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lunes, 10 de marzo de 2014

El camino del guerrero: Joakim Noah

Noviembre, 22, los Chicago Bulls se enfrentan contra los Portland Trail Blazers y Derrick Rose, la estrella indiscutible del equipo de la "Windy City", jugando su décimo partido oficial tras más de un año y medio parado cae al suelo de nuevo. Un rayo de desesperanza destroza los corazones de los aficionados de la franquicia de Illinois, que ven como una temporada llena de buenos presagios pese al dubitativo inicio (5-5) amenaza con irse al traste debido a la nueva lesión del que fuera MVP en la 2010-2011.


Todo se ha torcido, y desde la lesión del base las dudas revolotean como cuervos alrededor del cadáver del que fuera uno de los equipos más prometedores de la NBA. Acabado diciembre la racha ya va por 6-13 en contra desde la fatídica ruptura de menisco de Rose, y los Bulls navegan en aguas turbias con su 11-18, aún en la Conferencia Este más débil en mucho tiempo. La grada, sin embargo, recibe otro mazazo al perder a Luol Deng, que se marcha a los Cavaliers dejando un hueco enorme en juego y corazones. Todo parece abocado al "Tanking", y el recuerdo de los años de gloria en la década de los 90 se esfuma como los colores con las nevadas del gélido invierno de Illinois.

Pero sucede algo que ningún analista podía prever, y los Bulls no solo logran rehacerse tras la marcha del alero sudanés, sino que además encadenan 5 victorias consecutivas y se acercan al 50% en el récord. Paso a paso, partido tras partido, los rivales van cayendo frente a un equipo rocoso y durísimo en defensa que logra desesperar a cada conjunto con el que se enfrentan. Enero se salda con un 11-4 ,Febrero un 9-4, y en los cuatro partidos disputados por ahora en Marzo van dos victorias y dos derrotas. Con 34-28 los Chicago marchan cuartos en la Conferencia Este y pisan los talones de los muy sorprendentes Toronto Raptors...aunque quizás no tan sorprendentes como un equipo al que todos daban por muerto y ha reaccionado con la fiereza de uno de los poderosos reinos de los mundos de fantasía de tantas novelas a lo largo de los tiempos, echándose a hombros de su particular héroe: Joakim Noah.
"No tengo nada que decirles a esos fans, cada uno puede pensar lo que quiera. ¿Pero querer que tu equipo pierda los partidos? Esos no son verdaderos fans, para mi gusto" Así se expresaba el pívot francés a mediados de enero, ante las quejas que surgían entre sectores de la hinchada por las victorias obtenidas, ya que ello alejaba el ansiado objetivo de colarse en el Top-5 de uno de los Drafts más prometedores de los últimos tiempos. Pero Noah no quería ser el líder de un equipo encaminado al derrotismo y a la espera de otro profeta que anunciara la llega del Mesías Rose para un 2015 glorioso, sino que soñaba con alzar un título con el equipo en el que ha jugado desde que comenzó su andadura profesional. Joakim es, ha sido y será, un guerrero.

Hijo del famoso tenista francés Yannick Noah y de su esposa, la modelo sueca Cecile Rhodes, Joakim nació en Nueva York pero a los tres años fue llevado a París, donde viviría hasta 1998, cuando, con 13 años, regresó a uno de los múltiples hogares que ha tenido en su vida, puesto que en su pasaporte luce la huella de la Galia, los países nórdicos, las tierras del norte de América e incluso el eco de la ascendencia camerunesa de su padre. Pero Estados Unidos sería la tierra de las oportunidades para un joven al que el apellido de su progenitor perseguía, por sus triunfos y su popularidad en el país francés, y que quería labrarse un nombre con sus propias manos.

