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martes, 2 de agosto de 2016

JJOO Río 2016: 10 razones para creer en España

Decía Sergio Scariolo que la preparación para los Juegos Olímpicos era una de las preparaciones más difíciles que había tenido que afrontar. Razones no le faltaban porque,  entre la ausencia de jugadores y la ausencia de partidos de nivel, la puesta a punto para tener una selección a nivel óptimo se antoja bastante complicada. Sin embargo, la selección parece hecha de otra pasta y frente a los miedos previos que siempre retrasan un poco el mecanismo inicial de todo gran evento, hay un gen que tiene esta selección que no tiene otra: cuando quiere, puede.


Y así lo han demostrado en otros torneos. No hay que hablar de aquellos en los que no se iba de favoritos y se consiguieron resultados, sino que hay que hablar de aquellos en los que se dudaba de la selección y esta dio más que lo que se pedía, algo que, a fin de cuentas, no es más que dar todo su potencial. Quizás por eso, porque desde hace tiempo, se cuestiona a esta selección, ya que sus jugadores no tienen la capacidad de antaño, la capacidad de los veintiocho años o los treinta, hay que centrarse en lo que son, han sido y serán… si quieren. Y por las declaraciones, ellos quieren. Y todos queremos.

La selección tiene una meta, que no es más que la consecución del oro olímpico, o, cuando menos, la plata como mal menor. Las dos olimpiadas pasadas han visto como la selección se enfrentaba de tú a tú, poniendo las cosas muy difíciles, a los americanos en las dos finales. En la memoria colectiva están esos dos magníficos partidos con sus anécdotas: con los pasos de los americanos, con los mates de Rudy, con el juego excelso al poste de Gasol o con el instinto asesino de Navarro, etc. Y quizás están ahí las diez claves que nos hacen creer en la selección como fuente inagotable de sorpresas, pocas decepciones y muchas alegrías. 

Veamos cual son las diez razones para creer en la selección:

Todo el juego de calidad de la selección depende de un jugador, Pau Gasol, pero también depende de su entrenador:  Sergio Scariolo. Tras los fiascos de Orenga en el Europeo de Eslovenia y en el Mundial, la figura de Scariolo ha crecido tanto, que hasta Calderón se calla en los tiempos y le guarda respeto. Bromas aparte, el Eurobasket de Francia supuso la glorificación extrema de un seleccionador cuestionado por muchos, pero cuyos resultados no han hecho más que tapar bocas. Llegar a Rio con la vitela de Campeón de Europa no es sinónimo de objetivos asegurados, pero si es sinónimo de respeto. Scariolo se lo ha ganado a pulso y ahora es un engranaje más de un mecanismo perfectamente acoplado.

Las lesiones han mermado a la selección. Marc Gasol y Pau Ribas son dos puntales importantísimos en el juego del equipo. Marc lo demostró en los últimos juegos de Londres, donde se creció para demostrar que su hermano no es el único de los Gasol que juega bien a esto, y Ribas hizo de su juego, en el ultimo Eurobasket, el paradigma de cómo debe jugar un escolta, saliendo desde el banquillo cuando no quedan otras opciones más que hacer de tu juego una virtud. Problemas graves para Scariolo que no encontrará los sustitutos adecuados  porque todos son una incognita por bisoñez algunos y por llegar mermados otros. Sin embargo, en el mundial de Japón, cuando se llegó a la final, Pau Gasol estaba lesionado por una mala caida en semifinales. ¿Todos teníamos miedo a que esa lesión condicionará la final? Sí, todos. ¿Importó? No. Para nada se resintió el juego de conjunto. Es más, lo jugadores dieron el ciento diez por cien de sí mismos y ganaron el Mundial.

Las preparaciones de la selección en lo que se denomina Gira ÑBA no son más que “postureos”, en el buen sentido de la palabra, que permiten a los aficionados al baloncesto ver en directo a las grandes estrellas de la selección “in situ” y hacer caja para pagar lo elevados seguros de los NBA. Prescindiendo del resto de partidos, las dos derrotas contra Lituania no suponen nada. Y no porque Gasol no jugase, sino porque la preparación de la selección se ajusta como un guante a las directrices de Scariolo, el cual comienza a dar forma a la preparación en los partidos de inicio de cada campeonato para ir ajustando el ritmo a medida que el torneo avanza. ¿La selección es una incógnita? Si, como siempre. Pero los años pasados nos dan cuenta de cómo esta preparación tan tardía es uno de los puntos fuertes del equipo. Siempre ha sido así con Scariolo, desde el Eurobasket de Polonia hasta el Eurobasket de Francia. El potencial de la selección crece a medida que crece el torneo.

La selección nos deslumbra por sus acciones espectaculares y por el juego desplegado, pero es un juego que se construye desde atrás. La defensa es el puntal del equipo, y jugadores que son menospreciados en su juego de ataque por la afición dan verdaderos clinics de cómo se debe jugar en defensa. Aún se recuerda la defensa de Rubio a Parker en el Eurobasket de Polonia. Una defensa que se va ajustando cada vez más, según sea la presa. Y este año, como Scariolo no tiene que ayudar a la inoperante Italia de Messina, posiblemente veremos un juego de ajedrez perfectamente estructurado desde la defensa de los cuadros blancos que manejan perfectamente la fichas blancas cuando el equipo contrario ataca con mas precaución de la habitual. España se crece desde atrás y los contrarios lo saben.

