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miércoles, 26 de junio de 2013

El orgullo del mediocre

Si alguien piensa en cuál es el paradigma de equipo sin suerte o ambición en la NBA, probablemente mire hacia Carolina del Norte, el hogar de los Charlotte Bobcats, la franquicia más joven de la Liga...y también la que acumula más decepciones en los últimos años.


Poco antes del comienzo de la temporada 2011-2012, Jonathan Tjarks escribía un artículo en Realgm acerca del "Mediocrity Treadmill", que debía ser el mayor miedo de todos los equipos que aspiraran a algo más que vagar como un alma errante por la mejor liga del mundo. Encuadraba dentro de ese "selecto" club de desafortunadas franquicias cuyos mejores resultados los situaban en la octava plaza de su conferencia para ser exorcisados por el campeón de la misma y enviados de nuevo a la ruleta de las elecciones del Draft situadas entre la décima y la decimosexta plaza: Indiana, Houston y Charlotte.

Muy a caballo pasado, podemos comprobar que las predicciones de Tjarks fueron bastante precisas: los Pacers confiaron en Paul George y tal apuesta ha redundado en dos presencias seguidas en los Playoffs, la última con una expulsión sobre la bocina por parte de los a la postre campeones. Por su parte Houston también se apuntó a buscar una salida del círculo vicioso de la mediocridad y gastó todo su dinero y confianza en James Harden para que los liderara a una nueva etapa de gloria.

¿Y qué hay de los Bobcats? En el segundo estío tras el infausto artículo que parecía ser pregón de su desgracia en aquel momento, y la que vendría en años venideros, siguen convertidos en el "Hombre Masa", mediocre y de pocas aspiraciones, de la NBA. Y eso que llegó a parecer que todo iba a transcurrir por senderos bien distintos, como le ocurrió a un servidor, ilusionado tras ver el espectacular arranque de temporada 2012-2013...que luego se vino abajo con rachas de derrotas escalofriantes y un bajón de rendimiento en un jugador que se presumía clave como Michael Kidd-Gilchrist.

Pero nadie debe dejarse desanimar y pensar que el futuro es totalmente negro. Al fin y al cabo, si Grizzlies o Pacers lograron escalar la ladera de la montaña como un Sísifo redimido, ¿por qué no iban a hacerlo los Bobcats, dentro de poco Hornets? Es cierto que el Time Warner se vacía, y que es decepcionante ver al equipo perder una vez tras otra, pero no menos lo sería traspasar el futuro en forma de elecciones y jugadores prometedores a cambio de veteranos en declive que permitieran ganar quince partidos más y seguir haciendo que, como diría Ignatius Reily en "La Conjura de los Necios", la rueda de la fortuna apuntara hacia abajo para el equipo de Carolina.


Es, por tanto, el momento de dejar cancha a los jóvenes para que se desarrollen, confiar en la elección que se haga este año, y si se ve necesario y útil hacer un movimiento por algún jugador joven y descollante (Léase DeMarcus Cousins) que así sea, pero desde luego no debe regresarse a las vanas y timoratas aspiraciones de asentarse en la "Espléndida mediocridad" y ver cómo equipo tras equipo resurge de sus cenizas o escala a la gloria mientras, apoltronados, nos conformamos con una miserable salida de los Playoffs o un confortable noveno puesto.

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