Pocos equipos en Europa en general y en
la Liga Endesa pueden presumir de tener un trío de bases como ocurre
en el Baskonia: Carlos Cabezas, experimentado y versátil, Thomas
Heurtel, joven, explosivo y peligroso desde detrás de la línea de
tres puntos y Taylor Rochestie, un buen director de juego y,
ofensivamente, un escolta en un cuerpo pequeño. Es precisamente el
base norteamericano del equipo vitoriano el motivo de este artículo,
un jugador que lleva ya algunas temporadas jugando en Europa y con
una carrera bastante usual que, no por ello, deja de ser interesante.
Empezó jugando en la Universad de
Tulane, en Nueva Orleans, donde promedió casi 11 puntos, 4
asistencias y 3 rebotes en media hora de juego en su primera
temporada en la NCAA, nada mal para un rookie
y menos en la universidad, donde casi todos los jugadores novatos
tienen muy pocos minutos y oportunidades en su primer año, salvo que
sean jugadores verdaderamente importantes.
Al
final de la temporada 2004-2005 cambió Nueva Orleans y Tulane por la
Universidad de Washington State, donde por regla no pudo jugar en
toda la temporada por el cambio de universidad, quedándose toda la
temporada 2005-2006 en blanco.
Las
tres siguientes temporadas, sin embargo, pasaría a desempeñar un
papel importante en la rotación de WSU, hasta el punto de hacerse
con la titularidad en sus dos últimas temporadas, siendo la última
la mejor con 14 puntos, 4,5 asistencias y 3,6 rebotes en casi 37
minutos de juego, aunque sus porcentajes de tiro se resintieron por
la cantidad de ofensiva que tuvo que crear para sí mismo o sus
compañeros. Fue incluido en el mejor quinteto de la Pacific-10
Conference en el 2009, poniendo un broche de oro a su destacado
periodo universitario.
En el
baloncesto de la NCAA, similar al Europeo, ya se adivinaba que tipo
de jugador sería: base anotador más que creador de juego, aunque
muy correcto en ese aspecto, se destaca por una sólida capacidad de
tiro desde el arco y por su buen drible en la penetración, donde
intenta compensar con agresividad, rapidez, un primer paso explosivo
y fuerza la altura de la que carece, llegando cuanto apenas a los
1,85 metros de altura, buena para base pero escasa para escolta.
Sin el
físico ni habiendo destacado lo suficiente en la NCAA para llegar a
la NBA, donde los bases son mucho más atléticos y fuertes,
Rochestie decidió probar fortuna en Europa y llegó al BG Göttingen,
un equipo de la Bundesliga alemana procedente de esta ciudad de la
Baja Sajonia, donde ganó y fue nombrado MVP de la Eurochallenge.
De la
Bundesliga dió el salto al Galatasaray turco, donde debido a su poca
presencia y pese a cumplir con los números no terminó la temporada,
marchándose al Alba de Berlín hasta el final de la temporada. Su
próximo equipo sería el LeMans francés, donde cuajaría una sólida
temporada que le llevaría a fichar por el Baskonia, donde juega
actualmente.
Los
inicios de la temporada en Vitoria no fueron fáciles: lesiones y
pocos minutos a causa de estas lo han condenado a aparecer poco en
pista durante el primer tercio de la temporada, situación más grave
si cabe si tenemos en cuenta que compite en su posición contra un
Thomas Heurtel cada vez más maduro y en un mejor nivel de forma y
contra Carlos Cabezas, veterano pero siempre eficaz y mucho más
experimentado e inteligente a estas alturas que sus dos competidores
marcando el ritmo del partido.
Sin
embargo, en los últimos partidos Rochestie ha tenido una mayor
presencia en el campo, anotando y asistiendo con mucha naturalidad,
aunque quizás se esperaba de él más todavía y su juego aún no
encaja del todo con el de su equipo, costándole a veces ajustarse al
ritmo de su equipo y con dificultades para llevar el timón, más
cómodo en la acción individual o simplemente recibiendo en las
esquinas y tirando.
Lo que
es seguro es que estamos ante un muy buen jugador capaz de hacer
muchas cosas en poco tiempo, versátil anotando y al que no le
tiembla la mano a la hora de asumir responsabilidades, pero deberá
ser más regular y certero en cuándo y cómo se la juega si quiere
que su entrenador lo vea más como un base con la madurez suficiente
para marcar el ritmo de su equipo y no como un mero anotador de
quince minutos por partido.
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