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viernes, 23 de noviembre de 2012

15 años del debut de Juan Carlos Navarro, el más grande de la historia del baloncesto español


Es muy difícil hacer un artículo de homenaje a Juan Carlos Navarro, el mejor jugador europeo del momento y seguramente el mejor español de la historia (si no contamos a Pau Gasol).

Hace quince años, la "bomba" se estrenaba en el Palau. Cuando todavía casi nadie le conocía, demostró de lo que era capaz: 10 puntos, dos rebotes y una asistencia en apenas 11 minutos, los que le concedió el entrenador del primer equipo entonces, Aíto García Reneses. Juanqui tenía 17 años, estudiaba tercero de BUP y vivía en Sant Feliu de Llobregat, donde nació el 13 de junio de 1980.

“Mi tiro tal vez no sea muy ortodoxo, pero nunca me ha fallado”. El propio Navarro asume que es un jugador atípico. No posee un físico espectacular, no suele decir una palabra más alta que la otra, no se arroga el papel de estrella, pero cumple 15 años desde que se estrenó con la camiseta del Barcelona, 15 temporadas en las que ha ejercido con suma naturalidad la excelencia en el juego, el papel de cañonero incombustible, de jugador excepcional por su talento y por su capacidad para asumir la responsabilidad de líder. Mide 1,91 metros y pesa 79 kilos. No es un tipo que cause precisamente impresión entre los gigantes y musculados jugadores que abundan en las canchas de baloncesto. pero posee un don especial.

Todo el mundo admite que Navarro es un jugador diferente, único, especial: “El jugador de aquellos con los que he trabajado que tiene más talento ha sido Juan Carlos Navarro. Su talento innato, espectacular, hay cosas que él ha inventado en el baloncesto y creo que se divierte cada día y cada momento jugando al baloncesto”, respondió Pepu Hernández cuando era seleccionador.

A ese talento, añade un descaro igualmente innato. Desde que ingresó en las categorías inferiores del club azulgrana, cuando tenían que echarle de la cancha en la que tiraba y tiraba durante los descansos del equipo junior en el que jugaba su hermano Ricardo, exhibe un desparpajo especial. Era, desde infantiles ya, un jugador capaz de tirar desde ocho o nueve metros y decidir los partidos, para bien o para mal. Así se crió y así prosiguió ya como profesional.

Hay muchos momentos de la carrera del escolta que serían dignos de mencionar en este especial. Hay uno, con la Selección Española, realmente increíble. Navarro destrozó a Eslovenia en los cuartos de final y lo mismo hizo con Macedonia en las semifinales y con Francia en la final en que España se proclamó campeona y él fue elegido el Jugador Más Valioso del torneo (MVP) en el Eurobasket de 2011. Sus 12 años consecutivos con la selección son incomparables. Durante ese periodo ha sumado ocho medallas en una secuencia épica: oro en el Mundial de 2006, oro en los Europeos de 2009 y 2011, plata en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 y Londres 2012 y en los Europeos de 2003 y 2007, y bronce en el de 2001.

Sin embargo, es en su club de toda la vida, el Barcelona, el de sus amores, dónde ha cosechado más títulos y reconocimiento: dos Euroligas en 2003 y 2010, una Copa Korac, siete Ligas Endesa, cinco Copas del Rey y seis Supercopas. Xavi Pascual ha elogiado al capitán de su equipo. Siempre lo ha hecho. Con ocasión de la efeméride (quince años de su debut), se ha explayado un poco más. “Navarro lleva 15 años escribiendo la historia de nuestro club”, afirma. “Es un jugador que cada día da un paso más en su madurez y liderazgo y genera admiración entre sus compañeros. Está en un punto máximo en su carrera y suple el desgaste de esos 15 años con su capacidad para leer y entender el juego”.

Solo una temporada dejó Navarro la camiseta del Barcelona. Atraído por la NBA, convencido por su amigo de toda la vida, Pau Gasol, fichó por Memphis en 2007. Allí pasó una temporada en la que le perjudicó que, solo unos meses después de su llegada, los Lakers ficharan a Pau Gasol. No eran buenos tiempos para Memphis. Aun así, su experiencia no fue mala. Quedó a solo dos triples de los 158 de Kerry Kittles, récord de un novato en la mejor liga del mundo.

El 23 de noviembre de 1997, el Palau coreó “¡Navarro!, ¡Navarro!, ¡Navarro!”. Tres lustros después, en el mismo escenario, el grito de guerra del Palau volvió a ser el mismo, esta vez en reconocimiento a una trayectoria rutilante. ¿Lo mejor? Todavía tiene cuerda para rato.






Gracias Navarro, eres la Bomba.

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