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Con la lucha por bandera y las impreciones imperando en uno y otro, era el juego interior moscovita una vez inmersos en un ritmo bajo de partido el que marcaba la pauta con Sasha Kaun como máximo exponente. El empuje en la zona era continuo a la par que efectivo ante un Panathinaikos errático y sin ideas que víctima de su desacierto se despegaba en el luminoso conforme su rival se entonaba y se mostraba cada vez más plural gracias a la irrupción de Milos Teodosic una vez concluía el primer cuarto. (18-10)
Kaun impone su ley y abren brecha
Aunque encomendados a la inspiración de Mavrokefalidis los de Alvertis amenazaban con dinamitar el encuentro, los locales mantenían la compostura y echando mano de la fluidez perimetral, contestaban a las continuas acometidas de la escuadra helena, que pese a estar siempre a remolque y no perder de vista a su rival no conseguía dar con la tecla para dar el paso definitivo. Nada más lejos de la realidad, porque una vez en la recta final del cuarto, dirigidos por Jackson y con Kaun como brazo ejecutor, el el CSKA aprovechaba el descalabro ofensivo total en su oponente para poner tierra de por medio en un encuentro que se empezaba a poner muy cuesta arriba. (35-21)
Ante un PAO impotente, la máquina moscovita remata la faena
La tónica permanecía intacta a la salida de los vestuarios, porque si bien varias embestidas de Lasme colgándose del aro podían alentar a los suyos, los de Messina no bajaban el listón defensivo y con una tenacidad encomiable se hacían aún más con las riendas del encuentro. Sin brillar demasiado pero con un genial Kaun como ente diferencial, no daban opción alguna a un PAO impotente en ambos lados de la cancha sin un jugador al que aferrarse para darle un vuelco a la situación. Amos y señores del encuentro, la superioridad rusa se veía reflejado en un marcador que ya daba buena cuenta de lo que se avecinaba. (54-33)
Con el partido visto para sentencia, sólo había un equipo sobre el parqué ya que sin dar síntoma alguno de debilidad, no pisaban el acelerador en ningún momento convirtiéndose en un auténtico recital ruso en ataque donde todos querían ser partícipes, desde Jackson a Micov pasando por Frizdon. Con una imagen impropia a la dada en esta serie, el Panathinaikos se despedía del sueño de la Final Four apabullados ante un CSKA que había arrollado en todos los sentidos de principio a fin.
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