No sin sufrir, el Valencia Basket consiguió una vez más mantener intacta su senda del triunfo ante un competitivo Estudiantes que aun viéndose maniatados por el dominio de Doellman, no tiraron la toalla y aun muriendo en la orilla, dejaron claro que una victoria en su feudo se paga muy cara y demostrando a su vez el cambio de rumbo que quiere dar el equipo.
Más de lo mismo en Fontes Do Sar, cuando contra todo lo pronóstico y más teniendo en cuenta los inicios de los locales, los de Ricard Casas estuvieron a punto de materializar la gesta después de un encomiable esfuerzo en el que la pluralidad ofensiva les permitió remontar el vuelo. Sin embargo, pese a la soberbia actitud, no pudieron evitar que Purmpla terminara por certificar el descenso del Valladolid.
El gen competitivo del Estudiantes no puede con un Valencia que golpeó primero (80-88)
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Sin un dominador claro, ya desde los primeros compases la consigna en uno y otro era clara una vez inmersos en el inicial intercambio de golpes, balones a los interiores. Tanto Slokar como Banic en los estudiantiles como Doellman y Dubljevic en los taronjas tomaban las riendas mientras el perímetro esperaba su oportunidad, y es que cuando uno intentaba dar un golpe sobre la mesa, el otro contestaba, siendo finalmente los visitantes quienes acabaran por marcar su territorio.
Sin embargo, esto sería sólo el principio ya que una vez asentadas las bases para desplegar su juego y llevar el partido a su terreno, los de Perasovic pisaban el acelerador apoyándose en un Doellman intratable que ponía contra las cuerdas a un Estudiantes que intentaba aguantar el tipo gracias a un voluntarioso Van Lacke. Con la pluralidad por bandera y con un acierto exterior persistente, no parecía haber manera de acercarse a la salida de los vestuarios, pero una vez más, la casta y el orgullo de los madrileños volvió a salir a la palestra para aferrarse al encuentro echando mano de la inspiración de Kuric y el oficio de Guillem Rubio.
Y es que a lomos del de Tarrasa, los chicos de Txus Vidorreta amenazaban con poner fin a la hegemonía de su rival, siendo Doellman y Van Rossom los únicos capaces de contrarrestar el vendaval local. Fue entonces cuando volvía a aparecer Lavrinovic para dar algo de aire a los suyos ante las continuas acometidas del adversario pero la nueva irrupción de Slokar tras la expulsión de Rubio les obligaba mantenerse alerta. Pero ni la garra y el constante empuje era suficiente, siendo finalmente Pau Ribas y Romain Sato los que daban buena cuenta del temple y sangre fría de los valencianos para sumar otra victoria en su casillero.
88 - Valencia Basket (28+20+19+21): Van Rossom (8), Rafa Martínez (3), Sato (9), Doellman (24) y Dubljevic (11) --cinco inicial--; Ribas (6), Lucic(6), Lafayette (4), Lavrinociv (11) y Aguilar (6)
El Obradoiro se impone en un duelo de alto voltaje (84-83)
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Como si de un huracán se tratara, los gallegos salieron como un tiro. Sin piedad y con contundencia, todos aportaban en una auténtica exhibición de pluralida ofensiva ante un Valladolid que no encontraba respuesta alguna para salir del ahogo. Pero los pucelanos no habían dicho su última palabra, y cuando más parecía que todo estaba decidido, contestaron al Obradoiro con su misma medicina e involucrando a todos sus efectivos en ataque recortaron diferencias liderados por un acertado Andjusic para mantenerse con vida al descanso.
Desde Omari Johnson hasta Martínez y pasando por Drenovac, todos aportaban, y convirtiendo el parqué en un auténtico campo de batalla, permanecían al acecho ante un rival que intentaba aguantar el tirón, así como la compostura mientras los vallisoletanos escalaban en el luminoso. Las espadas estaban en todo lo alto, y con todo por decidir Patterson y Delas asumían responsabilidades para seguir por delante, siendo a su vez siempre contestados por Andjusic y un inspirado Haritopoulos. Y es que pese a un triple de Corbacho ya inmersos en el clutch time, Mack hacía la réplica, rematando el esfuerzo gracias un Omari Johnson que ponía a los suyos por delante.
Pero la suerte no les iba a sonreir, ya que en esta ocasión iba a ser Purmpla quien finalmente decantaría la balanza con una canasta que significaba un triunfo con el que coger aire, pero sobre todo, el matemático descenso del Valladolid.
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