De Illionis a convertirse en leyenda viva del baloncesto nacional.

Hay momentos que quedan en la mente de todo aficionado al baloncesto para siempre, por lo que significaron o por la belleza o la emoción del recuerdo. El triunfo del Barça sobre los Lakers en la pretemporada 2010-2011 fue, para mí, uno de esos momentos. El héroe de ese partido fue Pete Mickeal, una auténtica máquina de hace baloncesto, que tuvo sus más y sus menos con Ron Artest (ahora Metta World Peace) y con el mismísimo Kobe Bryant, y les ganó de lejos. Quizás los angelinos no se tomaron el partido en serio, quizás para Kobe Bryant un partido contra un equipo europeo en pretemporada fuera lo de menos, una pachanga, pero lo cierto es que Mickeal le dio un baño tremendo, en defensa y en ataque. 26 puntos, 13 rebotes y 7 asistencias dan fe de ello.

La carrera de Mickeal, uno de esos trotamundos del baloncesto, no fue fácil en sus inicios. El jugador de Illinois militó durante dos temporadas en los Bearcats de Cincinnati, en los que promedio 14 puntos y 6 rebotes en sus dos temporadas allí, con más de un 50 % de acierto en ambas. Seleccionado en la penúltima posición del draft del año 2000, pasó su único año en la NBA en unos New York Knicks que no lo quisieron, compaginando lesiones y banquillo a partes iguales, sin siquiera llegar a debutar, hasta que fue cortado por el equipo neoyorkino a mediados de temporada.

Su siguiente parada en el tren del baloncesto fue la ABA y luego la PBA, ligas de baloncesto menores, de las que se marchó, sin pena ni gloria, a la CBA, previo paso en pretemporada de la 2002-2003 por los Rockets de Houston, con los que tampoco debutó. La CBA, esto es, la liga de baloncesto de China, tan de moda últimamente, no lo estaba tanto en aquella época. No llegó a estar allí ni dos semanas.

Su llegada a Europa, a Atenas en concreto, tampoco sería un camino de rosas al principio. Poco después de llegar a Atenas se marchó al Dynamo de Moscú, donde los despidieron al cuarto partido, terminando la temporada en Macedonia. Pero la Fortuna le tenía deparada su primera parada estable en el profesionalismo, el Leche Río Breogán de Lugo, un club modesto que le vino como anillo al dedo para convertirse en una verdadera revelación en la ACB, promediando casi 20 puntos por partido en un equipo donde él tenía el protagonismo casi absoluto a nivel ofensivo en cancha. Esa es, seguramente, su mejor temporada a nivel individual y la que hizo que los grandes de la ACB se fijaran en él.

Tras una temporada en Corea, fichó para la 2007-2008 por uno de los pesos pesados de la ACB, el TAU Cerámica (ahora Caja Laboral), con el que ganó sus primeros títulos en España a nivel colectivo, con 2 supercopas ACB, una Copa del Rey y el título de la ACB y también a nivel individual, con un MVP de la Final ACB 2008. Dos temporadas en el TAU y el jugador decidió firmar por un Barcelona que le ofrecía un contrato casi irrechazabale a nivel económico y con unas aspiraciones deportivas muy por encima de las de cualquier otro equipo en Europa.

Su primera temporada a nivel colectivo fue simplemente espectacular. Pese a bajar sus números ligeramente a causa de los amplios recursos ofensivos del equipo (algo que ya le había pasado en menor medida en Vitoria) completo una buena temporada y ganó la Euroliga, la ACB y la Copa del Rey, además de la Supercopa ACB, ganando todos los títulos posibles. En la siguiente temporada, que comenzó con un despliegue de juego impresionante por su parte, terminaron por detectarle una serie de problemas pulmonares que arrastraba desde hacía tiempo, por lo que se perdió prácticamente toda la temporada, volviendo en la presente, en la cual su juego no está siendo todo lo bueno que fue. Sin embargo, sigue siendo un gran jugador, capaz de aportar tanto de titular como desde el banquillo, aunque el overbooking en su posición en la plantilla barcelonista impida que rinda a un nivel estelar.

Evidentemente, el perfil de jugador que es Mickeal es bastante conocido: muy buen tirador, con físico para jugar desde dentro, algunos recursos en el poste, se mueve bien sin balón, toma responsabilidad en los momentos clave y rebotea bien. En defensa, aunque es capaz de marcar perfectamente a cualquier alero o escolta de la Liga, pierde un poco de fuelle, aunque ha mejorado en las últimas temporadas.