Ni tan siquiera el descaro y garra de los boricuas pudo parar la máquina estadounidense. Tras una primera parte de batalla encarnizada desde el perímetro, los de 'Coach K' pisaron el acelerador desde atrás e imponer su ley sin miramientos para dar pie al espectáculo ofensivo que ya acostumbran.
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La garra boricua mantiene la igualdad
Encomendados a las diabluras del dúo dinamico formado por JJ Barea y Carlos Arroyo, Puerto Rico quiso golpear primero sobre el parqué del Madison Square Garden. Gracias a su soltura ofensiva con Ricky Sanchez como factor sorpresa y a la dureza atrás, propiciaban la incomodidad de un Team USA que se aferraba a las acometidas de James Harden para aguantar el tirón. Un intercambio de golpes frenético que mantenía la igualdad al término del primer período.
Arroyo seguía haciendo de las suyas pero su rival poco a poco comenzaba a carburar. Lejos de embestidas vertiginosas, Derrick Rose cogía la manija para hacer de Klay Thompson su mejor socio. La decisión de los hombres de Paco Olmos era palpable en ambos lados de la cancha, plantando cara sin complejo alguno y manteniendo a raya la pintura, pero cada vez eran más los rivales a los que frenar en seco. Stephen Curry era un buen ejemplo de ello, echándose el equipo a las espaldas junto a Kyrie Irving para impulsar un dinamismo que no hacía sino propiciar la aparición de Rudy Gay o un nuevo golpe de Thompson, que ponía a los suyos por delante al descanso sobre la bocina.
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USA reacciona desde atrás y espectáculo para sentenciar
Sin embargo, el partido marcaría un punto de inflexión nada más salir de los vestuarios. Con la defensa como ente diferencial, Estados Unidos pisó el acelerador para convertirse en una auténtica apisonadora. Con Stephen Curry como máximo exponente y Rudy Gay como brazo ejecutor, sería la pareja interior Faried-Davis la que pronto llamaría a la puerta para poner tierra de por medio sin ningún tipo de piedad. A partir de ahí la exhibición americana no hizo más que comenzar ante una Puerto Rico en jaque. Los boricuas se habían desinflado, el trabajo atrás del oponente había neutralizado su hasta entonces desenfranada circulación de balón, optando por implantar una zona que no iba a ser suficiente para impedir el incesante bombardeo local.
En cuestión de minutos, el partido estaba visto para sentencia nada más entrar el último período de juego. Lo que amagaba con despertar los fantasmas del pasado se convertía en una exhibición en solitario de un Team USA que hacía de la deleite de los presentes sin atisbo alguno de egoísmo. Una fluidez implacable apuntalada con un acierto mortífero que permitía que hasta 7 jugadores superaran los dobles digítos. Estados Unidos volvía a dejar buenas sensaciones, dando buena cuenta de su capacidad de reacción y un sentido colectivo determinante.
HIGHLIGHTS
La exhibición de Stephen Curry
Phantom Cam
Las 5 mejores jugadas
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