La selección es la que más jugadores NBA aporta al campeonato, aparte de los jugadores norteamericanos propiamente dichos. Pero no solo este indicador sirve para marcar diferencias con respecto a otros equipos, que tan bien, sino que es un baremo para definir la experiencia con la que se llega a los Juegos. Navarro tiene cinco olimpiadas a sus espaldas, pero los demás no se quedan atrás, ya que son muchos los que llegan con cuatro. Esto no dice nada en sí, salvo que hablemos de experiencia. Experiencia para saber jugar, cuando y donde se debe, y ajustar el esfuerzo a las necesidades de torneo. Cada jugador sabe que los nervios ya no colapsan el esfuerzo y, por tanto, las energías, a pesar de la edad, se miden y se gastan sin el desgaste que producen los nervios ante  partidos de esta importancia en estos torneos. La selección debe jugar fresca con la ambición puesta en el oro. Lo saben y lo sabemos.

El ataque de la selección siempre parece que se atasca en un punto determinado de los campeonatos. Superado ese punto de inflexión, que implica todo partido malo, la selección vuela. Suele ser, aunque no siempre, en partidos antes  de llegar a la parte eliminatoria de los campeonatos (me refiero a lo que se ha jugado con Scariolo en este párrafo y en todo el contexto del artículo. La extraña y demencial aventura de Orenga queda atrás, así como el presidente que lo puso). Superado ese partido malo, te puedes sentar en la butaca y sacar el mejor champan porque el triunfo siempre se ve más próximo porque el juego pasa de un 50% a 100% de un partido a otro. Siempre que se ha superado ese escollo, las cosas son más fluidas y la confianza crece. Y hasta ahora siempre se ha superado en los torneos olímpicos en los que han participado los Juniors de Oro.

Desde hace unos campeonatos se ha discutido la continuidad de esta selección y siempre se le ha puesto la etiqueta de última oportunidad de verlos jugar, pero ahí siguen. Y no lo hacen faltos de recursos. Junto a los que ya están jugando en la NBA, que todavía lo continúan haciendo y a  buen nivel, aunque  es cierto que la NBA ya no es lo que era, y si no habría que preguntarse qué hace Marcelinho Huertas jugando en los Lakers, por no hablar de otros jugadores, la aportación de los nuestros, de los que están y de los que se van para allá, está ahí. Muy presente, muy intensa. Saben más de esto que nadie en Europa y están al mismo nivel de selecciones que hacen del juego mental, físico y de la pillería, lo que vulgarmente se llama “jugadores cancheros”. Saben más que los que inventaron esta forma de jugar, más que los argentinos. Muchos de los nuestros que se van para la NBA saben que los JJ.OO. son vistos por millones de norteamericanos y el juego desplegado es la tarjeta de visita que se presenta antes de jugar delante de los aficionados de la mejor liga del mundo. 

El grupo de España no es nada fácil: Argentina, Croacia, Brasil, Lituania y Nigeria. Pero no lo es tampoco para el resto de participantes, que se deben medir con España, como tampoco es fácil el otro grupo con  EE.UU y Francia como principales elementos destacados. Aunque muchos dirán que no son lo mismo. Es cierto, pero allí donde pones en un grupo a USA como cabeza de serie, esta España haciendo lo mismo. La selección es la campeona de Europa y todos la tienen ganas, pero lo mejor está por venir. Porque lo mejor está en esa mirada de Pau Gasol en la semifinales contra Francia en su Eurobasket, porque lo mejor está en el saludo de respeto de  “todos” los jugadores americanos a Gasol al acabar la final de Londres, porque lo mejor está en esos detalles que muestran una confianza absoluta en la victoria. No se trata de Gasol, se trata del respeto que se han ganado a pulso todos los jugadores  nacionales a través de todos estos años. Y no solo a través de los JJ.OO., es algo que viene de atrás. De tantos partidos, como, por ejemplo, el de la victoria contra los Lakers de Kobe Bryant o como el de la medalla de plata de Los Angeles frente a los USA de Michael Jordán y Pat Ewing. Hoy podemos ir por la calle y sentirnos orgullosos del respeto que nos tienen. Ganado a pulso, sí. Por eso somos cabezas de serie, porque hemos hecho los deberes y porque nos sentimos respetados.

Ahora sí. No se trata de escribir un párrafo para alabar a Pau Gasol, pero cuando uno tiene al mejor jugador Europeo de los últimos tiempos entre sus filas, jugando con una ambición que no tiene límites, uno tiene  muchas razones para creer en la selección. Gasol explotó hace tiempo, pero su ambición nunca dejado de crecer porque en el fondo sabe que no lo tiene todo. Quiere el oro olímpico... y nosotros también.

Coach, experiencia, ambición, jugadores, defensa, juego… Gasol, Navarro, Mirotic, el Chacho, Llull, Rudy, Claver, Abrines, Hernangómez, Reyes, Calderón y Rubio. Equipo. BA-LON-CES-TO.

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