El Emporio Armani no da opción a un Unicaja impotente (70-59)

La emoción estaba servida. En la misma ciudad donde dentro de apenas un par de meses se sabrá al máximo campeón continental se enfrentaban dos equipos con todo por decidir en su clasificación. Sin embargo, salvo destellos del Unicaja, hubo un claro dominador en el Medialonum, donde Keith Langford se erigió como verdugo de cualquier fulgor de optimismo en una remontada que nunca llegó y que no hizo más que reflejar una superioridad que a excepción del último cuarto poco se vio amenazada.

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La defensa e intensidad impuesta tanto por uno como por otro daba una idea de la importancia de la cita. Sin embargo, era en ese clima de espesura y bajo ritmo ofensivo donde los locales parecían más cómodos, y más cuando llegábamos al ecuador del cuarto, donde en una igualdad reinante, aparecía la figura de Keith Langford, quien su unía al dominio interior del inicio de Samardo Samuels para mantenerse por delante. A pesar de ello, el Unicaja no se dejaba amedrentar, y apoyados en el dúo formado por Stimac y Caner-Medley en la pintura se iban tan sólo 5 puntos por debajo al término del primer período. (22-17)

La tónica sobre el parqué en Milán permanecía prácticamente calcada, y seguía sin haber respuesta notoria de un Unicaja que seguía sufriendo para encontrar el aro. Si bien es cierto que el acierto rival no era ni mucho menos óptimo, tampoco lo era el rendimiento defensivo de los malagueños que no conseguían ajustar tras las continuas amenazas lombardas en situaciones de 1x1. Si bien es cierto que los de Joan Plaza parecían reaccionar de la mano de, todo ello parecía un mero espejismo cuando la artillería milanesa volviera a actuar para poner un 38-27 al descanso.

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Pocos cambiaban las cosas para los malagueños a la salida de los vestuarios. Sin hacer demasiados méritos, el EA7 Milán continuaba controlando a placer conforme el rival se mantenía impotente, faltos de un revulsivo con el que tener verdaderas opciones de remontada. La fluidez no llegaba y ni tan siquiera esa pluralidad ofensiva de la que tanto pueden presumir no salía a la palestra para el Unicaja. Ni las continuas acometidas de un voluntarioso Caner-Medley parecían tan siquiera hacer frente a un Langford imparable, convirtiéndose en una pesadilla constante y por ahora determinando el devenir del encuentro a tan solo 10 minutos para el final del choque (57-40).

Los hombres de Luca Bianchi habían puesto tierra de por medio y era cuando más decidido parecía el encuentro cuando la escuadra visitante tiraba de casta y orgullo para meterse en vereda y hacerle una llamada de atención al rival. Si bien seguían sacando provecho de la inspiración de la dupla ya nombrada, era la irrupción de Carlos Suárez la que daba un halo de esperanza a los suyos, pero era en ese tira y afloja donde el Emporio Armani imponía su ley gracias al talento individual. La falta de alternativas estaba siendo un lastre y es que se podían contar con los dedos de una mano a los jugadores con ideas claras en los andaluces. Finalmente, cualquier esfuerzo era inútil, consumándose una victoria inevitable de un Milán muy superior (70-59).