Si
alguien piensa en cuál es el paradigma de equipo sin suerte o ambición en la
NBA, probablemente mire hacia Carolina del Norte, el hogar de los Charlotte
Bobcats, la franquicia más joven de la Liga...y también la que acumula más
decepciones en los últimos años.
Poco
antes del comienzo de la temporada 2011-2012, Jonathan Tjarks escribía un
artículo en Realgm acerca del "Mediocrity Treadmill", que debía ser
el mayor miedo de todos los equipos que aspiraran a algo más que vagar como un
alma errante por la mejor liga del mundo. Encuadraba dentro de ese
"selecto" club de desafortunadas franquicias cuyos mejores resultados
los situaban en la octava plaza de su conferencia para ser exorcisados por el
campeón de la misma y enviados de nuevo a la ruleta de las elecciones del Draft
situadas entre la décima y la decimosexta plaza: Indiana, Houston y Charlotte.
Muy a
caballo pasado, podemos comprobar que las predicciones de Tjarks fueron
bastante precisas: los Pacers confiaron en Paul George y tal apuesta ha
redundado en dos presencias seguidas en los Playoffs, la última con una
expulsión sobre la bocina por parte de los a la postre campeones. Por su parte
Houston también se apuntó a buscar una salida del círculo vicioso de la
mediocridad y gastó todo su dinero y confianza en James Harden para que los
liderara a una nueva etapa de gloria.
¿Y qué
hay de los Bobcats? En el segundo estío tras el infausto artículo que parecía
ser pregón de su desgracia en aquel momento, y la que vendría en años venideros,
siguen convertidos en el "Hombre Masa", mediocre y de pocas
aspiraciones, de la NBA. Y eso que llegó a parecer que todo iba a transcurrir
por senderos bien distintos, como le ocurrió a un servidor, ilusionado tras ver
el espectacular arranque de temporada 2012-2013...que luego se vino abajo con
rachas de derrotas escalofriantes y un bajón de rendimiento en un jugador que
se presumía clave como Michael Kidd-Gilchrist.
Pero
nadie debe dejarse desanimar y pensar que el futuro es totalmente negro. Al fin
y al cabo, si Grizzlies o Pacers lograron escalar la ladera de la montaña como
un Sísifo redimido, ¿por qué no iban a hacerlo los Bobcats, dentro de poco
Hornets? Es cierto que el Time Warner se vacía, y que es decepcionante ver al
equipo perder una vez tras otra, pero no menos lo sería traspasar el futuro en
forma de elecciones y jugadores prometedores a cambio de veteranos en declive
que permitieran ganar quince partidos más y seguir haciendo que, como diría
Ignatius Reily en "La Conjura de los Necios", la rueda de la fortuna
apuntara hacia abajo para el equipo de Carolina.
Es, por
tanto, el momento de dejar cancha a los jóvenes para que se desarrollen,
confiar en la elección que se haga este año, y si se ve necesario y útil hacer
un movimiento por algún jugador joven y descollante (Léase DeMarcus Cousins)
que así sea, pero desde luego no debe regresarse a las vanas y timoratas
aspiraciones de asentarse en la "Espléndida mediocridad" y ver cómo
equipo tras equipo resurge de sus cenizas o escala a la gloria mientras,
apoltronados, nos conformamos con una miserable salida de los Playoffs o un
confortable noveno puesto.
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