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viernes, 18 de abril de 2014

Portland Trail Blazers: Talento para dar el paso

La osadía de desafiar a los gigantes, la audacia y arrojo de un equipo que combina talento y conjunción que ya no sólo levanta pasiones en la Ciudad de la Rosa. Con el desenfreno y alegría por bandera, los Blazers corroboran su juego con victorias pero siempre con los pies en el suelo, sabedores de que la aventura que emprenden dista mucho de lo que hasta ahora se enfrentaban. En Portland afrontan los Playoffs como la prueba de fuego para consagrarse en el siguiente nivel.

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Los mandos de la nave tienen irrefutables dueños. Si bien el bloque se asienta sobre los cimientos de una pluralidad ofensiva y afluencia de artillería vistosa y opulenta, hemos sido testigos del nacimiento de dos estrellas. Por un lado, encontramos a un LaMarcus Aldridge que tras un par de años bordeando su apogeo ha entrado con contundencia al firmamento de los más grandes, erigiéndose dominante e implacable para poner patas arriba el planteamiento rival. A su vez, Damian Lillard ha llamado a las puerta de la élite, erigiéndose como el clavo ardiente al que aferrarse una vez se ha de decidir en los minutos finales el devenir de la contienda. Incisivo, descarado, un auténtico quebradero de cabeza capaz de coger las riendas cuando más urge una respuesta y revolucionar el partido en un visto y no visto. Buques insignia que comandarán un bloque compacto y sacrificado ávido de dar el próximo paso.
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Pero si hay una palabra que define el trabajo realizado por Stotts es equilibrio. Al margen de sus puntas de lanza, el 5º mejor equipo de la Conferencia Oeste hacen gala de consonancia y solvencia a partes iguales, donde el dinamismo ofensivo (4º mejor ataque de la NBA) se coordina con la impoluta solidez reboteadora (los mejores de la competición en este apartado). En esto último colocamos como principal artífice a un sorprendente Robin Lopez, que sin aclamar la luz de los focos desahoga a Aldridge en tareas de segundo plano haciendo del trabajo sucio su virtud. Tras consumar la mejor campaña de su carrera, su oficio en ambas zonas nuevamente no copará portadas, pero será trascendental a la hora de bailar con la más fea (Dwight Howard) ante los Rockets. 



Eclipsados muchas veces por los dos actores principales, encontramos los engranajes de un perímetro vertiginoso y amenazante a partes iguales, donde la versatilidad de uno compagina con la eficacia e incisión del otro. Nicolas Batum es el eje, capaz de aportar en todo inmerso en su papel de facilitador nato. El todoterreno galo se erige crucial en un lado y otro de la cancha, donde su polivalencia se verá exigida más que nunca en la incesante lucha por llevar el encuentro donde les interesa. Abrir el campo es obligado en su cometido, por lo que la habitual sociedad y complicidad entre Lillard y Wesley Mathews será esencial para dinamitar la contienda y marcar la pauta. Centrados en los grandes nombres, las defensas rivales pasan por alto a un escolta capaz de decantar la balanza sin temblarle la mano sacando a relucir un desparpajo ineludible en citas no aptas para pusilánimes.

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Si al igual que la tónica de la temporada el conseguir contrarrestar la fragilidad defensiva es básico en su devenir, también lo será el granito de arena que puedan aportar los integrantes de la tan cuestionada segunda unidad, donde salvo Mo Williams tropezamos con el talón de Aquiles de este bloque, cuyo mal puede verse agudizado sabidas las demandas de lo que se avecina. Anotar no será problema para el veterano base pero si lo puede ser el rendimiento de los demás, porque aun contando con nombres en los que confiar como Dorell Wright y su sobriedad, la desenvoltura de CJ McCollum, la contundencia Thomas Robinson, la seriedad Joel Freeland o incluso el atletismo de Will Barton (dejando a un lado a un marginal Claver) Stotts no ha conseguido dar con la tecla para depositar su fé ciega en ellos. Sólo hace falta ver la endeble y a su vez peligrosa dosificación de minutos que reflejan una rotación débil y limitada.



Enfrente a las primeras de cambio tendrán un equipo con un despliegue semejante, con patrones de juego parecidos y con un modelo de plantel defenitivamente similares. Sin embargo, la determinación que desprende Harden, la autoridad de Howard y la de Parsons son muestras de un grupo a día de hoy más hecho, regular y tenaz, con las ideas claras y un gen competitivo propicio para que este duelo de emociones fuertes acabe desembocando en una batalla pugilística. La elimininatoria promete igualdad, puntos, espectáculo y un enfrentamiento a cara de perro donde detalles y contrastes serán diferenciales en dos conjuntos que no andan lejos de la simetría.

El camino se presenta arduo e intrincado, pero con el talento por bandera, es el momento de enseñar los dientes y demostrar que estos Blazers están hechos de otra pasta. Es su oportunidad de codearse con los titanes del Oeste y alejarse definitivamente de la etiqueta de perro ladrador, poco mordedor. Su gen competitivo será puesto al límite, ¿están preparados?

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