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jueves, 17 de abril de 2014

Indiana Pacers: El león dormido busca redención

Las tinieblas se cernían sobre Indianapolis con la hora de la verdad en el horizonte. Un descalabro colectivo implacable, de límites insospechados hasta entonces, siendo testigos del extraño cambio de un bloque que tan pronto había alcanzado la apología de la solidez como después descendía a la boca del infierno, donde el egoísmo imperante en la cancha se traducía en desventuras fuera de ella. 

Sin embargo, ninguna mala racha, por negativa que sea ha de hacernos olvidar que aun con todo lo que ha llovido, este equipo hace gala del mejor récord en la Conferencia Este y que curtidos en mil batallas, afrontan los Playoffs como un grupo preparado para afrontar el reto de desafiar una vez más la hegemonía de los Heat.
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No se dejen engañar, al margen de lo visto en las últimas fechas, pocos grupos demuestran la tenacidad y firmeza de estos Pacers. Asentados en una base colectiva envidiable, la asimilación de roles conseguida hasta ahora por Frank Vogel se erige como pilar de un equipo que a bote pronto pone sus miras en la defensa. La telaraña metálica conseguida se presenta posiblemente como la mejor de la competición, no sólo por los números (92'4 puntos recibidos de media) sino por su instauración como motor de una máquina que funciona según órdenes de la retaguardia. La entereza y actitud en perímetro se cohesiona con el aplomo en la pintura donde Hibbert es patriarca. 

Es llegar al ataque y saltar las alarmas. Si bien su buen hacer atrás compensa de forma fructífera, el estado de emergencia activado recientemente viene dado por un individualismo impropio de lo visto en la primera parte de la campaña. No será por armas, ya que por mucho que su inspiración haya ido menguando en esta recta final de temporada, la evolución de Paul George hacia ese status de estrella ya es un hecho. Desatascador, determinante, combina las cualidades físicas y técnicas para dominar. Hasta aquí no descubro nada, así como tampoco se puede pasar por alto la versatilidad de un jugador capaz de amoldarse a todo tipo de conflictos. Aunque para versatilidad y polivalencia la de su compañero de faenas, Lance Stephenson, que una vez dado ese paso adelante que tanto anhelaban desde la franquicia, se ha convertido en el constante Factor X de los suyos. Díscolo, irreverente, juega de tú a tú con cualquiera que se le ponga enfrente, demostrando ser diferencial y rotundo sin necesidad de anotar, aportando en todo cuando saca a relucir su faceta de 'todoterreno'.


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Volvemos a la pintura para denotar la cara y la cruz. Por un lado, encontramos a un David West más fajador que nunca, cumplidor, con las ideas claras y siempre dispuesto a postularse como segundo de abordo. Con su gen competitivo como bandera, fue, es y será clave en el devenir de su equipo una vez la cancha se convierta en una lucha en el fango. A su vez, su acompañante ha pasado de ser la pieza angular e infravalorada de los esquemas de Vogel al foco de todas las críticas. Razón desgraciadamente no les falta, ya que los números de Hibbert hablan por sí sólos (8'7 puntos y 3'3 rebotes con un 31'5% TC en los últimos 10 encuentros), siendo el reflejo de la turbia etapa que atraviesan los Pacers. A pesar de ello, la confianza en él sigue siendo ciega, y después de sus grandes actuaciones que continua prodigando siempre y cuando se avecinan las citas de altura parecen argumentos de peso para confiar en su salida del bache.
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Otro aspecto en el punto de mira será la sala de control, donde el mando de las operaciones sigue recayendo en un cuestionado George Hill, que más allá de su notable aportación anotadora se le sigue achacando mayor temple para coger las riendas de un ataque en ocasiones caótico y dependiente del talento individual o de las transiciones. Su recambio sí que parece estar en alza, ya que a estas alturas pocos dudan del talante y desparpajo de un CJ Watson predestinado a algo más que comandar la segunda unidad.

Es precisamente en el banquillo donde descansan muchas de las esperanzas en el resurgir de Indiana. La flamante incorporación de Evan Turner ni se ha acercado a las expectativas puestas en él tras su llegada, pasando por el momento sin pena ni gloria, manifestando falta de adaptación y dificultad para desplegar su juego con soltura. Aunque e espera que lo mejor de él está por llegar, también resultaba esperanzadora la puesta en escena de Luis Scola o Andrew Bynum. Mientras el primero ha alternado eficacia y seriedad con irregularidad, Bynum que ha vuelto a ser catalogado de incógnita por sus persistentes problemas físicos, volviendo a ser Ian Mahinmi quien tenga que aportar seguridad y exprimir al máximo al rival, relegando a jugadores como Chris Copeland, Lavoy Allen o incluso Rasual Butler en un aparente segundo plano y una peligrosa rotación limitada. 


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La primera piedra en el camino será Atlanta. Equipo que así como puede resultar un trámite puede acabar por ser un problema, contrarrestando su menguado plantel con oficio y descaro de jugadores como Jeff Teague o Paul Millsap. En todo caso, sea el rival que sea, los Pacers dependen de la maximización de sus virtudes y más ahora, de la recuperación de sensaciones. Necesitan olvidar el constante estado de desplante sistemático para reencontrarse consigo mismos, encauzar de nuevo el camino de vuelta hacia la armonía que su intachable pluralidad les proporcionaba y así remontar el vuelo para recuperar su identidad.


Como bien dice Bruno Altieri, "Indiana es un león que se ha olvidado de que tiene todo para ser el rey de la selva". ¿Cumplirán esta vez con su cometido?

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