Llegó a la universidad en la temporada 2004-2005, alistándose en los Florida Gators, allí donde habían jugado Jason Williams, Haslem o Mike Miller, y coincidiendo con dos jugadores a los que el destino uniría en los corazones de los aficionados de esta universidad: Al Horford y Corey Brewer. En su primer año Joakim no jugó más que unos 10 minutos por encuentro, pero Florida no registró malos números. En su segunda temporada, ya sin el que había sido la estrella (David Lee), en el equipo, llegó el primer título en la historia de los Gators. Y al año siguiente, después de rechazar presentarse a un Draft como el de 2006 (con muchas elecciones catastróficas en primera ronda), los tres decidieron regresar para conseguir el "repeat" antes de dar el salto a la liga profesional. Hacían historia en ese 2007, tanto con su reconquista del gran premio de la NCAA como en una noche de Draft donde Horford se fue a los Hawks con el número 3, Brewer con el 7 a Minnesota...y Joakim tuvo que esperar a la novena posición para aterrizar en la franquicia donde Jordan construyó su imperio, en una plantilla que venía de eliminar a los Miami Heat, campeones en 2006, en primera ronda y que parecía presentar un futuro muy prometedor.

EL GLADIADOR DE CHICAGO:

Con 22 años, uno de los líderes de los Gators que habían arrasado en los dos últimos años en la liga universitaria se vio arrastrado al mundo de la competición profesional en un equipo con muy altas expectativas después de la grandísima campaña completada en la 2006-2007. Sin embargo todo comenzó a torcerse con la gran racha de derrotas sufrida al inicio de la temporada, la destitución de Scott Skiles y el bajo rendimiento de Ben Wallace, el fichaje estrella del anterior verano y que con muchos años a cuestas cobraba un contrato difícilmente soportable o traspasable (Aunque los Cavaliers, en su desesperada búsqueda de ayuda para LeBron James, lo canjearon antes del cierre de mercado de traspasos). No parecía el sitio más propicio para crecer, pero poco a poco Noah fue ganándose minutos y terminó la temporada con promedios de 6,6 puntos y 5,7 rebotes, amén de una constante muestra de intensidad y pasión en la cancha que encantaba a los fans que acudían al United Center. El balance final de 33-49 impidió alcanzar de nuevo los Playoffs, pero sí para que, milagrosamente, el número 1 del Draft cayera en manos de los Bulls y Derrick Rose, la gran estrella de los Memphis Tigers, se pusiera la camiseta del equipo de su ciudad natal. 

Con él a los mandos y varios traspasos (incluyendo la llegada del veterano Brad Miller y de John Salmons) los de Chicago llegaron a los Playoffs y fueron eliminados en siete partidos por los campeones, Celtics, en una serie disputada ferozmente donde quedó para el recuerdo el robo y posterior mate de Joakim en el último minuto de la tercera prórroga del sexto partido, asegurando la victoria de los de Chicago.



Su segunda temporada había concluido con éxito innegable, subiendo sus promedios en todos los aspectos y convirtiéndose poco a poco en héroe de la hinchada local por su incansable entrega al equipo en cada minuto que pasaba en la cancha. La 2009-2010 supuso su confirmación, llegando a la treintena de minutos y promediando aproximadamente 11 puntos y 11 rebotes por encuentro, pese a perderse una veintena por lesión. Otra, esta vez en la mano, lo tuvo 34 encuentros sentado en la 2010-2011, pero la historia estaba comenzando a cambiar en la Windy City. Esa temporada, en la que el francés firmó su contrato por cinco años y sesenta millones, también vio la llegada de Tom Thibodeau, entrenador que había sido asistente de los Celtics, Carlos Boozer y Kyle Korver, a la postre piezas clave en la franquicia.

Cuando el último partido de la liga regular se había jugado, los Bulls dominaban con mano de hierro la clasificación, habiendo alcanzado las 62 victorias y viendo como Derrick Rose se alzaba con el trofeo al MVP de la temporada (el más joven en conseguirlo). Cayeron en la final del Este contra los Heat del nuevo todopoderoso tridente formado por LeBron, Wade y Bosh, pero el futuro pintaba de color dorado. La 2011-2012 supuso otro gran paseo triunfal, llegando a terminarla con un 50-16 (fue la del Lockout) y una previsible victoria fácil contra Philadelphia en primera ronda...hasta la lesión de Rose.

