¡Saludos a todos desde Texas!
Desgraciadamente, la temporada NCAA ha terminado tanto para
mí como para el resto del país. Aún así, se han dado varios sucesos importantes
en las últimas semanas, tanto dentro como fuera de la cancha.
En mi caso, como ya os conté en la última entrega, nos
disponíamos a viajar a New Orleans durante las vacaciones de Spring Break,
única semana libre de clases, para disputar el Sun Belt Conference Tournament
con el único objetivo de quedar campeones y llevarnos el tan ansiado billete
que nos daba acceso a la
March Madness.
En nuestro estreno en el torneo nos esperaba UL Monroe,
equipo al que habíamos conseguido ganar por partida doble durante la liga
regular en encuentros muy ajustados debido a que ellos son un equipo muy rocoso
y que saben muy bien a lo que juegan. Al comenzar nuestra eliminatoria, las
cosas no nos estaban saliendo bien, jugando con poca fluidez en ataque y poca
tensión en defensa, haciéndonos llegar al descanso por debajo en el marcador.
Tras la salida de vestuarios, conscientes de que si perdíamos se nos acababa la
temporada y gracias a que mi compañero Anthony Walker encadenó ¡4 mates
consecutivos!, 3 de rebote ofensivo y un último finalizando un alley-oop en un
contraataque que él mismo había iniciado colocando un tapón, conseguimos darle
la vuelta al partido y tomar la delantera, amarrando el resultado y
consiguiendo conservar la renta a pesar de los muchos esfuerzos de Monroe por
ponerse por delante, finalizando con una victoria por 68-65.
En la segunda ronda del torneo nos esperaba la Louisiana-Lafayette
de Elfrid Payton, proyectado como Top20 de este próximo Draft. Nuestro partido
comenzó con más de una hora de retraso debido a que en la eliminatoria anterior
entre Arkansas State y Arkansas Little Rock no pudieron decidir quién se
llevaba la victoria hasta ni más ni menos que la 4ª prórroga! Muy meritorio el
partido de Little Rock, ya que no contaban con su mejor jugador por lesión, y
fueron perdiendo al resto de sus jugadores más importantes durante el partido y
los tiempos extra hasta acabar con un quinteto formado por jugadores poco
habituales que no llegaban a promediar 10 minutos por partido, pero que dieron
la cara y lucharon hasta el final pese a caer derrotados por un espectacular
114-116.
Cuando por fin comenzamos nuestro partido, tomamos las primeras ventajas en el
marcador gracias en parte al buen trabajo hecho sobre su estrella Payton, consiguiendo
ponerle en problemas de faltas, pero el resto de jugadores dieron un paso
adelante y gracias a un gran acierto exterior se pusieron por delante y
mantuvieron su ventaja gran parte del encuentro. Durante la segunda parte conseguimos
empatar en dos ocasiones pero, acompañados por la mala suerte en un par de
jugadas clave, no conseguimos tomar la delantera y acabamos perdiendo por
91-85. Fue un golpe muy duro, ya que el partido se había decidido en un par de
detalles y el vestuario estaba muy tocado, pero como ya sabréis, el baloncesto
es así. Aún y todo, caímos derrotados ante un equipo muy talentoso que llegaba
en un estado de forma excelente y acabó proclamándose campeón, imponiéndose a Western Kentucky
al día siguiente en las semifinales y a la favorita Georgia State en la gran
final tras un encuentro trepidante resuelto por un punto en la prórroga, yendo
así a la March Madness
donde a la postre cayeron derrotados en primera ronda ante la Creighton de Doug
McDermott.
Menos de una semana después de volver de New Orleans, tuve
la oportunidad de conocer en persona a todo un símbolo del baloncesto español
durante los últimos años: ni más ni menos que José Manuel Calderón. Gracias a
Marcos Piñeiro, redactor de Marca residente en Dallas con el que entablé
amistad a principios de temporada, el cual organizó una cena con más españoles
y Calderón, pude disfrutar de una velada muy agradable en la que hablamos de
todo, intercambiando diferentes experiencias de la NBA , Selección Española, ACB y
categorías inferiores, así como mis propias experiencias en la NCAA y el proceso por el cual
había llegado a la liga universitaria. José se mostró en todo momento muy humilde
y cercano, demostrando no sólo ser un ejemplo a seguir en la cancha, sino también
fuera de ella. Quedamos en mantener el contacto, y la próxima semana estaré
apoyándole en el American Airlines Center en su serie de Playoffs contra San
Antonio.
