Nos plantamos en pleno mes de diciembre y tras tres semanas de competición, la primera conclusión que podemos obtener es clara y unánime: reina la igualdad. El nivel ha bajado con respecto al pasado curso y aunque ello nos prive de ver a conjuntos de mayor calidad, que lo impredecible sea - aún más que de costumbre - la nota dominante augura una competición más abierta y con más contenders al título.
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Michigan State y Denzel Valentine presentan su candidatura
Tras la derrota de Kentucky en el Pauley Pavilion con UCLA, Michigan State ha pasado a convertirse en el indiscutible número #1 de la nación. Desterrados del Top-10 en pretemporada, los Spartans han presentado sus credenciales. Tom Izzo ha vuelto a armar un bloque muy compacto tan voraz como competitivo, que con triunfos de caché sobre Kansas, Providence o Louisville anuncia ante todos una vez más que volverán a ser uno de los conjuntos a temer en marzo. A la par que su equipo muestra hechuras de gran candidato, Denzel Valentine hace lo propio para opositar a mejor jugador del año. Sus números (19.7 puntos, 8.8 rebotes y 7.9 asistencias por partido) no asustan tanto como su capacidad canalizadora y resolutiva o sus dotes de liderazgo. Izzo, como ya hizo con Draymond Green, ha vuelto a crear una bestia. Valentine juega con la determinación de quien se cree superior y los Spartans lo disfrutan. Invictos y con él al mando, el cielo es el límite.
LSU y Wichita State no carburan
Ilusión, mimbres y altas expectativas. Bajo estas premisas arrancó la temporada LSU con Ben Simmons -futuro número 1 del Draft 2016- como gran baluarte. Las dudas, más que en el plantel, residían en un Johnny Jones que nunca había gestionado semejante aglomeración de talento y no logró desarrollar en exceso a Jarell Martin o Jordan Mickey en el tiempo que pasaron en la universidad de Louisiana. Las dudas eran fundadas, como ha saltado la vista. Tras tres semanas de competición, los Tigers son la decepción del curso. Con un non-conference schedule de baja dificultad, LSU ha sido derrotada ya en tres ocasiones. Las dos primeras derrotas, frente a Marquette y North Carolina State, aunque sorprendentes son "pasables". Sin embargo, la sufrida ante Charleston (!) acabó por destapar todas las vergüenzas de un combinado que encomienda todo el proceso ofensivo a un Ben Simmons que, sobrecargado de tareas y minutos, al menos sí consigue su lucimiento personal aún sin mirar en exceso a canasta debido a su capital importancia en el aspecto creativo. Sin signos de mejoría o cambio y con su presencia en el Madness puesta en entredicho, Louisiana State se agarra a que la vuelta de Keith Hornsby y Craig Victor tape defectos, cuando dichos problemas deben ser enmendados por un Johnny Jones incapaz de dar un giro de tuerca a su equipo. La travesía es larga y el margen de mejora amplio, y a eso deben aferrarse los Tigers hoy en día.
Por otra parte, con Wichita State hemos cruzado la línea de la sorpresa a la incredulidad. La baja de Fred VanVleet ha resultado devastadora y los Shockers - que suman más derrotas (4) que victorias (3) - están prácticamente obligados a ganar la Missouri Valley Conference, más disputada que nunca ante la irrupción de Northern Iowa, Evansville e Illinois State. La soledad de Ron Baker como adalid ofensivo tiene que ser compensada con un salto cualitativo de Anton Grady y el regreso de VanVleet, mientras que la sólida victoria obtenida en St. Louis debe servir como punto de partida para alcanzar el nivel deseado por Gregg Marshall. Al igual que en el caso de LSU, queda terreno para corregir el mal inicio.
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Las grandes actuaciones de estos 15 días
Para servidor, hablar de AJ English (Iona) es hablar de uno de los nombres propios de la NCAA. Fue ante Fairfield, sí, pero hacer números como 46 puntos, 3 rebotes, 8 asistencias y 2 recuperaciones está a la altura de un grupo muy selecto.
Por otra parte, desde Stephen Curry nadie había logrado anotar más de 40 puntos con la universidad de Davidson. Hasta esta semana. Jack Gibbs logró inscribir su nombre en la historia de los Wildcats consiguiendo 41 puntos frente a Charlotte, con una serie de tiro (14/17) digna del propio Stephen Curry.
Aunque estas actuaciones quedan empequeñecidas cuando alguien logra entrar en la historia, y eso es lo que consiguió Kyle Collinsworth. El all-around player de BYU se convirtió en el jugador con más triples-dobles (7) de todos los tiempos en la NCAA Division I tras sumar su último encuentro con tres apartados estadísticos en dobles dígitos ante Belmont. Leyenda vida del baloncesto universitario.
Quinteto de la temporada (07/12/2015)
- PG: Kris Dunn (Providence). 18.2 puntos, 6.4 rebotes y 7.3 asistencias por partido. El mejor base de la nación sin discusión alguna. De físico imponente y liderazgo implacable, Dunn tiene a sus Friars 8-1, siendo contra Michigan State el único tropiezo que computa en su récord. Todoterreno.
- PG: Tyler Ulis (Kentucky). 12.6 puntos, 3.6 rebotes y 5.0 asistencias. Estadísticamente los hay superiores, pero su importancia en los Wildcats es tan sumamente vital que es de obligación hacer una reflexión más allá de los números. Sin él, Kentucky no ha sido superior a USF o Illinois State. Con él, y pese a caer con UCLA, su orden y saber estar dota de coherencia y cohesiona el ataque de los de Lexington. Más de lo mismo ocurre con Marcus Paige en North Carolina, más que posible candidato a entrar en este quinteto en próximas entregas. Imprescindibles.
- SG: Denzel Valentine (Michigan State). 19.7 puntos, 8.8 rebotes y 7.9 asistencias. Para quien escribe, el jugador del año hasta la fecha. El combustible del número #1 de la nación. Una versión de Draymond Green en el cuerpo de un guard. La nueva obra maestra de Izzo.
- PF: Ben Simmons (LSU). 19.9 puntos, 14.9 rebotes y 6.0 asistencias. En buena parte, sus números pueden corresponderse a la cantidad de minutos que juega y a su absoluta preponderancia en los Tigers, pero también a que estamos ante un talento sin igual. Diamante en bruto.
- PF: Kyle Wiltjer (Gonzaga). 21.3 puntos, 7.1 asistencias y 1.4 asistencias. El mejor forward de la NCAA. Representa una amenaza tanto interior como exterior muy difícil de controlar. El jugador por el que pasan gran parte de las aspiraciones de Gonzaga. Superclase.
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