

Esta temporada, los Knicks tienen a tres directores, a tres faros, a tres cabezas pensantes de lo mejor que hay en la NBA. Raymond Felton, que ha perdido peso y ya no tiene esa pinta de fondón, ha vuelto a parecerse a aquel base del 2010, en el que promediaba 17 puntos. El de Carolina del Sur aseguró este verano (cuando los Knicks lo volvieron a fichar), que era mejor que Jeremy Lin, que no sufriesen que el efecto Lin no se echaría de menos. De momento, no ha defraudado, y es el escudero de Carmelo Anthony. 


Jason Kidd, pese a los dolores de espalda que tiene actualmente y que lo tienen apartado de las canchas unos partidos, ha hecho un inicio de temporada magnífico, viviendo una tercera juventud a sus 38 años y demostrando que aún tiene mucho baloncesto en sus piernas. El ex de Nets, que ha asegurado que se alegra por el proyecto de Brooklyn, está colaborando mucho en ataque y hace correr a los Knicks a su gusto.


El último faro de estos Knicks de Woodson es Pablo Prigioni. El argentino, que es el rookie más veterano de toda la historia a sus 35 años, ha iniciado su carrera (no muy longeva) en la mejor liga del mundo, sorprendiendo a periodistas, compañeros y aficionados. Kidd ha asegurado que "es un competidor nato, sabe de qué va esto". Aunque no disfruta de los minutos que desearía, el cerebro de Argentina ha demostrado su habilidad para dirigir y impregnar a su equipo del carácter ganador y luchador que le caracteriza.

Los Knicks tienen buenas cabezas, buenos directores, buenos faros. Seguro que si siguen así, el barco llegará a buen puerto. 

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