La temporada había terminado para nosotros, pero la March Madness no
había hecho más que comenzar. Tras unas semanas de auténtica locura con un
nivel de competición altísimo en las que fueron saltando las sorpresas a
diario, se llegó a la mundialmente conocida Final Four de la NCAA , para la cual se habían
clasificado Uconn, Wisconsin, Florida y Kentucky. La Final Four es un
acontecimiento al nivel de la
Superbowl , que mueve una masa de gente y crea una serie de
eventos abrumadora. Tuve la grandísima fortuna de que este año la Final Four se disputaba
aquí, en Dallas, más concretamente en el AT&T Stadium, hogar de los Dallas
Cowboys con un aforo superior a los 80.000 espectadores que se encuentra a
escasos tres minutos de mi apartamento. Tras participar en algunos clinics
promovidos por la NCAA
donde ayudábamos y jugábamos con niños y niñas de todas las edades, llegó el
día de la gran final, a la cual pude asistir para poder disfrutar en vivo y en
directo del mayor evento baloncestístico del país.
A pesar de querer que ganara
Kentucky debido a que nos enfrentamos meses atrás, para ver a la clase freshman que tantas críticas
había recibido durante la temporada proclamándose campeona, Uconn se llevó el
título tras una disputada final liderados por un espectacular Shabazz Napier.
He de decir que la experiencia fue única, en un estadio absolutamente
espectacular, donde pude ver de primera mano la mayor expresión de baloncesto
colegial posible. Una de esas experiencias que se viven una vez en la vida.
Mucha gente me preguntaba sobre qué íbamos a hacer una vez
terminada la competición. Lo primero de todo, acabar las clases, ya que los
exámenes semestrales no acaban hasta principios de mayo. Y en el ámbito
deportivo, tras una semana libre de entrenamientos, volvimos al trabajo con una
carga de sesiones diarias de pesas, condicionamiento y entrenamientos de
equipo. Ya la semana pasada tuvimos que adaptar los horarios debido a la
normativa vigente de la NCAA
respecto al tiempo de entrenamiento, y fue cuando comenzamos las sesiones en
grupos reducidos con un trabajo más específico. De aquí al comienzo de la
próxima temporada es cuando los jugadores entrenan aspectos más detallados de
su juego y se hace mayor énfasis en el trabajo físico debido a la ausencia de
competición. Personalmente, estoy metiendo varias horas extra de trabajo al día
para seguir mejorando en todos los apartados posibles de mi juego y ayudar a
UTA a llegar lo más lejos posible. Cada
ejercicio en cada entrenamiento y sesión de gimnasio
cuenta, así como los partidos que jugamos con los antiguos jugadores y
profesionales, y tras un mes de competiciones, he acabado con el mejor balance
de victorias y derrotas del equipo, es por ello que gané el “UTA Championship
Belt”. Todos en el equipo estamos muy mentalizados para hacer una mejor temporada
que esta última y a pesar de haber tenido varias bajas, ha quedado un grupo muy
competitivo que, sumado a las nuevas incorporaciones, ya está trabajando para
ser los próximos campeones de la
Sun Belt.
Ahora quedan apenas dos semanas hasta el final del semestre,
tras lo cual dispondremos de tres semanas de vacaciones antes de volver el 1 de junio
para empezar con los entrenamientos y clases de verano. Tras mi primer año en la NCAA , lleno de experiencias absolutamente
increíbles en el que he crecido como jugador y he podido madurar como persona,
estoy impaciente por volver a Bilbao y poder disfrutar de unas semanas de la
compañía de mis amigos y familia, para recargar energías de cara a un verano en
el que el trabajo diario está asegurado con el fin de poder seguir progresando
todo lo posible y prepararme para la próxima temporada. ¡Un saludo a todos!
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