Los fantasmas del pasado amenazaban con volver, pero a diferencia del primer asalto, en esta ocasión la frialdad y el temple de los de Luca Bianchi salió a la palestra para igualar la serie. En un partido donde lllevaron la manija en el marcador de principio a fin, supieron responder a las embestidas de un Maccabi que fue a remolque esperando y peleando por una oportunidad que nunca llegó. Con las espadas en todo lo alto, la eliminatoria ahora viaja a Tel Aviv en un enfrentamiento que no está dejando indiferente a nadie.
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El equilibrio y eficacia local marcan la diferencia
Inicio fulgurante de los lombardos, que un acierto excepcional salían con las ideas muy claras, plurales y marcando territorio en los primeros compases siguiendo el ritmo de un incisivo Keith Langford. Sin embargo, la escuadra macabea no perdía el hilo del encuentro gracias a su eficacia y solidez, con la que contrarrestaba la inspiración de un enchufado Samardo Samuels. Pero conforme pasaban los minutos el equilibrio local era cada vez más diferencial, cuidando el balón y manteniendo la compostura al término del primer período. (25-17)
Si bien parecían cambiar las cosas tras un breve atasco ofensivo, el lanzamiento exterior volvío a aparecer en los hombres de Luca Bianchi para mantener a raya las acometidas de un Maccabi que sin contar con claros protagonistas conseguían involucrar a todos sus efectivos, haciendo de la amplia rotación su mejor virtud. Pero ni la excelsa diversidad anotadora isrealí era capaz de hacer frente a la constancia y seriedad de un Milano que sin brillar demasiado se apoyaba en la irrupción de un Kangur determinante para abrir brecha una vez llegábamos al tiempo de descanso. (47-34)
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Poco cambiaban las cosas a la salida de los vestuarios, por que si las acometidas de Tyus les mantenía vivos, Kangur seguía viendo el aro como una piscina y convirtiéndose en un auténtico quebradero de cabeza para un conjunto isrealí que no daba a basto con la artillería rival. Cuando el vendaval anotador parecía campear, la tensión no lo hacía, dando buena muestra de la máxima exigencia física que a la que sometían uno y otro y siendo esta vez la defensa quien cobrara el papel principal. Fue entonces cuando Tyrese Rice cogía las riendas de los suyos y con la ayuda de los destellos tanto de Hickman como de Ingles metían el miedo en el cuerpo a un Milán espeso que empezaba a ver fantasmas del primer encuentro aun con 10 minutos por jugarse.
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Aunque Bluthental aparecía para amenazar una vez más la hegemonía del adversario, peroen esta ocasión Curtis Jerrells quien daba un golpe sobre la mesa para volver a imponer su ley en el luminoso. En un constante "quiero y no puedo" los de David Blatt echaban toda la carne en el asador, pero con la carencia de la referencia exterior habitual con la que remontar el vuelo de forma definitiva. Se mantenían al acecho y agotaban todos sus cartuchos con la aportación de Landsberg y nuevamente Tyus, pero nada era suficiente reaccionar ante la tenacidad italiana que siempre encontraba respuesta gracias al perímetro y sobre todo un decidido Jerrells. No sin pelear, los visitantes morían en la orilla con la corazonada de reencontrarse en su casa con la supremacía de la eliminatoria.
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