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Ya desde los primeros compases uno y otro mostraban sus armas sin tapujos, e inmersos en un intercambio de golpes eléctrico eran Ricky Hickman en los macabeos y Keith Langford los que se retaban en un auténtico duelo de cañoneros que daba pie a una igualdad imperante en el luminoso que empezaba a dar buena cuenta de la importancia de la cita. Sin embargo, aunque por la mínima, era el segundo quien llevaba en volandas a los suyos para irse por delante al término del primer período. (19-21)
Arranca la máquina ofensiva lombarda
Si bien el ritmo ofensivo decaía, pronto la pluralidad milanesa saldría una vez más a la palestra para mantener a raya a su rival y aunque era David Moss quien amenazaba con dar un golpe sobre la mesa, pronto sería Curtis Jerrels quien se echaría el equipo a las espaldas para dinamitar la contienda. Tanto Ohayon como Blu intentaban contrarrestar el poderío y acierto exterior rival, pero nada era suficiente y es que aprovechando la dirección de Hackett, Jerrels hacía de las suyas para irse por delante al descanso con una ventaja ya notable. (35-43)
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Pero mucho cambiarían las cosas a la salida de los vestuarios, ya que pese a lo voluntarioso de las acometidas de Langford, eran los locales quienes llevaban la iniciativa de la mano de un titánico Schortsanitis hasta el punto de ponerse por delante. Encomendados a su escolta, los de Luca Bianchi aguantaban el tirón de la escuadra israelí, que encontrando a un inspirado Tyus llamaban a la puerta más fuerte que nunca. El liderazgo e el marcador continuaba en manos italianas, pero las sensaciones eran muy distintas ya que conforme pasaban los minutos más cerca parecía avecinarse el descalabro lombardo.
El descalabro italiano sentencia la contienda
Y es que venían avisando. En un visto y no visto, el Milán se derrumbaba en ambos lados de la cancha y desaparecía del encuentro en cuestión de minutos. Con un Maccabi enchufado y haciendo gala de un equilibrio ofensivo sobresaliente, sacaban partido del mayúsculo atasco rival, que no era capaz de obtener respuesta alguna para contestar al vendaval de los de Tel Aviv. Hickman, Tyus, Rice, la irrupción de Devin Smith...todos aportaban en un auténtico recital de labor coral para terminar por sepultar a un equipo fuera de combate, abrumado y contra las cuerdas ante el persistente empuje. Con el partido visto para sentencia, el Maccabi acababa con el sueño milanés de jugar "su" Final Four.
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