No pudo ser. Aunque hay razones de sobra por las que irse con la cabeza bien alta, el Unicaja no ha podido materializar la gesta de conseguir un billete a cuartos de final, porque aun enseñando los dientes, manteniéndose competitivos y jugando de tú a tú fuera quien fuera el adversario, sucumbieron ante un Diamantidis como de costumbre, no falta a su cita con los envites de estas alturas, siendo diferencial y liderando a un equipo que mostró su mejor versión en lo colectivo
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Si bien parecían ser los malagueños quienes de la mano de un encufado Fran Vázques los que golpeaban primero, poco le costaba a los griegos contrarrestar el inicio de los rivales, echando mano de un incisivo Ukic que comandaba a los suyos mientras el trabajo defensivo se erigía diferencial una vez sobrepasado el ecuador del primer período, propiciando el atasco de los visitantes en un encuentro que ya amenazaba con ponerse cuesta arriba para los de Joan Plaza. (19-12)
Aunque la pluralidad ofensiva de los visitantes volvía a aparecer, el Panathinaikos imponía su ley en ambos lados de la cancha con el paso de los minutos, consiguiendo también involucrar a todos sus efectivos en ataque mientras Diamantidis comenzaba a entonarse. Sin embargo, el Unicaja no estaba dispuesto a morir en la orilla y a base de casta, pelea y un Toolson inspirado desde el perímetro, se mantenían al acecho recortando distancias al descanso con toda una declaración de intenciones. (33-28)
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En un constante "quiero y no puedo", la escuadra andaluza devolvía las tablas al luminoso con Stimac como pilar interior, demostrando que el encuentro seguía abierto y la "carrera" no había hecho más que empezar. Pero los locales supieron reaccionar a las continuas acometidas de su rival, y con Curry y Lasme como estiletes abrían brecha culminando un contundente parcial de 10-0 con un triple de Fotsis. A partir de ahí, poco viraje tuvo la tónica de un choque que cada vez se ponía más de cara para el conjunto heleno que a base de triples ponía tierra de por medio con 10 minutos por jugarse. (55-41)
Ante la adversidad de la situación, al Unicaja no le quedaba otra poner toda la carne en el asador. El orgullo y pundonor se convertía en su mayor arma, y pese a que Diamantidis parecía decidido a acabar con sus esperanzas. Llegados a este punto, Granger se echaba el equipo a las espaldas a la par que Stimac y Sabonis se sumaban al arduo cometido. Pero nada era suficiente, el partido estaba visto para sentencia, lo que no quitaba que hasta el último momento los malagueños apuraran sus opciones, cayendo, pero dignamente.
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