Volvemos al momento presente. Derrick sigue de baja, y los fans de Chicago siguen mirando con esperanza al futuro (de una a tres elecciones en el próximo Draft y la previsible llegada de Mirotic) pero a la vez lamentan que su presente no sea más glorioso por la caída de esa Espada de Damocles que son las lesiones, eliminando a su jugador estrella. Sin embargo es en los momentos más difíciles donde los verdaderos líderes surgen para animar a sus compañeros de batalla y dirigirlos a la victoria. Y eso es lo que está haciendo Joakim Noah.

EL HÉROE DE CHICAGO:

Joakim acredita actualmente 60 partidos jugados, con 34 minutos por encuentro, 12 puntos, 11,8 rebotes...y 4,8 asistencias en cada partido. Tenemos que remontarnos a jugadores como el Pau Gasol de su espectacular temporada 2005-2006 (4,6) o Webber y Divac en los Kings de principios de siglo para encontrar semejantes estadísticas de pase en un hombre alto. La progresión del francés ha sido increíble en el aspecto de la visión de juego, elevando poco a poco sus promedios hasta las 4 asistencias de la temporada pasada y las casi 5 de esta. Se sitúa también en sus mejores promedios anotadores y reboteadores (sexto mejor de toda la liga en esto último)

Pero si los números de su año completo son buenos, los de los partidos desde la marcha de Luol Deng son increíbles. Sin Rose y sin el alero sudanés acompañándole, Joakim ha cogido las riendas del equipo y está convirtiéndose en el eje del ataque de los Bulls, repartiendo 6,4 asistencias y logrando tres triples dobles (Dos de ellos casi consecutivos) en dieciséis partidos. Mantiene además promedios de 13/11 en anotación y rebotes y su puesto como ancla defensiva en la zona de los de Illinois, una de las defensas más inexpugnables de la liga.

La afición adora a Noah por su entrega en cada segundo, cogiendo rebotes, saltando a taponar tiros o desviándolos solo con su sola presencia debajo de la canasta, pero ahora tiene nuevos motivos para idolatrarle. Desde el poste alto el ex de los Gators reparte juego, amenaza con un lanzamiento de estilo feo pero que ha ido puliendo con el paso de las temporadas y también con una entrada a canasta llena de garra muy difícil de detener. Si analizamos la "Shotchart" de NBA.com podemos ver que si bien donde mejor anota es justo debajo del aro tiene unos promedios muy buenos cuando se atreve a lanzar desde la cabeza de la bombilla o a unos 4 o 5 metros de distancia. Sigue sin ser un lanzador muy fiable pero ha demostrado una progresión espectacular en tantos aspectos de su juego que no podemos descartar totalmente que siga mejorando hasta los 32 años, la edad que se suele considerar el "pico" de los baloncestistas.

Héroe es el término que mejor se le aplica. Fue el "Rookie" peleón y querido por la grada. Pasó a ser el luchador bajo los aros que no cesaba de perseguir balones hasta que el árbitro decretaba el final del partido, y ahora asume los galones dejados por el líder mientras está en la enfermería, ansioso por volver a la guerra. Joakim Noah es el héroe, un aspirante al premio a Mejor Defensor de la NBA que distribuye el balón como un base y no tiene reparos en sangrar por sus compañeros. ¿Cuántas gotas del líquido vital pueden haber caído sobre la roja camiseta de los Chicago Bulls, ocultando las heridas de un comandante que da ejemplo a los suyos desde la primera línea y los catapulta a una entrada en Playoffs que muchos daban por imposible desde que Rose se rompió el menisco?, ¿cuántos rebotes habrán caído en las manos rasgadas y los brazos magullados del incansable torbellino que asola el United Center?

Joakim Noah: jugador, gladiador y héroe. Dos All-Star consecutivos y un camino empedrado hacia la gloria. Un sendero de muchos combates en los que poder seguir cimentando su carrera como una más que probable leyenda Bull. Más de 450 partidos y miles de litros de sudor lo avalan.

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