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martes, 27 de noviembre de 2012

Taylor Rochestie, versatilidad anotadora en el Baskonia




Pocos equipos en Europa en general y en la Liga Endesa pueden presumir de tener un trío de bases como ocurre en el Baskonia: Carlos Cabezas, experimentado y versátil, Thomas Heurtel, joven, explosivo y peligroso desde detrás de la línea de tres puntos y Taylor Rochestie, un buen director de juego y, ofensivamente, un escolta en un cuerpo pequeño. Es precisamente el base norteamericano del equipo vitoriano el motivo de este artículo, un jugador que lleva ya algunas temporadas jugando en Europa y con una carrera bastante usual que, no por ello, deja de ser interesante.

Empezó jugando en la Universad de Tulane, en Nueva Orleans, donde promedió casi 11 puntos, 4 asistencias y 3 rebotes en media hora de juego en su primera temporada en la NCAA, nada mal para un rookie y menos en la universidad, donde casi todos los jugadores novatos tienen muy pocos minutos y oportunidades en su primer año, salvo que sean jugadores verdaderamente importantes.


Al final de la temporada 2004-2005 cambió Nueva Orleans y Tulane por la Universidad de Washington State, donde por regla no pudo jugar en toda la temporada por el cambio de universidad, quedándose toda la temporada 2005-2006 en blanco.

Las tres siguientes temporadas, sin embargo, pasaría a desempeñar un papel importante en la rotación de WSU, hasta el punto de hacerse con la titularidad en sus dos últimas temporadas, siendo la última la mejor con 14 puntos, 4,5 asistencias y 3,6 rebotes en casi 37 minutos de juego, aunque sus porcentajes de tiro se resintieron por la cantidad de ofensiva que tuvo que crear para sí mismo o sus compañeros. Fue incluido en el mejor quinteto de la Pacific-10 Conference en el 2009, poniendo un broche de oro a su destacado periodo universitario.

En el baloncesto de la NCAA, similar al Europeo, ya se adivinaba que tipo de jugador sería: base anotador más que creador de juego, aunque muy correcto en ese aspecto, se destaca por una sólida capacidad de tiro desde el arco y por su buen drible en la penetración, donde intenta compensar con agresividad, rapidez, un primer paso explosivo y fuerza la altura de la que carece, llegando cuanto apenas a los 1,85 metros de altura, buena para base pero escasa para escolta.

Sin el físico ni habiendo destacado lo suficiente en la NCAA para llegar a la NBA, donde los bases son mucho más atléticos y fuertes, Rochestie decidió probar fortuna en Europa y llegó al BG Göttingen, un equipo de la Bundesliga alemana procedente de esta ciudad de la Baja Sajonia, donde ganó y fue nombrado MVP de la Eurochallenge.


De la Bundesliga dió el salto al Galatasaray turco, donde debido a su poca presencia y pese a cumplir con los números no terminó la temporada, marchándose al Alba de Berlín hasta el final de la temporada. Su próximo equipo sería el LeMans francés, donde cuajaría una sólida temporada que le llevaría a fichar por el Baskonia, donde juega actualmente.

Los inicios de la temporada en Vitoria no fueron fáciles: lesiones y pocos minutos a causa de estas lo han condenado a aparecer poco en pista durante el primer tercio de la temporada, situación más grave si cabe si tenemos en cuenta que compite en su posición contra un Thomas Heurtel cada vez más maduro y en un mejor nivel de forma y contra Carlos Cabezas, veterano pero siempre eficaz y mucho más experimentado e inteligente a estas alturas que sus dos competidores marcando el ritmo del partido.

Sin embargo, en los últimos partidos Rochestie ha tenido una mayor presencia en el campo, anotando y asistiendo con mucha naturalidad, aunque quizás se esperaba de él más todavía y su juego aún no encaja del todo con el de su equipo, costándole a veces ajustarse al ritmo de su equipo y con dificultades para llevar el timón, más cómodo en la acción individual o simplemente recibiendo en las esquinas y tirando.

Lo que es seguro es que estamos ante un muy buen jugador capaz de hacer muchas cosas en poco tiempo, versátil anotando y al que no le tiembla la mano a la hora de asumir responsabilidades, pero deberá ser más regular y certero en cuándo y cómo se la juega si quiere que su entrenador lo vea más como un base con la madurez suficiente para marcar el ritmo de su equipo y no como un mero anotador de quince minutos por partido. 

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